POR LA ALAMEDA

Una sección de Lola Fernández Burgos
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MÁS ALLÁ DE LA TEORÍA


Se nos llenan a veces la boca y el intelecto de palabras que nos quedan grandes, porque son muy difíciles de abarcar o porque somos demasiado insignificantes para la grandeza de su significado. Hay quienes creen que por nombrar la libertad son libres y no llegan a entender que jamás conocerán la sensación del batir de sus alas. Como existen personas que se enfundan un traje de epítetos maravillosos y conceptos esenciales, en la convicción de que les va como un guante, olvidando que más allá del vestido está nuestra desnudez. Los humanos que se visten de pavo real parecen ignorar que su bellísima y multicolor cola es propia únicamente de este ave, ajenos por completo a su realeza y quedando en todo caso como vulgares y fatuos pavos. La belleza humana mana del interior y es imposible recrearla por muchas capas de altanería y tonta vanidad que uno dedique a darse.

Somos nosotros mismos, desprovistos de adjetivos calificativos, los que engrandecemos o empequeñecemos nuestra esencia. De igual manera que no por mucho leer poesía nos convertimos en poetas, aunque la mona se vista de seda, mona se queda. Uno no es lo que dice ser, sino lo que es mientras se dedica a inventarse un yo, absolutamente convencido de que no inventa, sino que simplemente da fe de su personalidad. Demasiado complejos, los seres humanos adolecemos de una soberbia sin igual, siempre mirando desde la atalaya en que descansan nuestros convencimientos. Los cuales, por desgracia, no pasan de meros sueños.

Soñar no es malo, siempre que recordemos que los sueños, sueños son. En cuanto confundimos los contornos del mundo onírico y el de la realidad, todo lo echamos a perder. Pues nada tienen que ver nuestras maneras con las que desearíamos tener. Y si imaginar es abrir un camino hacia lo deseado, antes de creernos en la posesión del deseo hemos de comprender que hay que andar toda la senda que hacia él nos conduce. Conozco gente que se cree titulado porque se matricula, dejando a un lado la “nimiedad” de cursar la carrera elegida.

Dejémonos de sandeces, nadie nos conoce mejor que los que nos rodean, sin necesidad de florituras y ensueños de una noche de verano. Que la teoría es una buena asignatura para el futuro, pero el presente se construye con hechos, que obras son amores y no buenas razones. No quiero que me digan qué quieren, qué anhelan, qué buscan…porque es preferible compartir cómo van a lograrlo. Menos hablar y más actuar, que la praxis nunca será sustituida por todos los constructos teóricos habidos y por haber.

Explicar qué se piensa, qué se siente, qué se quiere, puede llegar a ser absolutamente innecesario, porque basta una simple conducta para echar por tierra todo un entramado de conceptos y elementos teóricos. Algunos están tan acostumbrados a construir castillos de arena, que se sienten verdaderamente a salvo del oleaje en tan débil refugio, aunque su seguridad se vea arrollada por la más suave de las olas. Les puede servir para un verano, pero al llegar el invierno lo pasarán realmente mal.