POR LA ALAMEDA

Una sección de Lola Fernández Burgos
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 IGUALDAD DE LA DE VERDAD

Lo siento mucho, pero hay que seguir reivindicando la igualdad real entre géneros. Ya se sabe, todos y todas tenemos los mismos derechos…en teoría, y lo que hay que lograr es que dicha equiparación llegue al mundo de la realidad y de la práctica. Que sí, que sí, que para empezar no hay que dejar de nombrar a las féminas, por mucho que parezca reiterativo el uso duplicado de los adjetivos y de los sustantivos. No importa iterar, si con ello salvamos de la invisibilidad a las mujeres.

 

Porque no es un plato de buen gusto ni un dato insignificante que en la Unión Europea las trabajadoras cobren un 15% menos que los trabajadores. ¿Por qué? ¿Trabajan un 15% menos o con una productividad inferior en dicho porcentaje? Para nada. Vamos a dejarlo en que trabajan lo mismo e igual de bien. Por dejarlo, vamos, que habría que verlo. Pero es que para más inri, esa desigualdad supera el 26% si hablamos de España. Sin comentarios.

 

Que dice el sindicato UGT, que para conseguir equilibrar los salarios de hombres y mujeres, éstas tendrían que trabajar 14 meses, o sea, 2 meses más, que si echan cuentas son muchas horas laborales. Paradójicamente su año de trabajo se alargaría hasta el 22 de febrero, leo sorprendida, que encima coincide con el Día Europeo de la Igualdad Salarial. Además, esto es así para todos los tipos de contratación y para todos los tramos de edad. La menor diferencia salarial se da en el ámbito de la Educación, y la mayor en el sector de los servicios sociales, en el que tal desigualdad alcanza, pásmense, un techo tan vergonzoso como que las mujeres sólo obtienen un 63% del salario masculino.

 

Luego se quejan algunos de la paridad reglamentada, por ejemplo en el mundo de la política. Pero esta paridad ni siquiera es tal, pues consiste en que para ningún género se superará el 60% de representación. Y da la casualidad de que siempre se reparte en 6 hombres de 10 y 4 mujeres. Nunca al revés, es mi experiencia, y siempre con una explicación muy razonable. Tanto como normal y general les parece a algunos varones que las mujeres sean las que se queden con el rol tradicional de cuidar, limpiar y sacar las castañas del fuego…mientras ellos se reparten la mejor parte y aun así añoran tiempos pretéritos en que eran los reyes y señores. Porque eso era antes, aunque a las mujeres nos queda aún mucha igualdad por conquistar. Pero de la de verdad. Y ganarla nosotras solitas, porque ellos poco van a hacer para que recuperemos nuestro espacio a costa del exceso del suyo, ese plus que no les pertenece porque nos lo han usurpado.

 

Así que mientras las mujeres ganen menos por el mismo trabajo, que me dejen de contar el cuento de la igualdad, porque es mentira. Y eso sin entrar en el tema de la prácticamente nula corresponsabilidad masculina en las cargas familiares y en el cuidado de hijos y mayores. Porque para colmo, esa mujer trabajadora directamente discriminada llega al hogar y las cifras de desigualdad rozan ya lo abusivo y escandaloso. Sin embargo, esa es otra cuestión y mejor la dejo para otra ocasión, que ya bastante preocupante es  el tema de hoy. Que desgraciadamente no es una opinión, qué más quisiera yo, sino una realidad sustentada en datos absolutamente fiables. Y eso es mucho más complicado e insalvable que un punto de vista equivocado, que siempre se está a tiempo de corregir. Es algo que requiere un compromiso conjunto de hombres y mujeres, además de una sociedad progresista e igualitaria, que al menos si no la hemos alcanzado todavía, que no, la debiéramos construir entre todos y todas para nuestros hijos e hijas.