Documento 17/12- 3 de abril de 2012

FELICITACIONES SOBRE EL CONVENIO PARA RECUPERAR UNA DE LAS TORRES DE LA PUERTA DE LA MAGDALENA (II)

Autor: Asociación Baza Histórica


La asociación “Baza Histórica” felicita públicamente al ayuntamiento por el reciente convenio y propone ampliar el acuerdo a la otra torre de la puerta de la Magdalena y a la Torre de las Cinco Esquinas (deshabitada), situada al final de la calle de la Zapatería.

De la misma forma que celebramos este acontecimiento es el momento de recordar lo que está pasando pues el gobierno local y autonómico nos ha tomado el pelo a los bastetanos y su patrimonio año tras año, década tras década. En la siguiente imagen pueden ustedes ver cómo ha estado la torre durante más de dos años, con la cubierta caída y con entrada de agua constante. Recordar que la Ley del Patrimonio es muy clara, si en un Monumento Nacional amenaza ruina y no es intervenido por el propietario ha de hacerlo de inmediato el ayuntamiento y si no la Delegación de Cultura… En Baza se ha estado incumpliendo la Ley constantemente, tanto en este monumento como en otros…                

Ante el estado de ruina progresivo (filtraciones de agua, caída de cubiertas, desmoronamiento de lienzos de muralla…) de casi todos los monumentos de arquitectura militar declarados Monumentos Nacionales de nuestro conjunto histórico y ante la nula puesta en valor de todo este patrimonio, la asociación "Baza Histórica" ha propuesto en numerosas ocasiones a lo largo de la última década la inclusión de su restauración en planes nacionales o regionales como el P.A.D.A. (Plan de Arquitectura de Andalucía) o su inclusión en otros programas regionales como puede ser el Área de Rehabilitación de Centros Históricos de la Junta Andalucía (Oficina de Baza), tema al que le dedicaremos otro artículo…. Ventana en una de las torres
Puerta de la Magdalena / antigua puerta de Jesús

Dado que el ayuntamiento en su página web afirma que “de los motivos de la demolición del arco no se tiene certeza documental” lo aclararemos en este artículo.

 La puerta de la Magdalena está considerada por algunos historiadores como la puerta principal de la medina. Bajo ella se entregaron las llaves de la ciudad tras la reconquista. Permaneció en relativo buen estado hasta la década de los ochenta del siglo XIX, momento en que se planteó y se tomó la decisión de su demolición.

El 28 de enero de 1884 en el periódico La Verdad se denunciaba que desde tiempo inmemorial se venía hablando del estado de ruina del arco de la Magdalena, afirmando que cualquier día iba a “convertir a algún ciudadano pacífico en delgada oblea”. La idea de su derribo tuvo bastante respaldo en la prensa local, la cual desarrolló una abrumadora campaña a favor de su demolición, eludiendo en la mayoría de los casos su valor histórico-artístico.

El 28 de febrero de l884 en el periódico El Independiente se volvía a evidenciar su mal estado y el peligro de derrumbe. El l9 de junio se pedía en el El Imparcial se tirase abajo “ese mamarracho arquitectónico” alegando no ser un monumento que albergase recuerdo histórico o una obra de reconocido mérito. El 7 de agosto y en este último rotativo se publicaba la noticia de que se estaban instruyendo los oportunos expedientes para ser declarados Monumentos Nacionales los arcos de la Magdalena y San José (confluencia calles Alhóndiga y Alamillos). Si este rumor estuvo fundamentado, debió ser consecuencia del decreto de 16 de diciembre de 1873 a través del cual se publicaron diversas disposiciones para evitar la destrucción de los edificios públicos que por su mérito artístico o por su valor histórico se considerasen dignos de ser conservados.

El 20 de octubre de 1884, aprovechando la demolición del arco de Orejas de Granada, permitido por la Comisión Provincial de Monumentos, un ciudadano se lamentaba en El Independiente de que la Junta de Ornato de nuestra ciudad no ordenase su demolición:

                 “Cuando ese gran monumento
                   arco de la Magdalena
                   reviente a cualquier jumento
                   entonces será la pena”

En 1887, tras varios años de denuncias públicas y numerosas quejas de los ciudadanos sobre el peligro inminente de hundimiento, la Comisión de Ornato ordenó a un perito hacer un escrupuloso reconocimiento.

El derribo de esa histórica puerta no se produjo de noche ni con alevosía sino a la vista de todo el mundo y con todas las bendiciones municipales. El 6 de mayo de l887, habiendo tomado la fatídica decisión, el ayuntamiento citó a los dueños de las casas que estaban a ambos lados del arco para que lo presenciasen y tuviesen conocimiento de poder quedarse con los “salientes o martillos” para ampliación de sus casas.

Torreones en los que se apoyaba el arco de la Magdalena.

Antes de efectuar la demolición del arco había que solucionar algunos escollos, pues en el interior del mismo se situaba la capilla de la Magdalena, albergando al parecer todo su ajuar, el cual pertenecía a la diócesis, quién lo reclamó el 6 de marzo. El 24 de agosto llegó una circular del gobierno civil de la provincia concediendo el plazo de ocho días para que los que se creyeran con el derecho a los efectos existentes en el arco, el obispado en este caso, lo demostrasen y los retirasen.

Al igual que en la ciudad de Granada ante el desmantelamiento de la puerta de las Orejas, ya habían surgido en la prensa local posturas de resistente actitud, de quienes defendían su conservación con alegaciones tardo-románticas demostrando el interés creciente de algunos sectores de la población por el patrimonio medieval, carentes del necesario apoyo municipal y provincial. Desconocemos si estas demandas formaban parte del círculo cultural bastetano dentro de un discurso ilustrado-liberal o si fue una voz en el desierto de un intelectual la que se erigió en su paladín. La consideración del patrimonio histórico como un objeto, regulando su uso y conservación será una tarea impulsada siempre por una minoría de la élite cultural que denunciaba estos hechos en la prensa e intentaba presionar a las autoridades a través de instituciones como las Comisiones de Monumentos.

Fue Daniel J. Jiménez, director del periódico El Mosaico, quién en 1857, ante la pérdida mezquina de monumentos de nuestra ciudad, recogía de manera paradigmática toda la carga significativa que aportaba la literatura romántica al redescubrimiento de la arquitectura medieval, una ardiente defensa alegando su valor histórico, haciendo ver a sus conciudadanos el gran desconocimiento del patrimonio bastetano, pues fue delante de esta puerta donde se entregaron las llaves de la ciudad a los Reyes Católicos:

“Detuvieronse los reyes en la puerta, y entonces Cid-Yahye se adelanto a rendir homenaje a la reina y poner en manos del rey las llaves de la plaza. Tanto él como los demás caballeros moros fueron obsequiados con dinero, ropas, caballos y palabras del mayor agrado y cortesía, que brotando de los labios de Isabel, venían a disipar aquella nueva que oscurecía su frente “..., “concluida la ceremonia, mandaron los Reyes se fijara sobre la puerta la santa cruz, que aún subsiste, dieron gracias al todo poderoso y enarbolaron el estandarte que se conserva en el ayuntamiento, bajo la invocación de Jesús, María y José penetraron a la ciudad a la una de la tarde en punto. De entonces data la costumbre de dar tres campanadas a la una, en conmemoración del suceso, así como se llamó puerta de Jesús, a la que hoy llamamos puerta de la Magdalena”

Esta manera de reivindicar el legado histórico no consiguió tener una influencia determinante sobre sus conciudadanos ni sobre el consistorio, pues a pesar de esta defensa tan apasionada en la década de los ochenta dominaban las voces en favor de que el arco fuese derribado. Esta ausencia de concienciación sobre la conservación del patrimonio local entre las minorías dirigentes trajo y sigue trayendo dramáticas consecuencias desde el punto de vista histórico-artístico a nuestra ciudad.

Una imagen gráfica aproximada de la puerta, atendiendo más a sus valores históricos que arquitectónicos, de lo sucedido tras la reconquista, siempre bajo la confrontación de elementos gráficos, literarios y la apreciación personal de un artista europeo desconocedor de la arquitectura musulmana, el maestro Rodrigo Alemán, la podemos encontrar en el tablero número 19 de la sillería de la Catedral de Toledo. La disposición de la puerta y la Alcazaba coinciden con la posición real, lo que hace suponer que el artífice dispusiera de algún boceto o dibujo de un artista acompañante del ejército en la conquista o bien se apoyara en alguna descripción escrita fiel a la realidad. A la derecha, observadas por dos moros desde la muralla, las tiendas del campamento cristiano con sus guardias. En primer término, la tienda real y ante ella una caña y una recámara suelta de lombarda con dos proyectiles. A la izquierda, la comitiva cristiana a caballo, bien armada y ataviada a lo civil, encabezada por el rey don Fernando y acompañada por notables cristianos seguida por tropa a caballo llegaban a la puerta de la ciudad tomada, ante la que se postraba el responsable de los vencidos con las llaves colocadas en la bandeja sostenida por el salmantino Gonzalo de Quirós, cautivo de los árabes y uno de los futuros regidores. Recordar que esta sillería la mandó realizar el cardenal Mendoza y fue ejecutada entre 1489 y 1495, contemporánea a la reconquista.

Entrega de las llaves de la ciudad. Publicado en Semanario Pintoresco Español, 1855. Las diferencias con la realidad en esta representación sobre la toma de la urbe son varias. A nivel histórico, por ejemplo, la reina estuvo en la entrega y en la sillería no, y a nivel de plasmación real de la arquitectura, lo que más nos interesa, la mayoría de los historiadores están de acuerdo en destacar su carácter convencional, arbitrario y poco real, ya que están representados en la mayoría de los casos, por no conocer la arquitectura islámica, recintos amurallados de piedra y de carácter gótico, viéndose hastíales escalonados típicamente alemanes, chapiteles y tejados de pizarra.
Aunque se presenta una puerta torreada de volúmenes prismáticos cuadrangulares no se aprecian los materiales de construcción árabe (tapial y ladrillo) ni el arco de herradura que debió tener de entrada.