Tribuna abierta

La Sra. Jacoba se levanta todas las mañanas bien temprano, no sabe que imprevistos le traerá ese día, pero sí que tiene que realizar muchas tareas. Está acostumbrada a madrugar, y a trabajar, toda la vida lo ha hecho, para intentar, junto con su marido, sacar su familia hacia delante. Antes era diferente, madrugaba y se iba a la plaza, a su puesto, como cualquier trabajadora, no se enteraba del paso de los días, quizás por la edad.

Ahora a sus setenta y nueve años, la cosa ha cambiado, el paso de los años no perdona, pero sigue luchando. Hasta aquí podríamos decir que en esa situación se encuentran la mayoría de las personas mayores, algo normal, pero quizás no tanto, si nos adentramos en su quehacer diario.

Con la Sra. Jacoba vive, su marido, Vicente, y depende de ella, la mala fortuna hizo que una operación lo dejara inválido. Jacoba lleva así cuatro años, y lucha con todas sus fuerzas, para que no se le acaben y todos los días pueda atender a su marido, acompañarle y compartir sus días. Todos pensamos ¡duro trabajo para su edad!.

Esto no es nada, aún queda más. Jacoba tiene un hijo con treinta y siete años, siempre ha estado a su lado, y ella desea que siempre lo esté. Desde que nació lo viste, lo arregla, lo lava…. Son muchos años pero su “Síndrome de Down” requiere de todo su esfuerzo y carillo. ¡Jacoba aún así tiene esperanza y gana de luchar no solo por vivir, sino por que la Administración, los Políticos, se acuerden de ellos. ¡Nadie se acuerda de nosotros!, me dice, y lleva razón, todos deberíamos de intentar hacer algo más por las personas mayores, discapacitados, ocon enfermedades raras. Su deseo sería poder irse junto con su marido e hijo a una Residencia Pública.

¡En nuestra situación no nos podemos permitir irnos a una privada, somos tres, y aunque he trabajado duro y mucho, no tengo bastante!.