POR LA ALAMEDA

Una sección de Lola Fernández Burgos
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PELIGROSA VIDA

“La vida es aquello que te va sucediendo mientras estás ocupado haciendo otros planes.”
-John Lennon-


No hay que ser filósofo para que las palabras sean sabias, porque bucear en el conocimiento está al alcance de cualquiera que lo desee. Aunque hay seres tocados por una varita mágica que te permiten abrir caminos a partir de sus reflexiones. Como hay pensamientos dormidos en algunos aforismos que se tornan magia en sí mismos y son capaces de desentumecer toda una vida, cual certera y efectiva descarga eléctrica que te convulsiona interiormente.

Se va acabando el verano, como una cometa que se empieza a recoger después de jugar con ella y el viento. Pero sin saberlo es ya una crisálida que pronto se transformará y se convertirá en el otoño. Al fin, nada pasa, como tampoco nada queda. La vida es, con independencia de todo lo que en ella ocurra o sea. Y se acaba la feria en un pueblo, cuando empieza de nuevo en otro, de igual manera que aquí anochece cuando amanece en las antípodas.

Y si la vida es lo que pasa cuando sueñas lo que quieres que pase, ¿a qué ocuparse en hacer planes bajo la sombra determinista de un guión escrito sin contar contigo y que te ves obligado a representar sin leerlo siquiera? La vida, por no ser, ni es aquello que vas recordando conforme la vives y ya sabes lo que has vivido. Porque aún viviendo, nada es lo que parece. Comemos alimentos y bebemos líquidos, pero la vida nunca puede saciarnos. Ni ella es nuestra madre, ni nuestra orfandad se debe a su pérdida.

Pobres de nosotros los humanos, inmersos en un océano inmenso lleno de mares y playas desconocidos, entre gigantescas olas que escapan a nuestro control y ante las que sólo podemos dejarnos llevar, flotando como un corcho en la fiereza de las mareas (que diría Rimbaud). Cuando no ahogarse es sobrevivir, la vida queda muy lejana y ajena. Somos náufragos sin islas en las que dar reposo a nuestro atemorizado desconcierto. A veces zozobramos y necesitamos alguna tabla de salvación para no irnos a pique; cada quien conoce y se aferra desesperadamente a la suya ante el peligro de hundirse para siempre bajo las aguas. Pero si no puedes pasear bajo el tibio sol entre la arboleda, no olvides nunca que también existen jardines submarinos a los que llega la luz.

A pesar de que sea duro aceptarlo, la vida es tan peligrosa que todos acabamos rendidos a sus pies y muertos. De manera que mejor vivir ignorando que estamos condenados a un día dejar de hacerlo.