POR LA ALAMEDA

Una sección de Lola Fernández Burgos
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CASCAMORRAS

     Con la salida desde las Arrodeas de Cascamorras, Jesús Samaniego este año por última vez porque así lo ha decidido, se iniciaba verdaderamente una Feria más en nuestra ciudad. Son diez días de fiesta, dedicadas a la Virgen de la Piedad, pero que como tantas expresiones lúdicas populares, han perdido bastante de su matiz religioso, aunque aún lo conservan en algunas de las actividades programadas para estos días.

     Cascamorras es un personaje de nuestra tradición bastetana, que se lleva en el corazón, y que si no estás en Baza para esperarle, o para correr con él aunque sea parte de su trayecto, o para verle pasar desde el balcón, o simplemente para escuchar los cohetes de la carrera, es un motivo de disgusto y hasta de derramar unas lágrimas, deseando que el próximo año nada impida estar ahí con él el 6 de septiembre.

     Confieso que de pequeña me daba un poco de miedo ver esa marea de gente ennegrecida que parecía, a los ojos de una niña, querer ahogar a Cascamorras en los Caños Dorados, frente a los cuales estaba el balcón desde el que año tras año veía este verdadero espectáculo. No era hasta el día siguiente que yo me atrevía a acercarme a él, ya todo limpio y trajeado, ondeando la bandera sobre la cabeza de la numerosa chiquillería que felices le seguíamos por las calles del pueblo, como una sombra limpia que parecía hacerle mucho más feliz que la negra que la tarde anterior evitaba que cumpliera su deseo de llegar sin mancha hasta la Virgen y llevársela a Guadix.

     Este año, después de la procesión de la Virgen de la Piedad, por primera vez después de muchos años, tuve la oportunidad de sentir esa bandera de Cascamorras girar magistralmente sobre mi cabeza, primero en un sentido y luego en otro, y fue verdaderamente emocionante. Sentí el valor de una tradición de la que era partícipe y protagonista. Y entendí que eso que me había hecho reír y disfrutar de pequeña, era ahora algo diferente y muy especial. Aunque no sabría explicarlo. Confío en quien lea esto pueda entenderlo sin necesidad de palabras.

     Este año dicen que ha sido una carrera muy lenta. Tanto que ni las televisiones pudieron ofrecer las imágenes que miles de bastetanos esperaban anhelantes en muchas partes, ante la imposibilidad de estar ahí en persona, que sí en corazón. Dicen que había demasiada gente. Que corría gente con exceso de alcohol, provocando problemas en la misma carrera, y colaterales, especialmente de peleas.

      Hay algunas cosas que no me gustan nada de esta fiesta, y aprovecho la ocasión para decirlas: que se introduzca en ella el alcohol (ya habrá luego tiempo de pasar por el recinto ferial, preferiblemente “lavaíto y arreglao”). Que se lancen trapos sucios a personas que están como meras observadoras, y a partes altas de los monumentos protegidos por abajo. Que se vayan dejando negras las paredes de medio pueblo y se griten consignas contra la gente de Guadix (“accitano el que no bote”, por ejemplo). Creo que las tradiciones hay que vivirlas dentro del respeto a todos. Si alguien no quiere mancharse, no hay que mancharle. Por otra parte, ya hay un secular “enfrentamiento” entre accitanos y bastetanos latiendo en esta tradición, como para frases maleducadas que molestan a quienes desde Guadix gustan de vivir también aquí la tarde. Igual que molestan las de Guadix contra los bastetanos, cuando vives allí el Cascamorras.

     Mención aparte para el alcohol. Hay que cuidar mucho este aspecto, que ciertamente, siempre estuvo presente entre parte de la gente que iba con Cascamorras. Pero que como dejemos que se introduzca como un elemento más, con la cantidad de personas que año tras año va haciendo que haya muchísimos más participantes, se puede convertir en un grave problema que acabe generalizando los aspectos negativos, y deje tocada una tradición que no necesita de elementos añadidos, y menos si le son perjudiciales.