POR LA ALAMEDA

Una sección de Lola Fernández Burgos
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QUERIDOS REYES MAGOS

Queridos Reyes Magos:

No he querido escribiros mi carta hasta que no dejarais todos los regalos de los niños y niñas, que son los que han de contar con vuestra preferencia, pues ellos son quienes con mayor ilusión esperan vuestra llegada. Mas una vez que hoy ya juegan felices, creo que no os molestará demasiado que os haga llegar mis deseos, que espero que hagáis realidad si está en vuestra reales manos.

Para empezar me gustaría tanto que se acabaran las guerras de este mundo…Las más “famosas” y las invisibles, que suman más de una treintena, lo cual se dice pronto, pero es un espanto, sobre todo por el sufrimiento que acarrea a los más débiles, la infancia a la cabeza. Y de paso, si no es demasiado pedir, no estaría nada mal que destruyerais para siempre las minas antipersona, que son unas terribles máquinas que matan y mutilan a miles de personas en el mundo entero, y que son tan nefastas  que permanecen activas más de medio siglo una vez acabado el conflicto que las sembró. Como sabréis, hay más de cien millones de ellas en casi setenta países, y su acción no distingue entre combatientes o civiles ajenos al combate.

Después os pediría que acabéis de una vez con la hambruna que mata a casi mil millones de personas al año,  de los cuales trescientos son de niños y niñas, especialmente en ese tercer mundo que podríais convertir en uno de primera, así como quien no quiere la cosa. De esta manera, las circunstancias económicas mejorarían hasta el punto, por ejemplo, de hacer innecesaria una sola patera más, y sería un placer volver a pasear por la orilla del mar sin miedo a encontrar los cadáveres de quienes soñaron un mundo ideal lejos de su infierno, y sólo encontraron una muerte de abandono y sal golpeando las rocas de las costas.

Quisiera también que nadie nunca más usurpara el puesto de vuestro Dios y se creyera con derecho a matar. Que el terrorismo dejara de asesinar en nombre de ideales que pueden defenderse sin sangre. Que las armas no tuvieran ya razón de ser y las grandes multinacionales que comercian con vidas se dedicaran entonces a la repoblación forestal, por decir algo, con el consiguiente beneficio medioambiental. Que se respetara la Naturaleza como algo sagrado que garantiza el futuro de nuestra especie, y de la flora y la fauna en general. Que dejara de acumularse basura sideral que cualquier día será un grave problema y el Universo siguiera siendo un enigma sin mancillar.

Puestos a pedir, queridos Reyes Magos, salud para todos y todas, para que podamos convivir desde el respeto a las diferencias y el encuentro más allá de la diversidad. Que la sociedad no margine a nadie por ningún motivo, y en ella no quepa el abuso de ningún poder. Que se acabe con las injusticias, y con la prostitución, especialmente la de los críos y crías. Que se esfume el miedo de la faz de la Tierra, y la tristeza y las depresiones, y la soledad, y el abandono de los más débiles. Que ni un solo viejecillo o viejecilla se sienta desamparado e ignorado por esta vida tan dura y difícil. Y que no haya ni un solo menor que vea nublada su característica alegría y su necesaria tranquilidad para convertirse en equilibrados adultos.

Sé que ya he pedido muchas cosas, e igual pensáis que no he sido tan buena como para concedérmelas. Pero imploro entonces vuestro perdón y aún me atrevo a expresar algún deseo más: que el amor inunde nuestros corazones y en ellos no quepa el dolor. Que seamos personas valientes para luchar por aquello que esté en nuestras manos lograr sin tener que acudir a una carta como la que hoy os escribo. Que la benevolencia acabe con envidias y zancadillas. Que la gente que no sea buena, que la hay también,  transforme su conducta sin necesidad de caer del caballo como San Pablo, y que la misma luz que a él iluminó, llene sus vidas de energía positiva.

Bueno, no quiero abusar de vuestra generosidad y sí agradeceros de antemano lo que gustéis regalarme, si no puede ser todo. Tened un buen viaje de regreso a Oriente y no dejéis de mirar la estrella que guía vuestros pasos, no vayáis a extraviaros y el año que viene los niños y niñas se queden sin vuestra maravillosa visita. Todo mi amor y os aseguro que procuraré portarme bien.