POR LA ALAMEDA

Una sección de Lola Fernández Burgos
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MAÑANA DE DOMINGO


Mañana de domingo, que es sentarse ante la pantalla y escribir...; aunque hay días, verbigracia hoy, en que, como escritora, una se siente algo perdida: en la encrucijada de optar por un tema cómodo, circunscrito a ese espacio común en el que nos solemos entender con total naturalidad; o por no permitirme soslayar el compromiso y la denuncia, sabiendo de antemano que habrá divergencias al otro lado. Pero es que para más inri, cuando eliges según qué temas, sabes que vas a pasar un mal rato y siempre es preferible el placer de la escritura, dónde va a parar... Sin embargo, eludir problemas tan graves como, por ejemplo, la incesante muerte de mujeres por violencia machista, o el suicidio infantil por acoso escolar, o la incomprensible falta de humanidad para con los refugiados, o la constatación de que la corrupción que conocemos es sólo la punta del iceberg, o que el mar será en muy pocas décadas de plástico y demás basura, o tantos otros, les aseguro que tampoco es demasiado satisfactorio.

Puedo permitirme, como en el párrafo anterior, conjugar ambos aspectos, moviéndome en un punto de equilibrio entre la calma y la rabia, entre la sonrisa y la mandíbula apretada; pero difícil de encontrar sin hacer filigranas, y no porque dibujes el telón de fondo te encuentras el texto escrito. Pues armonizar en las palabras, y en su mensaje, lo suave y lo duro, lo liviano y lo denso, lo generoso y lo estricto..., les aseguro que es otro cantar. Si encima te encuentras inmersa en el actual clima social de incertidumbre, ante algo tan importante como saber quién dirigirá el sentido de nuestro futuro más inmediato, tienes un añadido que sin duda se va a adherir no ya a las palabras, sino a las mismas letras y sílabas, y a cómo las combinas. De manera que llega un momento en que tienes ante ti el nuevo documento abierto en la pantalla (lo que antes era un folio en blanco, vamos), y te debates entre Pinto y Valdemoro, la noche y el día, la brisa y el huracán, los pajaritos o los feos monstruos, y todos los estados de ánimo y actitudes que ustedes puedan imaginar. Porque si te dejas llevar por la actualidad, por las noticias del día, ahí sí que caminas irremediablemente al muermo y la tristeza cuasi infinita; con lo cual, no sabe una, a veces, de qué escribir o por dónde empezar. Y luego está, una vez que ya lo sabes, que consigas decir lo que quieres, y, lo más importante, que quien te lea, te entienda.

Espléndida y preciosa mañana de domingo, en la que en vez de perder el tiempo en dilemas y otros comecocos, he preferido comentárselos para un mejor entendimiento. ¡Pero es que además, al hacerlo, me encuentro con el artículo escrito; para que luego niegue nadie la magia de compartir, y el feed-back, por desgracia asincrónico casi siempre, que se establece entre quien escribe y sus lectores!