POR LA ALAMEDA

Una sección de Lola Fernández Burgos
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MARCOS VACÍOS

Han robado en el Museo de Arte Contemporáneo de París y se han llevado cinco lienzos de grandes pintores, cinco obras maestras valoradas en 200 millones de euros. Dicen los expertos que lo difícil no es robarlos sino venderlos, pues no existe mercado para ellos y si hay comprador suele ser un policía haciendo de gancho. También puede ser un trabajo de alguna banda de delincuentes, que o pide rescate u ofrece devolverlos a cambio de reducciones de pena por cometer otros delitos. Aunque también podría tratarse del encargo de algún millonario amante de la pintura que desea ampliar su pinacoteca privada; aunque esto es más improbable y, según la experiencia, se tarda poco en dar con ellos.

Resulta que cada año se roba arte por valor de más de 3.000 millones de euros. En las noticias de hoy mismo leo que se recuperan dos esculturas griegas de mármol con una antigüedad de 25 siglos al intentar ser vendidas, con daños ocasionados en su excavación. Todo un gran negocio cuando no hablamos de obras conocidas, dificilísimas de vender como nos dicen, sino de arte obtenido en expolios arqueológicos. Me pregunto cuántas piezas íberas habrán desaparecido procedentes de saquear los yacimientos en los que se descubrió a la misma Dama de Baza. Incluso me sigo preguntando si hubiéramos sabido de ella de ser más pequeña y menos pesada. Cada vez que la policía da un golpe contra las redes de contrabando de arte se recuperan muchísimas piezas en lo que constituyen delitos contra la Ley de Patrimonio Histórico. Pero seguro que quedan sin recuperarse muchas más.

Sin dejar de lado hechos como que el dinero procedente del contrabando de arte es la mayor fuente de financiación del terrorismo internacional y el tercer factor que aumenta los beneficios mafiosos, tras las drogas y la venta de armas, según recordó el norteamericano Noah Charney hace unas semanas al presentar en el museo Thyssen-Bornemisza de Madrid la nueva colección de Guías de Museos. Este licenciado en Historia de Arte es experto en el lado oscuro del arte, no en vano colabora con el mismo FBI en la lucha contra estos crímenes, aparte de ser el autor de una novela policíaca, auténtico bestseller traducido a  17 lenguas, que curiosamente se llama “El ladrón de arte”.

El robo en el museo parisino parece sacado del guión de una buena película de ladrones de guante blanco, de esos cuya precisión y técnica dejan pasmados a los investigadores, aunque en este caso hubo también algunos fallos garrafales en cuanto a seguridad. Sea como fuere, aunque se van recuperando pequeños porcentajes de lo robado, hay muchos casos sin resolver, el más importante de todos se remonta a hace 20 años, cuando dos hombres disfrazados de policías se llevaron once obras maestras de la pintura universal, valoradas en 400 millones de euros, de un museo de Boston en menos de hora y media y sin apenas despeinarse, llevándose incluso la cinta de grabación con ellos. Lo que más curioso me parece es que dicho museo americano mantiene colgados en las distintas salas los marcos vacíos de los lienzos robados, no sé si para recordar que algún día abrazaron maravillosas obras de Rembrandt, Vermeer, Degas y Manet, o para no olvidar jamás semejante golpe maestro. Marcos vacíos que conmueven por su desnudez, ajena a todo un sucio negocio que nada tiene que ver con la razón de ser del arte ni con la expresión del artista.