POR LA ALAMEDA

Una sección de Lola Fernández Burgos
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LA CARA OCULTA DE LA LUNA

 

Ciudadanos más queridos, más significativos, más conocidos, más representativos…se dice. Y tal vez se esté queriendo decir que son los que más quieren y más dan a conocer la ciudad. El amor entre personas suele  darse en una bilateralidad. Cuando se ama “algo”, quizá se ame más sin esperar nada a cambio. Aunque tampoco ese segundo tipo de amor está exento de egoísmo.

Todo amor es egoísta, a pesar de que los padres, o las madres, digan lo contrario. No se quiere lo que no da placer, a no ser que se sea masoquista  y se ame lo que da displacer, pero es que ese displacer es puro placer para quien lo ama, si se me permite el juego y el lío de palabras. La verdad es que los sentimientos no caben en el abecedario. Pero se puede intentar explicarlos.

Si creáramos el premio para la bastetana o el bastetano más queridos no albergo dudas sobre que empezaríamos a pensar en alguna persona que haya dado “visibles” muestras de su amor por Baza. Pero, ¿sería realmente quien más la amara? ¿Acaso el amor más profundo no se siente en ocasiones sin posibilidad de exteriorizarlo? ¿No es el silencio muchas veces más amante que el grito más intenso? No porque digas “te quiero”, quieres más que si no lo dices. Y aunque sea precioso decirlo y que te lo digan, igual quien jamás osará decírtelo es quien te ama más apasionadamente.

Los galardones suelen ser simbólicos, pero al tiempo que iluminan una parcela, oscurecen otra. Si premias la juventud, obvias la madurez. Así, sería una buena idea el hacerlo por pares, por parejas; ya fueran complementarias, ya contrarias, ya alternas…Por ejemplo, los premios naranja suelen darse con los premios limón, para reconocer la simpatía o la  antipatía, respectivamente. Pero es que no habría nadie que nos pareciera simpático si no conociéramos a alguien antipático, y viceversa. Los contrarios no solamente se atraen, sino que mutuamente se necesitan.

La luna brilla porque el sol la ilumina con la luz de su fuego. Pero la cara oculta de la luna existe, y estoy segura de que su belleza es real e inmensa, a pesar de permanecer escondida a nuestros ojos. El misterio puede ser  tan o más atractivo que la evidencia. Los animales no hablan, como tampoco lo hacen los bebés, o los mudos. Mas sin proferir una sola palabra ¡cuántas sensaciones nos transmiten, y qué cantidad de sentimientos albergan en sus corazones! Y no es necesaria la voz para saber lo que sienten tan de verdad exclusivamente por nosotros.

De cualquier manera, la vida es mucho más sencilla si dejamos de intentar explicarla. Vivir es tan simple como respirar. Aunque tampoco está mal respirar y aspirar a conseguir entender lo que ni siquiera es la expresión de un enigma. Si no te haces preguntas, no necesitas respuestas. Pero tampoco las tendrás. Si miras las montañas, no dejarás de gozar de su belleza. Pero si las escalas, añadirás el placer de alcanzar sus cimas.

La persona más profunda, se dice. E igual se está queriendo decir que es la que más sencillamente vive la vida. Vivir la vida, que no morirla. Aunque todo va parejo, como decía: si cada día es un día más, también es cierto que es un día menos. Así, vivir y morir se dan al unísono. O sea, que muero porque estoy viva. Y estoy viva mientras me voy muriendo. Esa es realmente la esencia de nuestra existencia. Tan simple como lo más complejo.