Documento 33/08 - 3 de Mayo de 2008

UNA SEMANA SANTA DIFERENTE. “UNA AUTÉNTICA UTOPÍA HECHA REALIDAD”

Autor: Antonio V. Martínez, Director de la Semana Santa Viviente de Cuevas del Campo.

La paciencia, el cariño y  el trabajo de un pueblo, han hecho de la SEMANA SANTA VIVIENTE de Cuevas del Campo una verdadera joya para la eternidad.

Todo el mundo habla maravillas después de la VIII edición. Valga como ejemplo el reportaje que escribe de nosotros la Guía CAMPSA compararándonos con Sevilla...

“Época de descanso, recogimiento y fervor, la Semana Santa tiene múltiples facetas y celebraciones milenarias dentro de la geografía española. Todas ellas guardan, como común denominador, la pasión de comunidades enteras capaces de emocionar, de acercar un poco más el cielo.

Entre palmas y olivos
Cada rincón en España se funde en el llanto, pena y dolor del sacrificio de Cristo. Aunque la Semana Santa en Sevilla acapare en su espectacularidad los aplausos internacionales; son innumerables los puntos geográficos donde la pasión es, como en la capital andaluza, inconmensurable.

Comunidades enteras rinden, con intenso fervor y sincera humildad, pleitesía al calvario padecido por Cristo.

Una Semana Santa Viviente en Cuevas del Campo, Granada

La localidad granadina de Cuevas del Campo, municipio de 2.300 habitantes de la zona norte de la provincia de Granada, se convierte estos días en el real espejismo de la ciudad de Jerusalén hace más de dos milenios. Basada con escrupulosa fidelidad en el Evangelio de San Mateo y con la participación de todo el pueblo, la Semana Santa Viviente ha sido reconocida, por su profesionalidad y espectacular belleza como Fiesta de Interés Turístico Nacional de Andalucía, además de recibir galardones de la talla del Premi Generalitat de Catalunya 2001, Premi Internacional Mundo Teatre 2004 - uno de los principales galardones europeos de teatro amateur - y dos premios Padul Cófrade 2006 a la imagen y al contenido.

La localidad ha conseguido congregar a lo largo de sus ocho pasadas ediciones a más de 60.000 visitantes, con una media anual que aumenta vertiginosamente.

Domingo de Ramos

En un parpadeo que supone miles de esfuerzos, el pueblo despierta el Domingo de Ramos completamente transformado. Más de 600 actores con trajes similares a los de la época del emperador Tiberio copan las calles y recrean “los oficios perdidos” de la época, así como actividades gastronómicas, de tal forma que el pueblo entero se convierte en un gran escenario, en un impoluto túnel del tiempo.

En Viernes Santo tiene lugar el acto central, el Drama de la Pasión, una “silenciosa” representación - apenas se enumeran 30 frases en sus dos horas y media de duración- en la que brillan el esmerado diseño de los trajes, la elaborada banda sonora, la belleza natural de los enclaves y la extrema profesionalidad y pulcritud en la interpretación de los actores. Por un día, panaderos, boticarios, alcaldes, gestores, carpinteros ponen su talento al servicio de la pasión de sus personajes. Previo a la obra, que tiene lugar en el ocaso, se celebra un mercado judío de viveza y colorido inigualables, idéntico a los que debieron celebrarse hace ya más de 2000 años.

(GUÍA CAMPSA 2.008)”.

 

NUESTRA VIII SEMANA SANTA VIVIENTE

Jesús de Nazaret, la Virgen María y las Santas Mujeres, Poncio Pilato y sus Senadores, Caifás y los Sumos Sacerdotes del Sanedrín, Barrabás, los dos ladrones, el Cirineo, el ejército romano con los  mejores caballos de Iberia -jinetes incluidos- del emperador Tiberio; José de Arimatea, la Verónica junto con la recuperación de los oficios, el Mercado Judío, la ambientación de la ciudad sagrada, el pueblo hebreo con todos sus figurantes, la Banda de Tambores, los animales de carga con sus arrieros, el ganado  de ovejas y los pastores; todos los equipos de trabajo, cada uno en su sitio, como tiene que ser. Sólo esperan una señal.

Entrada Triunfal a Jerusalén

¡Son las cinco en punto de la tarde! La ciudad se activa, milagrosamente, al unísono, como por arte de magia; todo comienza  a funcionar a la perfección.

Miles de personas venidas de lugares inimaginables -¿Roma, Siria, Líbano, Egipto, islas griegas...?- han quedado atrapadas misteriosa e inamoviblemente por el túnel del tiempo que les hemos preparado, intencionadamente. No saben lo que les espera. ¡Ni lo sueñan!

Todo ha comenzado después de un año de intensísimo trabajo. La utopía está a punto de hacerse añicos, una vez más, ante el rigor histórico y la gran belleza de la puesta en escena de nuestra Semana Santa Viviente; también por el gran esfuerzo, trabajo, tesón, cariño y la ilusión en el buen hacer de toda la comunidad de Cuevas del Campo.

Así está nuestro pueblo, hoy, convertido en la auténtica ciudad de Jerusalén de hace más de dos milenios, con sus oficios recuperados, ladronzuelos, vendedores deambulando por sus calles míseras y su viejo “mercado judío” lleno de ruidos y mercadeo; el “Pretorio” de Pilato con los Senadores y su guardia personal, criados y damiselas; y llegados del “tajo” los hombres del esparto y sus hijos, trabajadores todos, trasladando del pasado al presente a nuestros antepasados cueveños, como en un abrir y cerrar de ojos; las burras con sus  aperos de antes y los pastores con el ganado, pasando, descaradamente, frente al palacio del gobernador de Judea con todo su estruendo, defecaciones en ruta y balidos. En días de frío intenso se refugiarán, sin duda, muy cerca de nuestra ciudad.

La Crucifixión

Es la época ¿gloriosa? del emperador Tiberio -año treinta y tres después de Cristo- reflejada en su indigencia y grandeza al mismo tiempo. Aquí, en Jerusalén, está a punto de suceder una gran tragedia; se siente y se respira por todos sus rincones y calles: un tal Jesús de Nazaret ha sido condenado a morir en la cruz, junto a dos ladrones más. Su ejecución es cuestión de horas o quizá de minutos.

El recorrido por el “mercado judío” con su exposición de aves rapaces y los juegos de cetrería -nueva este año-, hace más creíble, a nuestros visitantes, del lugar en el que se encuentra en estos momentos, en la realidad de la época tiberiana cuando se les ofrecen por doquier los diferentes productos de nuestra tierra, así como gran cantidad de remedios y plantas medicinales que, sin duda, curarán  sus diferentes ¿enfermedades?, por malignas que éstas sean.

Ambientación y recuperación de los “oficios perdidos”

Más de un visitante -nunca en la Jerusalén de nuestro pueblo se había visto o reunido tanta gente-  se sintió transportado, mágicamente, al interior de nuestro Drama de Pasión para ver morir al Nazareno en el Gólgota junto a dos malhechores. Sin duda, nunca podrán olvidar tampoco, cuando oyeron crujir los látigos, una y otra vez, en la espalda destrozada de Jesús, siendo salpicados, algunos, con la ¿sangre? del Cristo.

Poco después, notan o sienten en su interior una “amalgama”  plena de sentimientos, la serenísima paz interior de las escenas más impactantes del recorrido con Jesús de Nazaret azotado, con crueldad, hasta lo infinito, subiendo con el Cirineo por la Vía Dolorosa hacia la cueva de Parejo, hoy convertida en monte Calvario.

 

La Verónica, con la “santa faz” entre sus delicadas manos mientras sus lágrimas se desbordan generosamente de sus ojos; la profundidad y dimensión mística del Drama de Pasión contrasta con el bullicio, los gritos, el alboroto o los sonidos orientales de la ambientación de la ciudad, con su música peregrina y monótona hasta el cansancio; las voces de reclamo del vendedor  ambulante, que casi llega a tener éxito, algunas veces, en su incómoda tarea del trueque de mercancías; al final alguno, posiblemente, acabará comprando o vendiendo su mejor mercancía; el proceso del amasado del pan desde la molienda del trigo, la confección de los adobes, las lavanderas, degranadoras de panizo, partidoras de aceitunas o almendras.

 No falta un solo detalle, ni siquiera ¿el olor a incienso? que se entremezcla con la brisa entre los puestos, el ruido y la música. 

Más de seiscientas personas –actores, actrices, figurantes, técnicos, colaboradores, la Banda de Tambores y otros, participando en la representación de nuestra VIII Semana Santa Viviente.

Y el que “tenga ojos para ver que vea” el gran milagro de Cuevas del Campo que deja siempre con la boca abierta a las miles de personas que cada año nos visitan. Algunos no cesan de  restregarse los húmedos ojos con los puños, una y otra vez.

 ¿Hay algo más? Yo creo que sí, en el fondo, queda un pueblo entregado y satisfecho plenamente y sin descanso a este gran proyecto totalmente realizado ya y bordado con letras de oro en los anales de la cultura de los pueblos, porque, además, hemos sido pioneros en esta actividad tan importante y complicada, con gran esfuerzo e ilusión inimaginables.

De todo esto, lo más importante ha sido el trabajo de todos, en el que no hay persona más importante que otras, sino la unión de una fuerza viva, de un gran equipo con vistas de futuro, trabajando en un proyecto impensable doce años antes.

Sólo el talento, la imaginación, la generosidad, el tesón y la constancia nos han dado de nuevo, sin lugar a dudas, más éxito del esperado: la inmortalidad cultural en el libro de oro historia de Cuevas del Campo.

 

Camino del Gólgota
 Ha sido una maravillosa e inolvidable semana de marzo, donde en un “elegantísimo cóctel dramático” se mezcló, hábilmente, el grano de arena bien laborado de cada uno de vosotros, surgiendo así el éxito de nuestra Semana Santa, con una escenografía preciosa y llena de sentimientos profundos, que hicieron brotar palabras y gestos de admiración de todas estas miles de almas emocionadas que nos visitaron -alguno ha vuelto más de una vez para repetir la visita- con la actuación de nuestros actores, actrices, figurantes y colabores aficionados, salidos del alma de este entrañable pueblo del Altiplano de Granada.

 

Finalmente quisiera finalizar con mi agradecimiento personal y cariñoso a nuestro Ayuntamiento, a nuestra Parroquia, a los medios de comunicación de toda España y muy especialmentemente a todos aquéllos que lo habéis dado todo a cambio de nada, porque en el momento justo supisteis poner al servicio de nuestra Semana Santa Viviente todo aquello que siempre se necesitó para llegar a ese buen fin. 

También quiero destacar la grandeza de todos vosotros por la elegancia y belleza de los soldados romanos desfilando; por la alteración y el enfado transmitido al pueblo por Caifás y los Sumos Sacerdotes desde la terraza del Pretorio; por la maravillosa armonía colectiva y el impresionante buen hacer de los figurantes como pueblo judío que con sus voces, movimientos, trapicheos y buen hacer, siempre estuvieron llenos de dignidad, conjugada por la belleza de su precioso vestuario, confeccionado amorosamente con todo mimo y cariño por un numeroso grupo de laboriosas y encantadoras mujeres de la sección de vestuario; al equipo de sonido, servicio de organización -nunca funcionaron tan bien-, por su escenario natural y el entorno de las calles y lomas, que dejaron atónitos a propios y extraños ante tanta belleza…

   
   
 Antonio V. Martínez
Semana Santa Viviente
Director