POR LA ALAMEDA

Una sección de Lola Fernández Burgos
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PROTAGONISTAS DE NUESTRAS VIDAS

Tú eres el arco del cual, tus hijos 
como flechas vivas son lanzados. 
Deja que la inclinación 
en tu mano de arquero 
sea para la felicidad.

-Gibran Khalil Gibran-

Con lo bien que queda todo teóricamente hablando, y qué difícil es muchas veces acompasar la práctica a las palabras. Ya no es sólo lo de obras son amores, y no buenas razones..., sino la frecuencia con que lo que creemos y hacemos nuestro, después no va más allá de una mera convicción. Y lo peor es cuando de lo que estamos convencidos no nos apea nadie, ni mucho menos una realidad que contraste con nuestras más íntimas creencias. Pero es que para que haya contraste -que es tanto como decir distintas maneras de ver, que impidan una única vía de conocimiento-, hay que dar un pequeño pero significativo salto que va de la idea a los actos, de la teoría a la praxis, de lo ideal a lo real. Y si esa transformación no se da, mal y pobre panorama nos espera.

Tal vez haya gente que no tenga tiempo para elucubrar, de tan ocupada como está en algo tan simple como la vida. Igualmente, puede que existan personas que por más que quisieran vivir lo que sienten y piensan, no les es dada tal oportunidad, más allá de que se planteen o no tomársela -aunque sólo sea por ver qué tal se les da eso de hacer lo que realmente quieren-. Pero el estado ideal no debe de andar lejos de la equidistancia entre ambas dimensiones: Si uno no reflexiona sobre lo que vive, poco aprendizaje obtendrá de sus vivencias; y si se queda en la mera meditación, por muy trascendental que ésta sea, qué tristeza más grande...

No caben muchas dudas sobre la importancia de la educación familiar -que a estos niveles, donde se pongan los padres, que se quiten más escuelas-, a la hora de conformar personalidades independientes, en las que siendo primordial el tema de las aptitudes, no ha de descuidarse jamás el ámbito conductual. Se supone que un padre y una madre desean tanto que sus hijos sean capaces, como que con su talante demuestren que lo son. Y ello, tanto entre las paredes de un hogar, como más allá de ellas. Aunque no es infrecuente que esa suposición naufrague, al ver tanta prole con una vida no sólo mediatizada, sino directamente supeditada a la de sus progenitores. Pero es que si me apuran, podemos invertir los términos y comprobar que esa subordinación se da también en sentido inverso, siendo entonces los padres los que dependen de sus hijos a la hora de actuar con más o menos libertad. Teniendo tan clara la teoría, esa que dice que se educa en libertad y sin cadenas, quién no conoce el caso de alguien que más que vivir su propia vida, vive la de unos padres, la de unos hermanos, la del cónyuge, la de unos hijos... Seguramente se admite por mera comodidad, al menos en un principio; porque con el tiempo, imagino lo frustrante que será no ser ni el protagonista de tu propia existencia, cuando ese es un derecho que nadie nos debería arrebatar.