POR LA ALAMEDA

Una sección de Lola Fernández Burgos
Para remitir sus comentarios, clique AQUÍ

ESPEJISMOS


Ocurre a veces que la mano amiga te llega de una canción, de un poema, de una pintura... Estamos muy solos, tan rodeados de gente y tan sin nadie, que podríamos desaparecer imperceptiblemente. Desde niños nos enseñan el valor de la amistad, equiparándola a un tesoro; y ya en tan pronta edad soñamos con hacernos con él, contra vientos, mareas y piratas. Y crecemos rodeados de personas con las que sentimos que compartimos amistad, sin saber muy bien en qué consiste y cómo se manifiesta, pero con la felicidad de la cantidad, más allá de florituras propias de los adultos. Y cuando nosotros mismos ya lo somos, comprendemos que la calidad es lo que importa, y que esta se expresa muy especialmente en la adversidad, pues cuando suena la música todos acuden prestos al baile. Distinto es cuando la fiesta acaba y se apagan las luces: el momento propicio para comprobar quién se queda a echar una mano y quién se va haciendo mutis por el foro para no regresar hasta nuevas algarabías. Creces y compruebas que son mucho más reales los vientos y las mareas, que los tesoros; que no hay piratas con pata de palo y pañuelo cubriendo sus greñas, pero sí gente mala que en ocasiones se confunde con la buena y llega a llamarse amiga, llenando tu vida de basura, cuando se suponía que contabas con una fortuna.

Habría que reflexionar profusa y profundamente sobre cómo el sistema y la sociedad nos estafan, prometiendo paraísos a cambio de nuestra implicación y esfuerzo, para que después nos demos de bruces contra la cruda realidad, cuando no con el mismo infierno. Los oasis del desierto con frecuencia suelen ser sólo un espejismo, y cuesta mucho desterrar tanta mentira y redimensionar los valores aprendidos; porque lo que no se basa en la verdad, podrá ser muy bonito, pero es falso, no existe. A los niños no hay que mentirles, todo lo más contarles cuentos que despierten su imaginación y fantasía. Sin embargo, se les miente tanto, que al final muchos de ellos al hacerse mayores han interiorizado la falsedad de tal manera que ya no distinguen esta de la verdad. Me parece preferible estar callados, antes que tanto infundio; pero la vida es lo que hay, no lo que nos gustaría o queremos. Y así, se nos promete amigos, amores, trabajo, una casa; para no quedarse cortos, se nos ofrece hasta un cielo que nadie ha podido certificar que exista..., aunque, ya puestos, qué cuesta. Después, del dicho al hecho hay un trecho tan insalvable, que no tiene nada de extraño que algunos naufraguen; y que muchos otros sientan el desconcierto de enfrentarse a un mundo del que nadie les habló: en el que las brujas siempre ganan a las hadas, los dragones nunca son abatidos, y no hay príncipes ni princesas que acudan a rescatarte cuando estás en peligro.