Documento 46/12 - 12 de octubre de 2012

¡¡YA VIENE CASCABORRAAÁS!!

Artículo publicado en el número 115 dela revista "Espigas y Azucenas", en la sección "Ocios y Solaces", el 1 de octubre de 1919

Autor: Fray Jesús D. Moreno.


El día seis de Septiembre, es un día clásico en Baza. Mucho antes que llegue esa fecha, desde que los carpinteros comienzan a golpear las tablas conque forman las "casetas de la feria" en la Plaza Mayor, los zagales y mozuelos del pueblo no quitan de sus bocas el nombre de Cascaborras. En los corrillos que forman, en sus juegos y peleas, en todo mezclan a Cascaborras. ¡Pronto vendrá Cazcaborra! - dicen- ¡Ya vié Cazcaborra! ¡Viva Cazcaborras! Y tiran las gorras en alto y ríen a todas sus anchas, pensando en la venida del Cascaborras...

El día seis de Septiembre, es un día clásico en Baza. Mucho antes que llegue esa fecha, desde que los carpinteros comienzan a golpear las tablas conque forman las "casetas de la feria" en la Plaza Mayor, los zagales y mozuelos del pueblo no quitan de sus bocas el nombre de Cascaborras. En los corrillos que forman, en sus juegos y peleas, en todo mezclan a Cascaborras. ¡Pronto vendrá Cazcaborra! - dicen- ¡Ya vié Cazcaborra! ¡Viva Cazcaborras! Y tiran las gorras en alto y ríen a todas sus anchas, pensando en la venida del Cascaborras...

Cuando yo llegué a este pueblo, rara era la visita, rara la presentación en que no saliera a relucir Cascaborras.

- ¿Qué? ¿Le gusta este pueblo? -me decía una dama muy respetable.

- Mucho, señora -le contesté. Tiene una vega muy fértil y hermosa. La población, aún con sus resabios de los tiempos árabes, es bonita. La gente bastetana, como buena andaluza, es alegre, cariñosa y simpática.

- ¡Claro, usté que va a desí! Zi, zi. Ya verá usté. Esto ez mu zano. La agua de "zan Juan" y las "ziete fuente" zon riquízima. Aquí ze pondrá esté gruezo, mu gruezo.

- Falta me hace, señora, pues bien echaría usted de ver, que parezco de la familia de D. Quijote de la Mancha.

- Zí, zi. ¡Que grasia! Lo verá usted... Aquí hay mucho bueno que ve. La Ilezia Mayó, la de la Mersé, que es la de ustedes; con su virgensita de la Piedá y zobre todo, la entrada triunfá de Cazcaborra. ¡Jezucrito, cuando usté vea a Cazcaborra, lo que va a disfrutá...!

Está visto -decía yo, Cascaborras en Baza es una institución. Yo no sé los castillos en el aire que me formé, acerca de él y de su entrada en Baza. Llegué a figurarme, que sería algo parecida a la que hicieron los Reyes Católicos cuando la reconquista, o a la que hace un Obispo cuando por primera vez va a su nueva Diócesis, o la de un ejército que vuelve con los trofeos de la victoria a su Patria...

Llegó, por fin, el día seis. De buena mañana, me eché a la cara al señor Frasquito, quien por todo saludo me dice:

- Padre: ya viene por eze camino el Cazcaborra.

- Mucho que me alegro, Frasquito. Tengo ya gana de ver a ese personaje zarandeado.

- Verá usté, verá usté. Ezta madrugadita, habrá zalido de Guadí. Ar medio día comerá en la "Venta der Baú" y a las sinco de la tarde le tenemo en "Zan Pedro Mártir" acompañado de la Comizión que vié a festejá a la Piedaíca...

La ermita de "S. Pedro Mártir" está a la falda de una loma por donde ha de bajar Cascaborras. Allí se dirigen muchas personas, de buena mañanita, cargadas de enseres estomacales y de la tradicional "sandía". Allí esperan a Cascaborras. Allí comen, bailan y ríen a pierna tendida y no faltan algunos que a fuerza de "empinar el codo" cuando llega el protagonista de la fiesta, están hechos "atunes" y en vez de uno , ven tres o más Cascaborras, como le aconteció, no ha mucho, a un gitano (que también los gitanos forman parte de esta fiesta) el cual decía:

- ¿Oye grito! ¿Cuanto Cazcaborra han venío?

- ¡Jezucrito cómo eztá i compare! Pue ¿cuanto han de vení? ¡Uno!, como ziempre...

-¿Uno, gito? ¡Pue, zi yo veo como zinco!

- No erez tú, compare, ez er vino er que tié tan güena pupila...

A las cuatro de la tarde, ya comienzan a salir las mocitas de sus casas, luciendo por las calles su garbo andaluz y sendos mantones de manila. Los balcones se visten de colgaduras y un rumor de voces se difunde por toda la ciudad como en las grandes fiestas. A cualquiera que le preguntes: ¿a dónde vas? te responderá con una graciosa sonrisita: ¡Jezucrito, pues a vé a Cazcaborra! ¿No lo zabe? Y toda la gente se va arremolinando por la "Plaza de las Eras" o hacia la Estación.

Pero el jolgorio principal está en "S. Pedro Mártir". Aquello sí que es un verdadero hormiguero de gente: unos que dan voces, otros que tiran alegres risotadas, y todos con los ojos puestos en el viejo camino de Granada, que es por donde ha de venir Cascaborras. Al fin llega "el deseado de las gentes". Y apenas amanece por la loma, crece la algarabía, las voces son más ensordecedoras y aquello es un maremagnum.

Llega Cascaborras a la ermita, y allí se viste de... ¿de qué pensarás tú, amigo lector, que se viste Cascaborras? Nada menos que de un traje con más colores que el arco iris, sucio, feo, como si fuese un payaso otitiritero de un Circo arruinado. Yo, al verlo, me quedé hecho de piedra. ¿Es esto Cascaborras? -decía para mí-. Mas, el público no se fija en esto. Sólo están atentos a la cachiporra que el payaso trae en la mano, que es lo que luego divierte a los mozos.

Ya que está puesto en facha el Casca, tira al aire un cohete de esos que en Murcia llaman "un roncaor". Esta es la señal de su llegada. Las campanas de la Merced, al oír el estampido del cohete, desatan sus lenguas de bronce y voltean alegres, poniendo en movimiento a todo Baza. ¡Y aquí fue Troya! Porque... comienza a andar Cascaborras y, lo mismo que cuando se corre una vaca en los pueblos, la gente le dice cuantas picardías le viene a la boca; los mozos le empujan, le pellizcan y le tiznan la cara; los zagales, por no ser menos, le tiran cortezas de melón, tomates podridos y... algo más sucio; en tanto el pobre Cascaborras se defiende como puede, repartiendo cachiporrazos a troche y moche, a diestra y siniestra, y de este modo, hechos unos locos de atar, bajan al pueblo y corren las calles de la "Alóndiga", "Plaza Mayor", "los Dolores", "Zapatería" y "Placeta de la Merced". Yo, antes que llegase aquí el "héroe", me colé en un balcón para ver mejor su entrada. ¡Qué aspecto tan simpático ofrecía la Placeta! Oleadas de gente que, como las del mar, entraban en la placeta y retrocedían al callejón, nos indicaron que el "payaso" estaba cerca.

En efecto; al momento asomó Cascaborras hecho un nazareno, jadeante, sudando a mares y defendiendo sus costillas con la clásica cachiporra. Unos mozuelos se empeñaron en capuzarle en la fuente, pero él, bregando como pudo, se defendió hasta evitar el remojón. Llegó por último frente a la iglesia, empuñço una bandera y, como por ensalmo, acabó el jaleo, se apagaron las voces y ya nadie osó tocar al Cascaborras, porque desde ese instante le miran como cosa bendita. En seguida, un enjambre de chiquillos rodea al abanderado, arrodillanse a sus pies formando corro y, al son de las campanas, Cascaborras en medio de aquel colmenar de zagales, juega la bandera sobre sus cabezas infantiles, en tanto los rapaces, siguiendo los movimientos de la señera, vocean ondulando el sonido: ¡a a..! ¡a a..! ¡a a..! Después entran en la iglesia y delante de la Virgen, repiten la misma ceremonia. En seguida, una "Salve" cantada...

Y cuando hubo terminado todo, pregunté a Frasquito que estaba a mi lado.

- ¿Se puede saber la explicación de todo esto, amigo mío?

- Ya lo creo, zí ceñó. Este Cazcaborra, azí como usté lo vé, reprezenta al obrero que encontró a la Virge y por ezo viene al frente de la Comizión. Y lo de Baza la resibimo azí, porque dise que vié a quitarno la Piedaíca. Y ¿cómo vamo nozotro a cosentí ezo? No pué ze. Pero, todo ezo zon serimonias y zuposicione ¿zabe usté?

- De modo que Cascaborras y los que le acompañan ¿forman esa Comisión que desde antiguo viene de Guadix a festejar a la Virgen, verdad?

- Zí ceñó. Y, pazado mañana, le vera usté con eze traje que parese un "maleta" escapao e la plasa de toro, le verá usté, zí, prezidiendo la miza y la prosesión de la Virge. Acabado ezto, ze marcha a zu pueblo y allí le resiben peor, pue, disen que za venío por la Virge y no ze la yeva...

Con esta charla nos despedimos. La gente, satisfecha de haber visto una vez más a su famoso Cascaborras, se retira a sus casas en busca de la cena. Yo, satisfecho también, de haber contemplado una fiesta tan peregrina, no hacía más que acordarme de lo que me dijo aquella dama tan respetable: ¡"lo que vá usté s disfrutá..."!