POR LA ALAMEDA

Una sección de Lola Fernández Burgos
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AQUÍ SE VIVE MUY BIEN

La Hoya de Baza hace fácil descubrir hoy un valle en donde hace mucho, mucho, pero que mucho tiempo hubo un lago interior de agua dulce, según nos cuentan los entendidos. Parece ser que al romperse este lago, su arrastre, unido a las lluvias torrenciales de entonces, conformó el característico y precioso paisaje de cárcavas y barrancos que es tan visible en nuestros alrededores. Sin entender demasiado de geografía, siempre he distinguido aquí un paisaje estepario que me ha recordado mucho a África. Y en este terreno de altiplanicie, los restos fósiles de enormes mamíferos desaparecidos me aclaran que mis impresiones sobre la similitud de nuestra tierra y la africana, no van mal encaminadas. Las huellas del hombre nos dicen también que ya en el Neolítico habitaba nuestras tierras, y la cultura íbera, la romana, la visigoda, la árabe, y la cristiana han ido conformando nuestra historia y el resultado de la actual Baza. Somos un pueblo con mucha historia. Sólo hay que saber mirar y escuchar atentamente la voz del pasado.

Sin embargo, no es de historia que quiero hablar hoy. Me apetece mucho más hablar de actualidad. De la actualidad y el presente de Baza como ciudad. Para empezar, confesar que soy una enamorada acérrima de todo lo bastetano. Me gusta muchísimo Baza y creo que en ella se da una evidente calidad de vida. Aquí se vive muy bien, y lo importante es conseguir que cada día se viva mejor. Para empezar por las cosas sencillas, que son a la postre las más importantes, se come muy bien. Esos platos de nuestras abuelas, deliciosos y tradicionales: conejo con gurullos, gachas, migas, gachas tortas, gurupina, fritá, ensalada de pimientos asados…Y esos embutidos bien secados por un clima idóneo, sin duda son de los mejorcitos del país, regados por un buen vino, en una tierra de la que los árabes ya sabían de su bonanza para las cepas.

De lo simple, al cielo. Precisamente por estar en un altiplano, a quienes nos gusta mirar a la noche las estrellas, contamos con un cielo privilegiado. Ahí está el Observatorio hispano alemán de  Calar Alto, en la Sierra de los Filabres, que aunque con mucha menos contaminación lumínica, comparte un cielo maravilloso con nosotros. El mismo que de día se refleja en las aguas de los pantanos y embalses que nos rodean, dándoles unos matices de belleza insuperable: el Negratín, la Bolera, San Clemente, el Portillo…

Satisfechos el cuerpo y el espíritu, en Baza se tiene un futuro de lo mejorcito a nivel social, económico y cultural. Estamos saliendo de muchos años de estancamiento de la zona norte de la provincia, y poco a poco vamos caminando, para algunos lentamente, pero lo más importante es que imparables y seguros. Si aquí no hubiera futuro, pocos se vendrían a buscarse la vida, y la verdad es que cada día lo hacen más personas. Donde hay inmigrantes no suele haber demasiados problemas de paro y pobreza, porque van  huyendo de ellos precisamente.

Quienes tienen hijos saben que aquí hay una seguridad ajena en la mayor parte de las grandes ciudades y capitales. Pueden salir sin que los padres sufran la ansiedad de saber que corren grandes peligros. Y quienes tenemos coche estamos contentos de poder prescindir de él la mayoría de las veces, pues no hay distancias, amén de desconocer lo que es el grave problema de no encontrar aparcamiento por sistema. Todas estas, y muchas que me dejo en el teclado, son importantes razones. Si a ellas unimos que Baza es lo suficientemente grande como para no padecer el “espionaje vecinal” de los pueblos más pequeños; y lo suficientemente pequeña como para no sentirnos autómatas aislados que vagamos por las calles a bordo de las prisas sin mirarnos unos a otros, convendrán conmigo en que aquí se vive muy bien.