POR LA ALAMEDA

Una sección de Lola Fernández Burgos
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CADA VEZ DUELE MÁS


Llega el invierno y los periodistas se afanan en hacer noticiable el frío y los temporales, sean de nieve, de viento, de lluvia... Cada año es igual y los noticiarios compiten en vestir de extraordinario lo que no se sale un ápice de la normalidad, lo cual tampoco tiene nada de raro, pues es lógico que en verano nos hablen de calor y ahora de su ausencia; aunque lo cierto es que la noticia sería justamente lo contrario. Hay cosas que a fuerza de repetirse ya las encontramos sencillamente habituales; a lo que una no puede acostumbrarse nunca es a lo que no debiera ocurrir jamás, y sin embargo sucede una y otra vez sin apenas tregua. Como la muerte de mujeres a causa de la violencia machista, que no deja de golpear la tranquilidad nuestra de cada día, pues no hay descanso: cuando estás lamentando una pérdida, conoces otra, y otra, y otra... y cada vez duele más.

Ahora mismo hay un grupo de mujeres, víctimas todas de esta asquerosa violencia machista, en huelga de hambre en Madrid, con una serie de demandas que ya deberían ser una realidad si esta sociedad deseara realmente acabar de una vez por todas con esta lacra que no sólo avergüenza, sino que deja desamparadas a demasiadas familias, a tantos y tantos huérfanos sin (apenas) ayudas estatales. Sin embargo, sus peticiones no han merecido ni siquiera respuesta, por lo que han decidido empezar esta huelga. Parece increíble que en una sociedad supuestamente moderna y de progreso, a las mujeres se las asesine día sí y al otro también, y no haya realmente una voluntad de acabar de cuajo con esta dinámica de puro feminicidio. Claro que peor es lo que ha decidido Rusia al despenalizar la violencia machista, donde para que el agresor pueda ser procesado penalmente y ser enviado a la cárcel, habrá de ser reincidente en el plazo de un año; además de no considerar delito las agresiones que no causen lesiones graves, siendo simples faltas administrativas... Dicen los políticos rusos, con una mujer a la cabeza, para vergüenza de sus congéneres, que se trata de despenalizar las palizas que no ocasionen daño a la salud de las víctimas. O sea, que una paliza al año que no te mate, ni es violencia ni es delito. ¡Y tenemos la osadía de llamarnos animales superiores e inteligentes!

Rusia me queda muy lejos, pero esta España nuestra debería de una vez por todas encarar directamente este gravísimo problema con la intención de obtener soluciones reales; porque de nada sirven leyes ni juzgados específicos si las víctimas se quejan sin ser escuchadas y deben recurrir a huelgas de hambre; si no sólo no se acaba con el número de muertes, sino que suma y sigue, y se acrecienta. Pues detrás de cada número hay una tragedia que la estadística no contempla; y la realidad es la que todos y todas conocemos, la misma que nos golpea en cada noticiario, sin que podamos en modo alguno habituarnos a ella, pues no se trata de asuntos climatológicos o de ciclos estacionales, sino de mujeres asesinadas. Y la verdad, cada vez duele más.