POR LA ALAMEDA

Una sección de Lola Fernández Burgos
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ECLIPSES Y URNAS


Ha llegado la primavera con un eclipse solar que las nubes de un día lluvioso no nos dejaron observar por estas tierras, pero ahí estaba con su influencia a pesar de sernos invisible a los ojos. Y es que no porque no podamos ver algo, deja de existir; al igual que muchas cosas  que creemos percibir son puras apariencias, meras aberraciones oculares, tal como los árboles de Marte, que juraríamos reales y , por desgracia, no hay rastro de ellos en el planeta rojo. Y es que el conocimiento de lo que nos rodea no nos llega necesariamente a través de los sentidos, o sólo sirviéndose de ellos. El mundo y la vida son aún más complejos que nosotros mismos, que ya es decir. Pero ahora que está lloviendo, aunque hiciera frío y nos creyéramos todavía en invierno, ahí está la belleza en flor primaveral, para tener la certeza de que ya lo dejamos atrás. Nuevamente el juego de sensaciones y realidades para jugar al despiste en cuanto nos descuidamos.

Este domingo los andaluces hemos sido llamados a las urnas, a las que vamos a tener más oportunidades de visitar, pues después de las elecciones autonómicas de hoy, aún nos restarán las municipales y las generales. Vamos, que no nos vamos a aburrir, aparte de que siempre es positivo que se cuente con la ciudadanía, a ser posible más allá del momento de votar, que la verdad es que mosquea bastante que por unos días, los de campaña, se nos quiera hacer sentir protagonistas e imprescindibles, para luego pasar la mayoría de las veces de nosotros y, lo que es muchísimo peor, de nuestras decisiones mayoritarias. A los resultados me remito: en los últimos comicios para el Parlamento andaluz, el PSOE perdió por primera vez en lo que llevamos de democracia, pero no importó lo más mínimo para maniobrar y conseguir el apoyo preciso para seguir ahí, en contra de la voluntad del pueblo. Todo con la ayuda de un partido, IU, que había visto mejorar sus resultados, simplemente por el voto de castigo al grupo parlamentario con el que al final pactó para que nada cambiara, más allá del deseo de los andaluces, que si votan es para que se les escuche, no para que se les ignore. Es el poder de la aritmética sobre el de la soberanía popular, lo cual es absolutamente inadmisible, al menos para mí, no voy a mentirles: cuanto menos me parece totalmente antidemocrático.

Ya se sabe que en la política, en minúscula cuando debiera ser más mayúscula que nunca, pasa un poco como en los días nublos, que no se vislumbra lo que hay más allá de las nubes, con independencia de su presencia. Lo que marca la diferencia es que en la climatología no hay manipulación, dejando a un lado los supuestos aviones fantasmas que pasan y se llevan las nubes a otra parte; en tanto en las trastiendas políticas la especialidad es precisamente el manipular y el ocultar, al menos es lo que yo he visto por regla general, aunque nunca con tanto descaro y cara dura como en los últimos tiempos, en los que parece que para nuestros representantes todo vale para seguir siéndolo, ignorando nuestros votos, que son los que en verdad importan. Quiero creer que esto acabará de una vez por todas en cuanto los políticos nos escuchen realmente y se ciñan a llevar a la práctica nuestras opciones, que es de lo que se trata, por más que algunos se empecinen en dejarlo en el olvido. Para ello nos acercamos hasta los colegios electorales, no porque nos hayan convencido de que somos lo más, aunque sólo sea porque estamos ya muy hartos de comprobar que para ellos somos lo menos. Y si no es así, que nos lo demuestren:¡ocasiones no les van a faltar!