POR LA ALAMEDA

Una sección de Lola Fernández Burgos
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MACROTETADA

Este mundo nuestro avanza que es una barbaridad. Aunque en esa carrera hacia adelante va dejando en el camino algunas cosas de las de toda la vida, algunas de las cuales parece ser que son esenciales. Este fin de semana ha habido una gran tetada nacional, incluida una tetada bastetana en la Plaza Mayor, para recordar lo importante de amamantar a los bebés con la leche materna, a la par que reivindicando la ampliación del permiso por maternidad hasta los seis meses.

La incorporación generalizada de la mujer al mundo laboral ha traído muchas más consecuencias que el alimentar a los hijos sin recurrir a dar el pecho, como se ha hecho tradicionalmente. Macrotetadas aparte, el signo de los tiempos va en una dirección que es inconciliable con el rol tradicional de la mujer.

Es muy difícil mantener y conjugar sin incompatibilidades el papel de madre, esposa, ama de casa y además trabajadora fuera de ella. De poco servirán las tetadas locales, autonómicas, nacionales o mundiales, si no se adoptan conjuntamente una serie de medidas de ayuda a la vida cotidiana de las mujeres. Empezando por la ayuda, real, de su pareja en todas las labores del hogar, y continuando con desterrar la idea de que es a la mujer a quien corresponde el cuidado de los críos.

La mujer lleva durante nueve meses una carga que es imposible de aligerar, en eso estamos de acuerdo. Pero pasado el parto y la recuperación física de una experiencia tan maravillosa como dura, es el momento de compartir. En teoría son muchos los padres que están por la labor. En la práctica, las mujeres siguen siendo las grandes madres de toda la historia de la humanidad de género femenino. Algo encomiable sin duda, pero muy difícil de compaginar con los tiempos modernos.

La leche materna será muchísimo mejor que la no materna, pero ésta es más asequible y fácil para los bebés cuyas mamás trabajan fuera, y tampoco es venenosa. Por supuesto que no voy a negar las ventajas para los hijos de ser amamantados, pero las madres que no pueden dar de mamar, sencillamente porque por sus horarios le es imposible, tampoco han de pensar que están haciendo algo malo o perjudicial para sus bebés.

Así que vamos a tomarnos muy en serio todas las medidas de igualdad de género, en todos los ámbitos, pero de un modo muy especial puertas adentro de cada hogar, y sólo así podremos ir conciliando los distintos papeles que les toca interpretar a las mujeres, muchos de ellos poco apetecibles, y que ya va siendo hora de que empiecen a ser asumidos también por los hombres.

En caso contrario, de nada servirán macrotetadas o actos de la misma índole. Porque no es que la mujer no quiera. Es mucho más simple: es que la mujer no puede. Y mientras no se entienda esto, pocos cambios se conseguirán. Los índices de natalidad seguirán cayendo, inmigrantes aparte, y la lactancia materna pasará a ser algo testimonial de unas pocas mujeres.