POR LA ALAMEDA

Una sección de Lola Fernández Burgos
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AL MAL TIEMPO, BUENA CARA

Llego a casa tras el fin de semana fuera y me encuentro sin línea telefónica. Unos segundos de pánico, pero al comprobar que tengo acceso a Internet el corazón recupera su ritmo normal. Debe de deberse al temporal, que está causando estragos por doquier. Peor sería no tener luz a causa de las fuertes lluvias y vientos de estos días. Siempre hay que buscar el lado positivo, aun en la desgracia. O sobretodo en la desgracia. Que esta vez ha sido denominada ciclogénesis explosiva, por el choque de masas de aire con distinta temperatura, y que se ha cobrado nada menos que diez muertos, cuatro de ellos menores.

Me pongo a leer la prensa on line y no hay muchos cambios con respecto a la impresa. Desastres, huelgas, infortunios, abusos, riesgos, asesinatos…y los deportes. Aunque no sé por qué le dirán deportes cuando sólo hablan de fútbol. Ah, sí, que Rouco Varela está que trina con los autobuses ateos, mientras los sordomudos italianos denuncian que miembros de la Iglesia, algunos en vía de beatificación, abusaron de ellos durante décadas en su infancia. Ya te digo, dimes y diretes, dramas y comedias. Cuando la vida da paso a la muerte, cuando aparecen los verdaderos problemas, algunas cosas son sólo pamplinas.

Que unos científicos de Nueva York han llegado a la conclusión de que existe el amor verdadero. Indagando la química, encontraron el amor. Mientras, otros analizan el circón y le echan más años a la luna, nuestro satélite, que a Matusalén. Que retiran del mercado quince mil pares de zapatos porque contienen una sustancia contra los malos olores que puede provocar alergia, como poco. Parece ser que el espionaje político en Madrid no tiene nada que ver en esto, aunque vete a saber, que a nadie se le escapa que un espía siempre miente.

Y cuando ya estábamos con el desasosiego porque las cigüeñas prefieren quedarse en los estercoleros andaluces antes que irse a África huyendo del frío, nos cuentan que hay una moda entre los ibis que los veterinarios han cuidado ante el peligro de extinción, la de instalarse en los campos de golf una vez efectuado el programa de reintroducción por la Consejería de Medio Ambiente. De las cigüeñas que prefieren hurgar en la basura antes que emigrar a mejores climas cuando aquí se vive el crudo invierno, a los ibis que eligen el placer y las ventajas de los entornos paradisíacos. Tontos no son estos ibis eremitas, que ahora son llamados sibaritas. Sin olvidar unos zapatos antitufillo que no pueden ser usados como teléfono por los espías de la comunidad madrileña, a pesar de ser tan cutres como el superagente 86.

Leer las noticias a veces se transforma en una experiencia surrealista, si no fuera porque no estamos soñando, y lo peor, no podemos despertar y respirar aliviados al comprobar que lo que nos desagrada es sólo una pesadilla. Mejor buscar ese aspecto positivo del que hablaba al principio o poner una nota de humor. Así, siempre podremos aprender a volar y sustituir a la cigüeña en ese viaje migratorio ante el que cada vez se muestra más remolona. O hacernos los suecos y no enterarnos de nada, o el ibis e irnos a un hotel de lujo con el mejor campo de golf, que seguro que se sobrelleva mejor la vida si los golpes lo recibe una bola que busca un hoyo de par tres, cuatro o cinco, y no somos nosotros  las víctimas de dichos golpes.