POR LA ALAMEDA

Una sección de Lola Fernández Burgos
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EN POSITIVO


No suelo empezar mis artículos poniendo un título, pues por lo general éste suele cambiar finalmente en el caso de elegirlo de antemano. Ya se sabe que las musas son muy suyas, y basta que les abras un camino para que se empeñen en tirar por otros derroteros. Mas en esta ocasión me he obligado a titular previamente esto que escribo, por una simple cuestión de actitud con la que contrarrestar el pesimismo cotidiano, la falta de ilusión, las malas perspectivas del curso de los días. Sin duda, algo harto difícil, y especialmente duro apenas unas horas después de la terrible matanza escolar de Newtown (EE.UU.), aunque es preciso un ejercicio mental que nos rescate de tanto malo y tanto feo impregnando nuestra realidad actual.

No hay mal que cien años dure, de manera que ya falta menos para que la delicada situación por la que atravesamos a nivel mundial amaine, como un temporal que causa estragos pero tras el cual volverá a lucir el sol en todo su esplendor. Algunos hablan de meses, otros de años, y aun los hay que cifran en décadas el poder dejar la inestabilidad y los problemas económicos y sociales atrás. Sin embargo, obviando el factor tiempo, todos coinciden en que saldremos de esta. Y agarrarse a la esperanza no es mal modo de encarar las presentes dificultades. En unos días llega la fecha final del calendario maya, lo que ha servido para que algunos vaticinen el fin del mundo. Si, como presumo, se equivocaron, no ya los mayas sino los estudiosos de su cultura, comprobar que seguimos vivos puede ser una anécdota más, pero también un motivo de alegría para recibir la nueva vida encontrada más allá de conjeturas y premoniciones.

Por muy abajo que creamos estar, rodeados sin duda por datos y hechos que pintan en negro el marco que nos envuelve, siempre hay que darle una oportunidad al optimismo, y negarnos a abandonarnos a la melancolía. ¿Quién le iba a decir a los habitantes de algunos pueblos anegados por las aguas de pantanos y embalses, que emergerían de éstas con el paso de los años, ante la persistente sequía? Hay cosas que nos pueden parecer más improbables que volver a ver un poblado que un día el hombre ahogó, se supone que para siempre, pero no hay nada imposible cuando lo creemos posible, pues esa postura es precisamente el motor que nos permitirá conseguirlo. No se pueden olvidar las cosas negativas, y tenemos además la obligación de gritar alto contra atropellos y abusos, aunque hacerlo en positivo no sólo será más efectivo, sino que de seguro nos ahorrará indeseables efectos perjudiciales.

Valorar lo que tenemos, que aun cuando nos pueda parecer nada siempre será más de lo que creemos. No añorar lo que no existe, olvidando por supuesto lo que nunca existió. Que el bienestar nuestro de cada día emane del interior, con lo cual evitaremos la influencia externa y ajena. Pequeñas metas que nos permitan hacer camino, objetivos asequibles que nos ayuden a vencer el desaliento. Marcar distancias con lo que nos hace mal, con quienes no nos aportan nada bueno y sí mucha desdicha evitable. Son algunas de las sugerencias que pueden ser válidas para vivir en positivo, junto a otras muchas que serán las más adecuadas para cada cuál. Es una simple cuestión de intentarlo con todas nuestras fuerzas y ganas, que ya sabemos que no se pierde nada por probar.