Documento 24/12- 30 de abril de 2012

BILLETE PARA EL TREN DE LOS SUEÑOS

Autor: Juan Antonio Díaz Sánchez. (Centro de Estudios Históricos de Granada y su Reino, Centro de Estudios “Pedro Suárez” y Asociación “Péndulo. Papeles de Bastitania”)


            Amanecía un espléndido día en la ciudad de Baza, despuntaba al alba, un radiante sol que iluminaba toda la hoya. La gente se agrupaba en la nueva y flamante estación de ferrocarril de Baza, a las afueras de la ciudad, todos esperaban el momento: la llegada del tren. A las 12:00 horas en punto del medio día, el tren hacía su entrada triunfal sobre las vías y traviesas de la recién inaugurada línea de ferrocarril que unía Andalucía con Murcia y el Levante español, corría el año de 1885. Llamaban a ese tren, el tren de los sueños, y lo era, realmente lo era.

            Gracias a ese tren los herederos de los negocios de exportación de esparto pudieron seguir funcionando, a pesar del asesinato a sangre fría de su promotor, el empresario inglés, David Macfaraline, en el casino de Cúllar; con todos los beneficios que ofrecía el negocio de las exportaciones de esparto desde el puerto de Cartagena hasta el Sauzanton (Inglaterra). Uno de los negocios que más trabajo daban en el altiplano granadino a finales del siglo XIX, pudo seguir con su actividad comercial, gracias al tren que arrastraba los vagones cargados de esparto desde la estación de Baza hasta el embarcadero del “Hornillo” en la playa de Águilas (Murcia) o al puerto de Cartagena. Vagones que iban cargados de esparto, material fundamental para poder extraer la celulosa necesaria en la elaboración del papel que utilizaba el periódico británico, “The Times”. El tren era el medio de transporte que facilitaba la exportación de esparto a Inglaterra y los correspondientes puestos de trabajo que este negocio conllevaba.

Ese tren, discurría sobre férreos raíles, raíles que, por supuesto, eran de hierro y el material necesario para poder elaborar “las herraduras del caballo de hierro” se obtenían, en gran parte, de las minas de hierro de Serón (Almería). Gracias a ese tren, el mineral de hierro que se extraía de estas minas se embarcaba en el puerto de Cartagena con destino a los altos hornos de Vizcaya. Estas minas estuvieron funcionando durante el último cuarto del siglo XIX y buena parte del XX.

           Eran otro gran aporte para la economía de la hoya de Baza y de la cuenca del Almanzora, el tren posibilitó que todo el mineral que se extraía de éstas tuviera una rápida salida hacia los altos hornos donde se transformaría en el hierro necesario para elaborar, entre otros muchos productos manufacturados, los raíles por los cuales discurría ese tren de los sueños.

            Gracias a ese tren, don José Felip Santaolalla, alcalde de la villa de Caniles; pudo hacer realidad uno de sus sueños, la construcción en la vega de esta localidad de la fábrica azucarera “Nuestra Señora de las Mercedes” en el primer lustro del siglo XX. Este hito hizo posible el mayor desarrollo económico e industrial que el altiplano granadino ha experimentado. Una fábrica que estuvo produciendo azúcar y ron hasta el año 1974 y que fue pieza clave en la industrialización de la zona nororiental de Andalucía. Eran muchos los trenes mercancías, recuerdan los ancianos lugareños, que salían cargados de azúcar y ron o que llegaban cargados de remolachas azucareras al apeadero de Caniles. Perspectiva de trabajo, esperanza de futuro, desarrollo industrial y económico…, fueron los efectos que esta fábrica produjo sobre esta tierra, efectos que discurrían, que iban y venían sobre los raíles, arrastrados por ese tren de los sueños.

            A comienzos de la década de los Años 50, Manuel, un niño de nueve años natural de un pueblo de Granada, lindando con la provincia de Jaén, terminó la educación primaria en la escuela nacional de su pueblo, con unas excelentes notas. Sus padres, muy acertadamente, lo animaron a que prosiguiera con sus estudios cursando el bachillerato. Para proseguir con su formación académica y poder acceder al bachillerato elemental era necesario que superara el examen de ingreso al mismo. Dicho examen vino a prepararlo a la academia “Santa Bárbara” de Baza durante todo un curso académico.

Manuel estaba interno en la residencia de estudiantes de Baza, iba todos los días a clase e hizo muy buenos amigos en Baza, los cuales tampoco eran de Baza sino que eran naturales de pueblos cercanos a la ciudad de la Dama y, por lo tanto, eran todos compañeros en la residencia. Compañeros de estudios, de juegos y de “travesuras”, a los cuales, una vez realizada su marcha de Baza, Manuel nunca olvidó y siempre tuvo en su recuerdo. Una vez finalizado el período preparatorio para realizar, con un mínimo de garantías de éxito, el examen de ingreso; se examinó por libre, junto a sus compañeros, en el Instituto “Don Alfonso X el Sabio” de Murcia. Manuel superó, sin dificultad alguna, el examen de ingreso, lo que le permitió regresar a Granada y estudiar el bachillerato en la ciudad de la Alhambra. Todo este periplo fue posible, en gran medida, porque Granada, Baza y Murcia estaba comunicadas por el medio de comunicación más rápido y seguro de mediados del siglo XX: el tren, ese tren de los sueños que permitió a Manuel, como a tantos otros niños, poder desplazarse por el sureste español para poder preparar con mucho éxito su examen de ingreso.

            El tren, ese tren de los sueños que hizo posible la existencia y conexión de estas tierras andaluzas, ese romántico “caballo de hierro” que cabalgaba sobre los férreos raíles transportando habituales pasajeros -que veían desde las ventanillas de sus vagones las tierras y ciudades por donde éste discurría- cargados de alegría e ilusiones, ansiosos de llegar a sus destinos. Es por todo lo anteriormente expuesto, por lo que los habitantes del noreste de Andalucía: de la hoya de Baza, del altiplano de Huéscar, de la cuenca del Almanzora, de la zona meridional de Murcia y de la zona suroriental de Albacete queremos que el tren, ese tren que nuestros abuelos y padres, recuerdan con tanta añoranza y nostalgia, vuelva a discurrir por las tierras nororientales de Andalucía, que ésta quede comunicada con Murcia y el Levante como fue exactamente durante casi un siglo (26 de marzo de 1885 - 31 de diciembre de 1984).

            Ojalá y dentro de quince años podamos comprar ese billete para el tren de los sueños, que ese “caballo de hierro” volviera a “cabalgar” y a “galopar” por su senda de raíles y traviesas, contribuyendo en sí mismo al desarrollo económico, poblacional y social de esta tierra; como lo fue hace ya más de un siglo y de lo que, tristemente, en la actualidad sólo nos quedan los recuerdos y la memoria que componen su propia historia. Con la reactivación de la antigua línea ferroviaria Guadix-Baza-Lorca, aprovechando el trazado del Corredor Ferroviario Mediterráneo, se cometería un acto de auténtica justicia histórica con esta tierra que quiere y pretende despertar a la industrialización para así contribuir, en la medida de sus posibilidades, a combatir y paliar la grave crisis económica que nos azota, pero de la que estoy seguro saldremos adelante.