POR LA ALAMEDA

Una sección de Lola Fernández Burgos
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NO ES UNA VACA CUALQUIERA

Quien más quien menos, la mayoría hemos visto en las noticias, o in situ, el despliegue de vacas por la capital del país, en la conocida como la Cow Parade, o el Desfile de Vacas, una iniciativa artística que surgió hace ya una década en Zurich, y que tras recorrer más de cincuenta ciudades se encuentra actualmente en Madrid. En total hay desplegadas por sus calles, plazas, parques y avenidas un total de 105 bóvidos hasta finales de marzo.

Los hay para todos los gustos y de todos los colores y particularmente me parece una idea preciosa la de un rebaño de vacas llenas de arte pastando por los rincones de la ciudad, para general disfrute. En el caso de España, los animales en cuestión han sido decorados en un 80% por personas anónimas que se han prestado a ello a través del concurso abierto “Pinta una Vaca”, y el 20% restante por artistas profesionales. Con la única condición de inspirarse en temas vacunos.

“El País” es una de las empresas patrocinadoras y su vaca se llama “Muuuuuy Informada”, como no podía ser menos, luciendo un collage a base de recortes de noticias de periódicos relacionadas con el tema de una u otra manera. Otra de las vacas, famosa a su pesar, es “Albertina Pinturina”, que sufrió la desagradable experiencia de haber sido secuestrada, a pesar de sus 400 kilos y de estar bien anclada a una base de cemento. Un grupo de estudiantes se la llevó a casa, un quinto piso sin ascensor, y gracias a la colaboración de un vecino que se quedó con el cante de semejante traslado nocturno, Albertina Pinturina fue recuperada por la policía y devuelta a las calles de Madrid.

Como la experiencia es la madre de la ciencia, los organizadores han tomado nota de lo que ha ocurrido en otras grandes ciudades en años anteriores y, en previsión de ataques a estas bellas y artísticas vacas,  han habilitado un ambulatorio para el caso de que sufran daños graves o cualquier deterioro importante. Así, algunas piezas de la manada, tal es el caso de la Vaca Paca o el de la llamada Milk on the Rocks, han tenido que ser llevadas al Hospital Universitario Infantil Niño Jesús, en donde los alumnos de la Escuela Superior de Conservación y Restauración de Bienes Culturales han hecho, y hacen, las veces de enfermeros. En otra idea original y bonita, los niños hospitalizados ayudan a restaurar las vacas dañadas, con lo que aparte de entretenerles y divertirles, les implicas en un proyecto solidario.

Porque esta Cow Parade no es sólo arte urbano al aire libre, pues al acabar la exposición cada una de las vacas más conseguidas se subastará con fines benéficos para ayudar a organizaciones sin ánimo de lucro. Cualquier persona podrá, con un precio de salida de entre 1.500 y 2.000 euros, hacerse con un ejemplar de tan singular rebaño. A ver si alguien de Baza se anima y vemos pronto uno de estos ornados animales pastando por nuestra ciudad. Sin ir más lejos, mismamente no más que a Ronda, si te asomas al puente romano sobre su tajo, hay una vaca en una terraza que hace las delicias de quienes se dan cuenta de su existencia y conocen de qué va la historia.

No sé si durarían mucho sin pintadas u otras agresiones, pero estoy segura de que quedarían perfectas por algún rincón de la Alameda, dejando boquiabiertos a mayores y menores con su bellaza plástica desparramada por el cuerpo. No crean, pero igual para algunos pequeños y pequeñas serían las primeras vacas que vieran en su vida a escala real, aunque con una apariencia bastante diferente a la de carne y hueso. Seguro que disfrutarían con estos mamíferos tan peculiares como testigos de sus juegos infantiles, además de poder cantar aquello de “Tengo una vaca lechera, no es una vaca cualquiera…”.