POR LA ALAMEDA

Una sección de Lola Fernández Burgos
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IGUALES ANTE LA LEY

Toda discriminación es anticonstitucional, al igual que cualquier trato diferenciado que se base en distintas realidades no se considera discriminatorio. Es decir, tratar desigualmente a los no iguales es totalmente legal, siempre que en ese trato desigual no se vulneren los derechos de cada cual. En sentido contrario, si a los iguales ante la ley se les trata de distinto modo, se está cometiendo una irregularidad. Verdad de  Perogrullo, casi. Pero en ese casi cabe un abismo.

Veamos. Si a una mujer se le paga menos que a un hombre por realizar el mismo trabajo que él, eso es irregular. Pero todos y todas sabemos que no es nada raro que ocurra. Como no es nada infrecuente que a las niñas se las eduque con un tufillo sexista que asusta. ¿Me puede alguien decir cómo una sociedad que se llama demócrata y avanzada permite algo así?

Sigamos. Si una mujer se relaciona de tú a tú con los hombres y en un momento dado lleva la iniciativa en esto que llamamos “ligar”, de inmediato se dice que “está más salida y caliente que el pico de una plancha”, así a lo fino. Ni qué decir que si es el hombre el que actúa igual, tiene don de gentes y aumenta tres puntos, por lo menos, en las valoraciones masculinas…y femeninas, que eso ya es rematadamente peor. Porque si inaceptable es el machismo en los hombres, en las mujeres es como no acierto a calificar sin caer en el insulto. Así que mejor me callo. Por no recordar las veces que se califica como conflictiva y polémica a una mujer con carácter y don de mando, mientras en el hombre se aplaude la misma actitud y se la llama firmeza y capacidad para dirigir.

Más, y me salgo del universo del género para acercarme al de las orientaciones sexuales, que ya ni te cuento cómo se discrimina y agrede en él de todas las formas imaginables e inimaginables. Si estás en un grupo y tras un rato de charla alguno de sus componentes se retira y resulta ser gay, de inmediato alguien informará a quien lo desconozca  de que quien se ha ido es homosexual. ¿A quién se le ocurre decirle a nadie “estabas hablando con un heterosexual”? Eso sin contar las bromitas e indirectas homófobas al uso.

Por seguir en la misma acera, si una lesbiana es amable y congenia con una mujer, ésta y todos empiezan a “sospechar” que algo quiere. Y lo mismo si es un hombre gay el que tiene la “osadía” de llevarse mejor con algún heterosexual que con el resto. Eso jamás pasa entre los que caminan por la acera “correcta”, y no por “la otra”. Todo es discriminatorio en este mundo y eso lo sabe mejor que nadie quien pertenece a él, obvio.

¿Que después de muchos años de lucha por la conquista de los derechos cívicos llega un político como Zapatero y legaliza las uniones entre personas del mismo sexo a todos los niveles que las de distinto sexo? Eso es imperdonable para quien se rasga las vestiduras y sólo acepta la equiparación “siempre y cuando no se le llame matrimonio a dicha unión”. Ah, cuestión dialéctica habemus. ¿Le llamamos “mariconio” o “lesbinonio”? ¿Buscamos también otros términos para los matrimonios entre personas de distinta raza o religión, para gente con diferente nivel económico, para quienes no tengan hijos, para cónyuges con algún parentesco permitido por el Papa, para los que se casan por primera vez y para los que repiten? Es tan absurdo que da ganas de reírse, pero sólo para no llorar.

Que está claro, que somos muy diferentes los humanos, gracias a quien haya de dárselas, pero que las diferencias que permiten un trato desigual son otras muy distintas a éstas, radicalmente. Que las mujeres y los hombres tienen poco que ver, que homosexuales y heterosexuales son también diferentes. Pero sobretodo, que no hay dos personas idénticas, ni entre los dos géneros, ni entre las variadas opciones sexuales. ¿Cómo meter en el mismo saco a las mujeres, si cada una de ellas es un mundo aparte?¿Cómo identificar a un colectivo como el homosexual pensándolo homogéneo, acaso los heterosexuales se parecen entre sí? Porque sólo fijándome, por poner un ejemplo, en una comunidad de vecinos, ¿en qué se parecen unos y otros a pesar de coincidir en orientación sexual? No se puede ser tan simplista. Pero por encima de todo, lo que es imperdonable es que se nos olvide siquiera por un momento que da exactamente lo mismo con quién estemos tratando, porque lo que de verdad importa es que todos y todas tenemos los mismos derechos y somos iguales ante la ley.