POR LA ALAMEDA

Una sección de Lola Fernández Burgos
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MI BELLA ALAMEDA


Este artículo forma parte de una sección personal a la que quise llamar “Por la Alameda” porque deseaba escribir cosas relacionadas o no con Baza pero que estaban escritas en ella y me servían de excusa para plantear cuestiones de reflexión, de debate, de condena, de reivindicación, de toque de atención, de todo eso junto o de nada de ello, pero siempre a modo de paseo virtual por un lugar, la Alameda, que siempre ha sido y es mi favorito de la ciudad que más amo a estas alturas de mi historia vital. Ya en el primer texto que inauguró este apartado de la webdebaza.com hablaba de que el parque bastetano por excelencia estaba necesitado de un arreglo, y al mismo tiempo expresaba mi preocupación porque su renovación se hiciera respetando su esencia, muy especial para todos los que no sólo vivimos en Baza, sino que además sentimos el placer de hacerlo como un auténtico privilegio.

Bien, han pasado años desde entonces y finalmente acabamos de asistir a la inauguración de la Alameda y de la Plaza de las Eras tras su profunda reforma. Antes de seguir escribiendo sobre ello, adelantar que el resultado me parece espectacular en su belleza y respetuoso al máximo con el corazón de nuestra ciudad. Puede parecer una tontería, pero en ese acto de inauguración me emocioné y sentí y compartí la emoción de la gente, que sé que a partir de ahora va a disfrutar y cuidar al máximo de algo tan nuestro. Ver los lugares recién abiertos de nuevo repletos de hombres, mujeres, mayores y menores, con ganas de pisar cada quien sus rincones preferidos es la mejor prueba de que los estaban echando mucho de menos. Pero no quiero dejar pasar por alto el hecho de que no estamos ante una simple restauración, un mero cambio de imagen. Es un paso más, el más importante por el efecto que el resultado iba a tener entre los bastetanos y bastetanas, en un concepto de ciudad.

Si recordamos, que aún no nos ha dado tiempo de olvidar, de Caños  Dorados para arriba era difícil moverse, tanto para los peatones como para los vehículos. Había una serie de bifurcaciones desordenadas que movían al desconcierto para propios y mucho más para extraños. Ahora los coches tienen mejor dirigida dirección, además de doble, y para los que vamos a pie se ha transformado el centro en un gran espacio, con pocas barreras y elementos de bienestar y placer como son fuentes, verde, jardines, arbolado, bancos para el descanso, pérgolas, empedrado, esculturas de nuestra fiesta de Cascamorras, sensación de continuidad y espacio abierto…Esto en cuanto a Eras, incluyendo la antigua Plaza de los Caídos, que ahora se une y de verdad es un lugar para pasear, lo cual antes no ocurría, pues sólo andar ya era difícil.

Y en esto que dentro del mismo entorno llegamos a la nueva Plaza de San Antón, que no era casi nada, pues como rotonda ni eso era, y como plaza como no fuera el nombre…Y sin embargo ahora es un nuevo espacio público de encuentro y cuyo homenaje a la emigración es realmente emotivo. Un perfecto complemento a la gran obra realizada en la Alameda de Cervantes, que puede parecer una obviedad, pero que con la presencia en la entrada de su paseo central del busto dedicado a nuestro escritor más universalmente conocido, muchos se han enterado de que fue recaudador en Baza. Como siempre, una imagen vale más que mil palabras y esa escultura ha hecho que todos sepan para siempre no sólo el nombre de nuestro parque sino también su “apellido”.

Maravilloso cómo ha quedado el parque y el profundo respeto a sus elementos primordiales. Nunca estuvo más hermosa la Alameda, más mimada y mejor resaltados sus detalles y rincones, ni jamás tuvo el agua tanto protagonismo. Y estamos recién salidos del invierno, que en cuanto la primavera estalle en su esplendor, la belleza se incrementará aún más. Abrirla en sus contornos es un acierto que la hace mucho mayor y permite disfrutarla aun antes de entrar en ella. Integrar en un jardín su puerta original, y no sólo conservarla como hasta ahora, me parece un detalle de sensibilidad. Igual que mantener sus balsas: la grande más grande que nunca, a pesar de tener las mismas dimensiones, y la chica permitiéndonos que nunca olvidemos la original, que es lo único que puedo decir que me gustaba antes más, aunque su reforma es una fuente realmente preciosa.

Todo está mucho mejor que antes, sin haber acabado para nada con sus rincones, y el parque infantil, del que recuerdo bastantes cambios desde mi infancia, nunca fue tan grande y con tanta variedad y calidad. Así que felicidades a todas y a todos los bastetanos, entre los que me incluyo, y a disfrutar de nuestra querida Alameda, que, después de once meses de trabajos de toda índole, hoy vuelve a brillar espléndida y aunando en su interior y en su alma todos los recuerdos del pasado y toda la ilusión del futuro. Que quienes aquí vivimos, y quienes nos visiten, la podamos disfrutar por muchos años sintiendo el abrazo de su hermosura.