POR LA ALAMEDA

Una sección de Lola Fernández Burgos
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DEL CAPITAL HUMANO


Hace unos días, una madre mostraba su satisfacción ante las brillantes notas de sus hijos, y yo, tan políticamente incorrecta como siempre, le espetaba un pues ellos son los parados del futuro, que le cortó la sonrisa. Sin quedarse en la incorrección, o en la mayor o menor oportunidad del comentario, está claro que la formación es esencial y que lo lógico es que los padres deseen para sus hijos la mejor preparación académica y el libre acceso al conocimiento en todos los ámbitos por los que muestren interés. Pero también podemos hablar de una cierta estafa social, cuando tenemos una juventud mejor preparada que nunca, y con los peores augurios a la hora de encontrar un trabajo que le permita una estabilidad económica que propicie poder desarrollar un proyecto de vida. El desempleo ha obligado a nuestros jóvenes a emigrar en busca de mejores perspectivas, y a hacerlo a millones, que no estamos hablando para nada de casos aislados. Y lo más preocupante es que no parece que la situación económica de nuestro país y los fríos datos estadísticos vayan a ser muy diferentes a corto y medio plazo.

El concepto económico de capital humano siempre me ha hecho reflexionar en su importancia y en la paralela ignorancia que el sistema le concede a la hora de la verdad, sea ésta la que sea. Se define como la sumatoria de los conocimientos, habilidades y entrenamientos que los individuos han adquirido y que los habilita a realizar labores productivas de diferentes niveles de especialización y complejidad. La adquisición de este capital precisa un cierto lapso de tiempo para que los individuos logren las destrezas requeridas. Una vez que estas se incrementan, el trabajador tiene la posibilidad de exigir una mayor remuneración. Teóricamente queda muy bien, pero la realidad es otra muy distinta, convendremos todos y todas. Que se requiere tiempo para acumular el capital que te proporciona la educación y la enseñanza, segurísimo: algunos se pasan la vida estudiando y aprendiendo. Pero que ello sirva para encontrar un trabajo acorde al nivel, eso es mucho más dudoso; así que de lo de poder exigir mejores salarios, como falta el trabajo remunerado, mejor ni hablar, porque sería como entrar en una ciencia ficción laboral.

Lo peor, más allá de la poca incidencia que tiene a día de hoy una buena preparación, es que de no existir el capital humano, se inventa (algo no infrecuente entre los políticos, si damos credibilidad al periodismo de investigación y denuncia, que también lo hay, aunque a veces cueste creerlo). Pero es que además, si se posee (que es como tener un tesoro, aunque a veces no sirva para nada que exceda el crecimiento personal), ello crea envidias entre quienes no lo poseen, y donde se muestra orgullo, ellos sólo verán fatuidad y vanidad. Claro que, por fortuna, la envidia sólo le duele a quien la siente, aunque suele ser muy mala y negativa por maledicente. Así que mejor que a la hora de hablar de capitales, lo hagamos geográficamente, o tengamos al menos una independencia económica, porque si fiamos el futuro al capital humano, mejor vayamos desplegando eso que llaman paciencia.