POR LA ALAMEDA

Una sección de Lola Fernández Burgos
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LA VIDA NO CABE EN LAS NOTICIAS


Ha venido el Papa a España. No me importa. Fin de la noticia. A otros temas. La i griega pasa a llamarse “ye”. Muy beatle. Me gusta. Una niña de 10 años ha sido madre. Pobre niña. Noticia para los payos. Entre los gitanos, casi normal. Va dejar de ser prevalente el apellido paterno. Me encanta. La desigualdad está por todas partes y cada vez que se lucha contra ella aparecen los que se llaman igualitarios pero se oponen a cualquier medida contra el mantenimiento de desigualdades.

Dice la ONU que estamos en el puesto nº 20 en calidad de vida, por delante, por ejemplo, de Reino Unido o Italia; entre Dinamarca y Hong Kong. No está mal, pero advierte que a pesar de aumentar el bienestar, las desigualdades han seguido la misma tendencia ascendente. Con lo cual, algunos viven mejor que antes, pero a costa de los que empeoran. Así que no hablaría yo de calidad, sino de cantidad. ¿Cómo se va a vivir bien, aunque sea en palacios o en suntuosas mansiones, si hay personas que no tienen techo y se ven obligadas a estar en la calle?

Ahora van a poder controlar qué sienten los espectadores en los cines en función de cómo reaccionan a las diferentes escenas. Por si no nos manipularan ya poco con estímulos que despiertan sensibleras respuestas, en cuanto sepan qué nos hace reír o llorar, o nos asusta, no quiero ni pensar lo que harán con nuestros estados sentimentales y emocionales. Si odio la musiquilla de violines o de piano melancólico cuando en TV quieren que lloremos, lo que faltaba es que en la oscuridad de las salas de cine nos bombardeen con generadores de emociones diversas. Me niego.

Cuando hasta ahora la teoría evolucionista cifraba nuestro origen en cinco o seis millones de años, parece que son ocho los millones de años de evolución los que llevamos. Tanto tiempo para avanzar tan poco, especialmente algunos y algunas  a quienes se les nota poco que ya no son chimpancés. Qué digo, ya quisieran ellos y ellas parecerse a estos inteligentes y simpáticos monos. Hasta en Atapuerca desentonarían. Claro que para compensar estadísticas, hay genios que tiran de la especie humana y nos permiten seguir avanzando y evolucionando.

¡Esta vida es tan complicada y tan simple al mismo tiempo! En un mismo espacio conviven dicha e infelicidad, sentadas a nuestra mesa como convidados de piedra. Para vivir, difícil y fascinante tarea, hay que sentirse bien y saber en cada momento dónde estás y qué quieres. Hay que cuidarse y quererse. Si uno no se cuida, nadie lo hará en su lugar. Hay que mimar la autoestima. Sólo si nos creemos capaces, lo seremos. Todo lo demás es secundario. Nosotros somos nuestro vehículo. No atraparemos ni incorporaremos el paisaje vital, de personas y sitios, si no nos encontramos bien. Y previamente, si no nos encontramos.

El Papa, ultraconservador y absolutamente ajeno a mi interés. Los cambios ortográficos, algunos incomprensibles. La niña madre, con su vida mediatizada para siempre por una responsabilidad para la que no tiene capacidad ni madurez suficiente, aunque tenga cuerpo. El orden de los apellidos, que no es ninguna chorrada. Nuestra ubicación socioeconómica en el mundo global. La conjunción entre tecnología y psicología para querer controlar al ser humano. La antropología y la etología jugando a darse la mano. Una mañana de domingo cualquiera para leer la prensa virtual e incorporar los pensamientos a un nuevo artículo que compartir con quien lo lea. La vida no cabe en las noticias.