POR LA ALAMEDA

Una sección de Lola Fernández Burgos
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MISCELÁNEA


Non habemus papam, y no porque el anterior se haya muerto, que sólo se ha retirado, aunque en mi opinión se ha ido para que no le maten, y seguro que nadie ha olvidado lo que duró Juan Pablo I tras declarar su intención de acabar con la corrupción en el Banco Ambrosiano. Habrá quien piense que son palabras muy duras, pero a mí me parece muchísimo más fuerte leer en la prensa que en el próximo cónclave, del que saldrá el sucesor de Benedicto XVI, lo prioritario es elegir entre los cardenales un Papa libre de la sombra de la pederastia y decidido a 'limpiar' la Iglesia [sic]. Pederastas y suciedad, no hay que añadir mucho más. ¡Qué triste que al leer a continuación, en otra noticia independiente de la anterior, que más de 200 millones de niños sufren violencia sexual en el mundo; la mayor parte la sufren las niñas, en concreto unos 150 millones, se me antoje que no hay tanta independencia entre ambos titulares!

A vueltas con la disolución de ETA siempre se hace mención a su larga lista de víctimas, lo cual me parece una muestra de respeto hacia quienes vieron truncadas sus vidas de modo tan injusto y salvaje, siempre que no se les utilice políticamente, que sé de al menos un partido que debe su misma existencia a tan nefasta manipulación. Pero sin entrar en profundidades, lo que sí me gustaría mencionar es que empieza a crecer insoportablemente la lista de víctimas de los desahucios, y en esta ocasión no podemos proyectar nuestro rechazo a una banda de desalmados, nunca desarmados, que siembran el terror… ¿A quién atribuimos la autoría de los suicidas de la crisis, o la de las víctimas de los recortes sanitarios, por ejemplo? ¿Qué sienten los políticos, los banqueros, los legisladores, los jueces, los arrendadores… cuando se quita la vida alguien a quien van a echar a la calle o que está desesperado por el paro, o cuando mueren esperando en urgencias por falta de médicos?

Sopla el viento, y lo mismo brilla el sol sobre nubes que surcan veloces los cielos, que se oscurece el día mientras llueve como en una bella acuarela china; no siendo improbable que un fugaz arco iris disperse su belleza multicolor emocionando a quien tiene la oportunidad de verlo. Todo ello le da vida a la nueva encina centenaria del Parque de la Constitución, que luce presumida en su recién estrenada ubicación. Deseo que tanto este ejemplar como los otros cinco a repartir por los parques de Baza se adapten y nos sobrevivan. La encina de la Constitución tendrá la suerte de escuchar la risa de los niños y niñas multiplicada tras la bienvenida ampliación de su parque infantil. Ya sólo resta, para que llamarle parque deje de ser algo meramente nominal, que se cumpla la oferta 10x1 hecha en su día, que prometía plantar 10 árboles nuevos por cada uno de los arrancados muy cerca, dejando en él una buena parte de ellos.

Hemos celebrado el día de la mujer trabajadora; es decir, el de todas las mujeres, porque si hay alguna que no trabaje, con o sin remuneración, será la excepción que confirma la regla. Y nada sería más deseable para todas nosotras que llegue el día, con ayuda de todos los hombres, en que ambos géneros, tan distintos por fortuna, tengamos los mismos derechos y la tan nombrada igualdad entre los sexos sea real, y no, como en la actualidad, una simple milonga. Si a esa lucha por la identidad de derechos se le llama feminismo, que no tenga ninguna mujer reparo en ser y declararse feminista, y que no digan los hombres que eso es igual que el machismo pero al revés, porque es una burda mentira. No sé de mujeres que pretendan sustituir a los hombres en su tradicional rol de dominio, aunque, de haberlas, eso en todo caso sería hembrismo. Vamos a dejarnos de alentar confusiones y luchemos codo a codo para que con celebrar el día del trabajo sea suficiente.