POR LA ALAMEDA

Una sección de Lola Fernández Burgos
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SUEÑOS INALCANZABLES

Hoy toda España está conmocionada. Baza no es la excepción. El terrorismo ha vuelto a dejarse sentir, y, como siempre, ha venido acompañado del eco de atentados anteriores. ¿Cuántas personas inocentes han de morir para que ETA llegue a entender que lo mejor es que abandone las armas? ¿A cuántas familias más ha de dejar destrozadas antes de rendirse y aceptar que su guerra está perdida?

Cuando el terrorismo habla, su discurso de miedo y luto llega hasta el último rincón del país; y si me apuran, hasta el corazón de toda  persona sensible. Nunca es precisa la actuación de ninguna banda armada, pero mucho menos en un sistema democrático. Hay unos mecanismos políticos para expresar las reivindicaciones de cualquier tipo.

ETA ha vuelto a atentar y lo ha hecho desde una supuesta debilidad ante el cerco policial al que se ve sometida en los últimos tiempos. Ha asesinado brutalmente a un joven Guardia Civil y ha dejado a otro prácticamente muerto. 206 víctimas de la Guardia Civil, de un total de 818 personas asesinadas por los etarras.

Es el primer atentado desde que rompieron la tregua en junio, y no ha sido nada que no se esperara, aunque la verdad es que se confiaba en que no ocurriera. Que no es lo mismo que decir que el Estado estuviera confiado, porque precisamente los agentes contra los que se ha atentado estaban en territorio francés para luchar contra ETA, desde la acción conjunta de Francia y España.

El Estado de Derecho, con la necesaria e imprescindible unión de todas las fuerzas políticas, contra una banda de asesinos que no se cansa de matar en un fanatismo sin sentido. Matar por matar, sabiendo que no va a conseguir su absurdo objetivo de crear una nación vasca sumando Navarra y parte de Francia a la actual Euskadi. Es como pedir la Luna y esperar que alguien te la baje.

La sociedad, toda la sociedad española, incluyendo la vasca, está hastiada de este mecanismo asesino de terror, que deja tras de sí un rastro innecesario de dolor e impotencia. Hace muchos años ya que vivimos en democracia. Nuestra Constitución va a cumplir 29 años. Las demandas de los pueblos se pueden hacer perfectamente desde la paz. No por hacer correr sangre se va a conseguir lo imposible.

Me gustaría mucho estar escribiendo de algo totalmente diferente, pero hoy sólo puedo acompañar en su dolor a quienes lloran este absurdo atentado. Todos morimos un poco en cada asesinado por la banda etarra. Incluso sus componentes, aun sin saberlo. Cada vez que vacían el cargador de sus armas, hacen un poco más profundo el foso en el que finalmente acabarán ellos y sus sueños inalcanzables.