POR LA ALAMEDA

Una sección de Lola Fernández Burgos
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BASTETANEAR

Antes de nada, avisar de que la palabra “bastetanear” no viene en el diccionario de la Real Academia, pero puesta a inventar un vocablo, qué mejor que uno que se refiera a nuestra Baza. Como todo término lingüístico suele tener varias acepciones, la primera de éste podría ser “ejercer con orgullo de bastetano y bastetana”. Como segundo significado tendríamos el de “alabar las bellezas de la ciudad de Baza”. Y con estos dos me basta para explicar lo que para mí es bastetanear.

Puede ser que cuando no hay distancia entre el objeto de una pasión y uno, no se vive el sentimiento de pérdida, como tampoco se llega a saborear en toda su intensidad el placer de la presencia. Uno a veces no valora lo que tiene hasta que siente que lo ha perdido. Tal vez para bastetanear en su justa medida, es preciso haber estado lejos de Baza, añorándola. Sólo así puede entenderse del todo la emoción que se siente con el regreso, la interna felicidad de reencontrarla y volver a sentirla tuya. Una ciudad, un pueblo, cualquier sitio querido, un paisaje emocional, un recuerdo que fusiona estímulos de los sentidos, es un sentimiento abstracto que no tiene en cuenta sino lo bello que se ha vivido.

Aunque se hubiera tenido alguna experiencia negativa, la evocación desdibuja lo feo para acabar borrando cualquier trazo imperfecto. Baza en el recuerdo es simplemente perfecta, y está desnuda de hechos o personas. A pesar de que las vivencias son las que dotan de realidad a los lugares, éstos son independientes de aquéllas. Están mucho más allá y por encima de ellas. Así que si has pasado tiempo queriendo estar en Baza, cuando lo logras, es sublime lo de bastetanear. Ser de Baza es un placer absoluto, y no te imaginas nada mejor. Es como lo de la salud: si no existe, ya nada de lo demás importa. Nunca entenderé a quien sólo resalta lo negativo, a quien siempre se queda con lo feo, que ciertamente existirá, pero que la mejor manera de eliminarlo es desde el enamoramiento. Hay que estar enamorado de Baza para lograr que luzca en todo su esplendor. Si se la critica invariablemente, cómo podría brillar.

Para mí, Baza es una ciudad preciosa, en un lugar geográfico privilegiado, en la hoya de una altiplanicie, bajo un cielo maravilloso y limpio con poca contaminación lumínica. Con unos alrededores fantásticos ricos en variedad paisajística y con agua por todos lados, nada menos que cuatro embalses totalmente distintos entre sí: el Negratín, la Bolera, El Portillo, San Clemente. Con la Sierra de Baza, la de Castril y la de Huéscar. Con Santa Bárbara, la Sagra y el Jabalcón. Los badlands, la estepa, la vega, las aguas calientes brotando de la tierra…

Pero una vez que recorres esos increíbles alrededores, nada hay mejor que llegar a Baza, sintiendo los nervios de llegar, y recorrer sus calles. Cuando me acerco por la plaza de la Encarnación, se me antoja que nuestra Plaza Mayor es de las más bellas. Y cuando subo Caños Dorados arriba y llego a la Alameda, no sé explicarlo pero me siento una persona feliz. Se me agolpan en la mente recuerdos de juegos y risas, la caza (o la pesca) de cabezones, el viento frío cortando la cara, el calor del verano mojando las ropas, los peces naranjas, la caída de las hojas, la lluvia… Me gusta nuestra ciudad cuando está callada y sola, cuando hace tanto frío que sales a la calle y no hay nadie; cuando se  acerca la madrugada y aún está la noche pavoneándose por sus rincones. Es a solas cuando Baza se hace más palpable, cuando puedes verle la cara y ella te mira y te acoge en su abrazo, y sientes que le perteneces, aunque ella nunca será tuya.

No se elige dónde nacer, pero quizá se puede elegir dónde morir. Uno es de donde se siente, eso está claro, y se siente de donde uno es feliz de estar y de permanecer. Porque hay lugares increíbles de belleza infinita, pero una vez que los disfrutas ya quieres irte. Cuando uno echa de menos un lugar sintiendo el dolor de su ausencia, es porque ese lugar es especial. Igual es  bastetanear decir que ese lugar especial en el que me gustaría morir es Baza, aunque la verdad es que no tengo ninguna prisa. Al contrario, tengo muchas ganas de vivir muchos años, para seguir disfrutando de la vida en un entorno tan inigualable como mi ciudad.