POR LA ALAMEDA

Una sección de Lola Fernández Burgos
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INÚTILES

Hay un servicio de retirada de enseres inútiles que nos sirve para deshacernos de los trastos viejos que ya no queremos en nuestras casas. Es sencillo y muy útil, por lo que está generalizado en muchas localidades de nuestro país. Y además es gratuito. Perfecto. Cuando nos hartamos de un mueble viejo, o de un colchón incómodo, o algún electrodoméstico pasa a mejor vida, por ejemplo, nos basta con tomar la pequeña molestia de dejarlo al alcance del camión que los retirará. Y hasta nunca, sin reparos, sin remordimientos, sin nostalgias. Un alivio como otro cualquiera.

Si fuera tan sencillo perder de vista a los seres inútiles que nos rodean…No para su eliminación, que no soy simpatizante de Hitler, pero sí para no tener que volver a verlos más en la vida. Retirada de seres inútiles. Sería genial, sencillamente una simple solución para un grave problema. Quitar a los inútiles de nuestro entorno cotidiano sería darle a nuestras vidas la oportunidad de ser disfrutadas sin la sombra de quienes no sirven sino para molestar y disturbiar.

Broma con más o menos gracia aparte, qué lastre más pesado tener que andar el camino tirando de quien no hace nada de nada, como no sea deshacer lo hecho. Les da igual lo que los demás realicen, el caso es tirarlo por tierra para justificar su inutilidad existencial. Tú construyes y ellos destruyen. Y da igual si es martes o miércoles: ningún camión vendrá a recogerlos para llevárselos y no volver a verlos nunca más. Una cruz.

Hay quien trata de hacerme ver que no molesta quien quiere, sino quien puede. Es verdad, pero aunque no puedan, el simple intento ya sobra, está de más. Sobran las moscas cojoneras y los tábanos, que son especies diferentes de esta fauna de inútiles. Están de más los petardos sin pólvora, y los que son tan sumamente necios que tratan de hacer daño y van no una ni dos, sino hasta tres veces, a comprobar si su acción ha dado el resultado previsto. Menos mal que los seres inútiles actúan con hechos igualmente inútiles.

En fin, que me voy de vacaciones, que ya iba siendo hora. Prometo no pensar en nadie que no se merezca ocupar ni uno solo de mis pensamientos. Mi deseo es desconectar un poco de todo y de casi todos. Me voy a permitir incluso el dejar de escribir mi artículo semanal de esta sección. Ya que no voy a estar cerca de mi Alameda, hasta mi regreso descansaré de estos paseos por ella.

Mientras, a ver si alguien con el cerebro bien amueblado idea una manera de deshacerse de los que no sirven para nada, de un modo ético, legal y aséptico. Un método de retirada que nos permita desterrar de nuestras vidas a todos los que nos sobran en ellas, y permanecen a pesar de haberlos invitado a ahuecar el ala y dejar espacios libres de su indeseada presencia.

Un invento así, patentado y bien publicitado, seguro que es toda una revolución. Ánimo a las mentes pensantes, que si tienen éxito seguro que de ésta se forran. Sería mucho más útil y productivo que la locomotora, y mira que ésta lleva toda una revolución industrial detrás de ella. Mucha suerte en el intento y nos vemos en septiembre.