POR LA ALAMEDA

Una sección de Lola Fernández Burgos
Para remitir sus comentarios, clique AQUÍ

PRIORIDADES Y NIMIEDADES

En la vida nuestra de cada día vamos hacia delante como mejor nos va pareciendo, dentro de lo que cabe, porque tampoco es que podamos siempre vivir lo que queramos y como lo queramos. Al contrario, son muchas más las veces en que avanzamos como nos es dado hacerlo, con independencia de nuestros más íntimos deseos. La vida es mucho más poderosa que nuestra vida, casi insignificante a pesar de nuestros intentos.

No estoy hablando de sentimientos, ni de sensaciones, ni de emociones. Pongamos que escribo de vivencias. Vivencias desnudas de connotaciones. No hay en ellas a la hora de referirlas matices positivos o negativos, al menos a priori. Lo que vivimos nos deja una huella absolutamente personal, improbablemente coincidente con la que deje la misma experiencia en otra persona. Somos filtros diferentes. Los posos nunca serán iguales.

Dicen que Pablo de Tarso, más conocido como el apóstol San Pablo, cayó del caballo y vio una luz que le hizo comprender y transformarse para siempre. Otros discuten que cayera de caballo ninguno y prefieren hablar de una visión que le iluminó, cuando no de un ataque epiléptico. Lo mismo da: un resplandor le cambió por completo y nunca volvió a ser el mismo. Es la imagen lo que me vale de ejemplo. Por paradójico que parezca, una luz cegadora le hizo ver su verdadero camino. Él y sólo él sufrió esa metamorfosis ante el estímulo de que se tratara.

Con independencia de que exista o no una realidad que nos sirva de toque de atención para cambiar, hay cosas que vivimos que logran que haya un antes y un después de ellas. Cosas tan intensas que desdibujan al resto de experiencias vividas. Que se aferran a nuestras entrañas y hacen que por el momento sólo eso importe y nada de lo demás tenga la mínima incidencia, aunque objetivamente la tenga y mucha. ¿Quién nos dirá que podemos estar equivocados? Cuando sentimos que algo es esencial, el resto se difumina o incluso se esfuma.

Preferencias. Precedencias. Algo que se convierte en el referente de todo. La medida a partir de la cual cualquier cosa adquiere un valor. En tanto no exista una prioridad, lo mismo me dará, me dejaré llevar por el momento. A partir de que algo sea lo más importante, nada será vivido desde el instante, aisladamente. Cualquier realidad será parte de un todo que la englobe y la reubique con respecto a lo que en esa totalidad se ha convertido en lo único que realmente importa.

Lo peor es que podemos pasarnos la vida sin que llegue esa luz que nos ilumine, ya sea exterior, ya mane de nuestro interior. Aunque tampoco está mal vivir por vivir, sin querer encontrarle sentido alguno a lo vivido. Al final puede ocurrir que queriendo aprehender el sentido de la vida, se nos escape ésta. Que queriendo saber qué es vivir nos llegue la muerte y adiós muy buenas. Entonces se acabaron prioridades y nimiedades. Tal vez lo mejor sea vivir sin más, aferrándonos con fuerza a las crines del caballo para que ningún resplandor nos haga caer y nos trastorne el sentido, que eso y no más puede ser el querer buscarle un significado a algo tan intangible como la vida.