POR LA ALAMEDA

Una sección de Lola Fernández Burgos
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VELOS Y DESVELOS


Hay ahora mismo en la sociedad un debate sobre el uso de los velos por parte de las mujeres musulmanas y su prohibición en los edificios públicos o incluso en la calle. En Cataluña algún ayuntamiento ya ha prohibido estas prendas y en las próximas semanas varios consistorios más votarán al respecto. He estado leyendo sobre el tema, especialmente por ver si entendía algo más  el uso de estos pañuelos, que de entrada me provoca rechazo y veo como discriminación para con las mujeres.

Pero he terminado algo confusa porque para empezar existen un montón de tipos de velos, muy diferentes entre sí: Hijab, djilbab, nikab, burka, chador, hayek, sari, melfa, heyab, serual…Y las razones de las mujeres que los usan y quieren seguir usándolos no me convencen de que no se trate de sumisión a los hombres, ni cuando añaden que les sirve para esconder su belleza de las miradas “sucias” de los hombres. No las creo cuando explican que es su decisión, que nadie las obliga, menos sus maridos, y que en todo caso es sumisión a Alá. Seguramente ellas sí se lo creen, cosa no muy extraña dado que son conductas que asimilan a simples costumbres.

Después de muchos razonamientos de este estilo no se me quita la idea de que el uso de estos velos atenta contra la dignidad de las mujeres, tal vez sea por mi modo de ver su cultura y su religión. Hay que respetar y tolerar, es verdad, y no se me ocurriría ir a Marruecos, por ejemplo, y decirles a las mujeres que por qué se esconden. Pero desde el momento en que estoy en mi país, no me gusta verlas así y me da igual si lo entienden o no. Tampoco yo las entiendo a ellas.

Si se trata de costumbres, un pañuelo sobre el pelo nunca ha de ser motivo de rechazo, pero el uso de estos velos va mucho más allá. No lo veo equivalente a las pañoletas o a los velos que se usaban antes en misa, ni a la toca de las monjas (que por cierto ya van abandonando en muchas congregaciones sin problemas). Los hombres árabes, por seguir con los ejemplo, también se han tapado las cabezas, pero no tienen ningún problema si occidentalizan sus vestimentas. Son las mujeres las que tienen que seguir tapadas, y encima dicen los musulmanes que es una manera de preservarlas y cuidarlas.

No me entra en la cabeza que eso se considere cuidado. Machismo patriarcal aparte, es que si usas un serual, por nombrar alguno de estos velos,  sólo te queda un ojo al descubierto, el izquierdo o el derecho según seas soltera o casada, y no me puedo creer que sin ser tuerta renuncies a mirar con los dos ojos con los que naciste. Y si usas el burka, cuyo no uso se castiga en Pakistán con la cárcel o con docenas de latigazos, estás expuesta a los numerosos accidentes por atropello, muchos mortales, dada la falta de visibilidad. Y no sigo, que me pongo enferma de la indignación.

Pero es que este asunto del velo se queda casi en anécdota ante la realidad que sufren las mujeres en la mayoría de los países musulmanes, a excepción de Turquía y Túnez, en los que su Código Civil, basándose en el Corán, considera legalmente menor de edad a la mujer durante toda su vida, por lo que necesita la firma del padre, hermano o marido para  cualquier decisión. De existir un conflicto legal, el testimonio de una mujer vale oficialmente la mitad que el de un hombre para los tribunales. Si una mujer  recibe  una herencia y tiene que repartirla con sus hermanos, ella sólo  tiene  derecho a la cuarta parte de lo que los varones reciban. Además, un hombre musulmán puede casarse con cuatro mujeres, siempre y cuando demuestre tener medios para mantenerlas y cuando sus esposas anteriores estén de acuerdo,  y puede repudiarlas cuando le plazca, con la única obligación de compensarlas. Evidentemente, las mujeres no tienen mayor elección.

En fin, que no admito ninguna excusa, aunque sea llamada religión, para que las mujeres sean menos que los hombres. Y si el velo es para esconder la belleza de una mujer a los ojos de los hombres que no sean el marido o los de confianza, que se tapen ellos los ojos o miren a otra parte, dicho todo ello con el máximo respeto y con toda la tolerancia que cabe ante semejantes hechos. Que aún no hemos olvidado que en España tuvo que llegar la democracia para que la mujer pudiera tomar decisiones sin la firma del padre, el hermano o el marido. Aunque parezca mentira, con esta situación acabó el primer Gobierno de Felipe González. Y si hemos luchado por estas conquistas no vamos a quedarnos tan tranquilos si otras mujeres padecen estas discriminaciones en nuestro país en nombre de una religión o cultura diferente. La Constitución es el referente y nos ampara a todos…y a todas.