POR LA ALAMEDA

Una sección de Lola Fernández Burgos
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ACTITUDES CIUDADANAS


El escándalo por el uso de tarjetas opacas por parte de representantes políticos, sindicales y patronales, hasta un total de 86 exdirectivos y exconsejeros de la extinta Caja Madrid y más tarde Bankia,para gastospersonales por un importe total de 15.2 millones de euros, estalla cuando la ciudadanía podía creer que su capacidad de asombro había tocado techo. El uso generalizado, sólo 3 de 86 no robaron con ellas, de las tarjetas B como sobresueldos libres de impuestos (y de límites, parece ser), ha salpicado a partidos y sindicatos mayoritarios por igual: PP, PSOE, IU, UGT y CC.OO. Para mí que estamos sólo ante la punta del iceberg, que en cuanto avancen las investigaciones la realidad será aún más difícil de comprender. En auditoría interna se descubrió que la corrupción campaba a sus anchas desde hace más de una década, aunque algún exdirectivo ha afirmado que su inicio data de 1988… ¡Veintiséis años robando a Hacienda, que, según dicen, somos todos y todas! Algunos de ellos, no crean que pocos: 28, que más bien son demasiados, siguieron haciendo uso de estas tarjetas de dinero no declarado incluso habiendo dejado de trabajar en Caja Madrid… Cuesta trabajo asimilar cuánta razón tenemos al afirmar que todos son iguales. Además, ¿qué pintan en la Banca nuestros representantes?, ¿están para controlar, o no es más que un compadreo entre corruptos?

A todo ello, los hombres y mujeres de la política siguen a los suyo, en perpetua campaña electoral, evidenciando que poco les importa más allá de que no les desmonten su chiringuito. Parece que no se enteran de que ya nadie admira su poder, ese que de ser una posibilidad de mejorar la sociedad y la calidad de vida siempre con el interés general por bandera, se ha quedado en un pobre duelo de egos vacíos de capacidad de reacción. Se habrán quedado ciegos, porque de no ser así no se entiende que sigan acudiendo a hacerse fotos, que luego nadie mira sino ellos mismos, en escuelas, institutos, hospitales, rotondas, a pie de las escasas obras de las que presumir… O ciegos, o amnésicos, o qué sé yo, pero hay que tener la cara muy dura para presentarse ante, por ejemplo, los docentes (cuando sabemos que son los más castigados de la Unión Europea y los que más poder adquisitivo han perdido gracias a este Gobierno y su mal hacer en esta crisis); o ante el personal sanitario, con la política de recortes seguida… Y no digamos ya qué juicio me merece el dirigente que presume de recuperación económica, mientras no deja de oprimir el cuello de los más desesperados.

La única razón de ser de la política es la de los ciudadanos que, para empezar, les dan trabajo a sus representantes. Y cuando estos pierden el norte y se empecinan en seguir sí o sí, es cuando aparece esta fractura actual entre ciudadanía y poder político. Este haría bien en tomar nota de que aquella se ha movido, en cuanto a actitudes, en una línea que va del desapego al desdén, que es tanto como decir de la indiferencia al rechazo. ¿Que no se quieren enterar? Peor para ellos, porque están ante un pueblo preparado, a pesar de sus recortes en educación, que ya no se cree sus mentiras y que hace ya demasiado comprendió que está absolutamente solo y dejado de la mano de quienes tendrían que estar partiéndose la cara por dar soluciones a nuestros problemas, y no por entrar en el consejo consultivo de algún banco con barra libre de dinero negro.