POR LA ALAMEDA

Una sección de Lola Fernández Burgos
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CUMPLEAÑOS FELIZ


Tengo una amiga que cuando cumple años siempre me dice “¡me niego!” al llamarla para felicitarla mientras no puedo dejar de reírme por lo inútil de su negación. El tiempo pasa implacablemente, indiferente a nuestras medidas y a nuestros deseos, y mejor acompasarnos a su marcha o tenemos todas las de perder frente a semejante magnitud física. Personalmente me encanta que llegue mi cumpleaños. Bautizada por mis padres en la religión católica, tengo también el día del santo para celebrarlo, pero siempre me ha gustado más recordar el día de mi nacimiento, personal e intransferible, que el de mi onomástica, pues ésta es compartida, aparte de que no soy creyente y eso de los santos me queda lejano y ajeno.

Ya se sabe que algunas personas aprovechamos ciertas fechas para cuestionarnos, un poco más si cabe, la vida y sus avatares, analizando, haciendo balances, reflexionando y tomando decisiones con respecto a este o a aquel tema. A mí me inspiran especialmente el tránsito de un año a otro y los cumpleaños. No los dejo pasar jamás sin dedicar un tiempo exclusivo para el autoanálisis en mis coordenadas particulares de relación interpersonal. Lo que se podría llamar una introspección relacional. En los aniversarios de mi nacimiento no puedo sino sentirme una privilegiada, más cuanto más años cumplo, sencillamente porque es señal de que estoy viva. Así que nada de negarme; al contrario, me afirmo y reafirmo en cada cumpleaños.

Este año ha sido especial por llegarme en un momento de pleno cambio. Mi vida personal, a caballo de la profesional, está a punto de entrar en una nueva fase y me apresto por ello a pasar página en un futuro bastante inmediato. Nada me parece más excitante que tener ante mí una página en blanco. Como escritora, nada iguala a la situación de empezar a crear y lograr que esa página deje de estar en blanco. Todo escritor sabe del placer que subyace en ese proceso creativo, muy difícil de igualar y no digamos ya de superar. Pero si algo supera a la creación artística, eso puede ser, qué duda cabe, la creación vital. No me refiero a dar vida a otros seres a través de la maternidad, sino a dar un viraje a nuestra propia vida, sin brusquedades pero con firmeza. Si les gusta la navegación pueden soñar un cambio radical de dirección manejando con decisión y sin titubeos el timón de una embarcación. Un absoluto placer.

De entre las muchas cosas que he pensado y las decisiones que he tomado me quedo con una que para mí siempre fue esencial pero que por esas cosas de la corrección política y demás servidumbres que llevan aparejadas ciertos cargos, en los últimos años había quedado relegada en el desván. Y no es otra que tener muy claro que sólo voy a querer a quien me quiera, sin permitir que esté en mi vida la gente que o no me quiere o me quiere mal, cosa esta última mucho peor que la primera. La gente que nos hace sufrir sobra y las personas para las que no contamos, simplemente que tampoco cuenten con nosotros. Lo digo siempre: si conmigo no cuentas, no cuentes conmigo. Es sencillo. Estoy cansada y harta de quienes proyectan en los demás sus propios problemas, de quienes ven inexistentes enfados en aquellos a los que han fallado. Señores, que sería muy lícito estar cabreado con quien te ha hecho daño, pero que es mucho más positivo pasar y a otra cosa, mariposa. No, a veces no somos nosotros los enfadados; son los otros los que tienen mala conciencia por no haberse portado bien, y encima quieren excusarse apelando a un ficticio e imaginario cabreo.

Lo dicho, que año nuevo, el mío, para una nueva etapa en una vida que ha sido muy ancha aparte de bastante larga ya, pero que tiene por delante, si la muerte no lo impide, muchos años para vivirlos apasionadamente, porque es con pasión como se disfrutan los grandes placeres, y estar viva lo es. Porque sólo se vive viviendo y, como escribió Pablo Neruda en uno de sus bellos poemas, “la vida es sólo lo que se hace”. Y créanme si les digo que no es ninguna perogrullada, sino el secreto de vivir sintiendo el placer de sentirse vivos.