POR LA ALAMEDA

Una sección de Lola Fernández Burgos
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GENTE

Hablamos siempre de la gente en abstracto, como si de un ente mayúsculo y sin rostro se tratara. La gente, el pueblo, la masa. Pasear es un ejercicio sano y calmado, que te permite reflexionar, analizar mentalmente las cuestiones que te pueden preocupar, para bien y para mal; y muy especialmente, mirar a las caras de esas personas con las que te cruzas, que no son sino la concreción de ese concepto general de gente.

Tan distintos todos, y, sin embargo, tan semejantes. Tan complejos, pero  qué sencillos. Unas simples vueltas por la Alameda y se diría que tienes ante ti los ejemplos de un índice de psicología evolutiva. Desde los bebés en los carritos empujados por sus padres, hasta los mayores sentados al sol, huraños o dicharacheros, según el día. Pasando por todas las edades. E incluso se podrían hacer agrupaciones morfológicas tan homogéneas para un buen observador, que hasta podríamos asustarnos.

Las personas, hombres y mujeres, fusiones andantes de genética y medio ambiente. Productos de una educación familiar y del resultado de genotipos y fenotipos azarosos. En el fondo todos desvalidos, pero unos buena gente y otros mala gente. Es el destino, que tiene que ejemplificar el bien y el mal, más allá de la existencia de un san Juan y un san Judas.

Al final, todos la mar de obedientes, pero con la necesidad de sentirnos rebeldes cuando toca. Y tan previsibles la mayoría de las veces, que lo más que provocamos es pura ternura, aun en un mundo difícil en que hay que jugar roles de fuerza, aunque sea de esa que sirve para hacer bueno el refrán de “perro ladrador, poco mordedor”.

A veces, la agresividad, incluso extrema, sólo oculta miedos. Pero ante el temor, hay seres humanos que se hacen grandes y muestran conductas heroicas. Por el contrario, los hay que se convierten en auténticos villanos (pienso por ejemplo en los hombres que matan a las mujeres porque no aceptan que no les pertenecen).

Gente. Todos somos gente, más allá de nuestra individualidad. Con nuestras conductas sociales. Y con las asociales también. Felices o desdichados en el día a día. Teniendo que esconder las debilidades para no ser arrollados. Buscando cada cual en sus motivaciones la felicidad que la vida nos da con cuentagotas, y que por eso mismo es felicidad. Gente práctica o idealista. Ésta abre caminos, aquélla los hace cómodos y aptos para todos y todas.

Con distintas creencia e ideologías. De distinta nacionalidad o etnia. Con vidas fáciles o viviendo el infierno en vida. De gustos como colores. Amantes de unas u otras tradiciones. Con aspiraciones tan diferentes que cada cual nos sentimos únicos. Pero basta darse un paseo con los ojos atentos y veremos que tal vez lo que más nos diferencie sea el envoltorio, lo superfluo. ¡Porque en el fondo somos todos tan parecidos!

Gente. Viviendo un mundo espiritual, o material; o ambos a la vez. Gente que la muerte va renovando. Tan esenciales todos, y a la vez tan imprescindibles, como los granos de arena en la playa.