POR LA ALAMEDA

Una sección de Lola Fernández Burgos
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UN MUNDO MEJOR (II)

Jun es una pequeña localidad a escasos 3 kilómetros de Granada capital, famosa desde hace ya tiempo por ser abanderada en esto del mundo de Internet y los ordenadores. Viví allí durante unos años antes de venirme a Baza, y recuerdo muy bien cómo empezaron a implantar los cursos gratis de informática y sus aplicaciones prácticas entre la tercera edad. Nadie pensó que fuera una tarea inútil la que emprendían, como tampoco nadie imaginó hasta dónde podrían llegar los juneros en esto de la realidad virtual.

No es necesario pormenorizar los progresos de este pueblo en el ámbito de la informática, pero baste como muestra para saber de por dónde han ido caminando, el hecho de que han pasado a realizar las campañas electorales sin un solo cartel ensuciando las paredes de sus calles, y a votar a través del ordenador. De lo efectivo de la medida, resaltar que el único partido político que eligió seguir con los métodos tradicionales de pegada de carteles y buzoneo de votos y demás, fue curiosamente el único que no obtuvo representación política en el Consistorio.

Han sido muchas más las iniciativas que han realizado desde el Ayuntamiento con la colaboración del pueblo en su práctica totalidad, cosa que creo ha sido posible por ser un municipio con menos de 3.500 habitantes, sin contar con la clarividencia de su alcalde, pionero en esto de la gestión virtual, y un ejemplo para ciudades del mundo entero. Lo último que hemos conocido es la decisión de los juneros de renunciar a las luces navideñas adornando sus calles, a cambio de contratar a dos desempleados por un periodo de 6 meses. El Ayuntamiento propuso una votación a través de un blog, y los resultados han sido muy claros: sólo 3 votos en contra, de un total de 230 participaciones. Así de simple, y de aleccionador. Una localidad como Jun sólo invierte algo más de 5.000 euros en alumbrado de navidad, pero en solidaridad con los parados sus habitantes no han dudado en preferir que sea para contratación.

Es un buen ejemplo de cómo la navidad puede vivirse con generosidad y desprendimiento. Renunciando a lo propio por parte de quien tiene satisfechas sus necesidades básicas, para ayudar a quien está privado de lo más importante, como puede ser un trabajo para mantener a su familia. Y eso, que parece tan sencillo, no es algo que se dé por todas partes. En tiempos de crisis, muchos ayuntamientos han pensado en no malgastar en luz lo que hace falta en cosas mucho más importantes. Y aunque parezca mentira, muy pocos han estado por la labor. Bien al contrario, no pocos han aprovechado la coyuntura para defender sus intereses partidistas y hacer política, y de la mala, con un tema como éste.

Jun es un ejemplo de pueblo abierto y moderno, con una mentalidad que trasciende con mucho el número de sus habitantes. Una localidad en la que se conjugan las ideas de sus políticos, con el apoyo del pueblo que los votó para ser sus representantes y que no dudan en darle la confianza cuando se les requiere. Porque ciertamente es precioso caminar las calles en navidad y ver los adornos y las luces, mientras se consume todo lo que se puede, lo cual también es positivo para la economía general, que todo hay que decirlo. Aunque mucho más bonito es saber que gracias a las pequeñas renuncias del egoísmo personal, podemos construir un mundo mejor para quien no tiene posibilidades de ser egoísta, pues apenas nada tiene.

Si a cambio de poco podemos crear otro poco para los demás, seguro que estaremos mucho más cerca de lo que es vivir el espíritu de la navidad, que no ha de quedarse anclado en comprar, gastar, comer, beber, derrochar, todo ello en superlativo, no nos vaya a ganar el vecino. Un mundo mejor para los demás a partir de la renuncia propia, y seguro que al mismo tiempo estaremos siendo nosotros mismos mejores personas. Sin pensar en las urnas y sin hacer crítica destructiva de todo, aunque persiga el bienestar general. Mientras nos quedemos en el yo, mi, mío, el mundo que nos rodea  será mezquino y empobrecedor.