POR LA ALAMEDA

Una sección de Lola Fernández Burgos
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DÓNDE ESTARÁ FEDERICO


¿Presintió Lorca su propia muerte? Imposible saberlo con certeza, aunque en el poema Fábula y rueda de tres amigos, incluido en Poeta en Nueva York, podemos leer, no sin estremecernos, estos versos:

Cuando se hundieron las formas puras
bajo el cri cri de las margaritas,
comprendí que me habían asesinado.
Recorrieron los cafés y los cementerios y las iglesias,
abrieron los toneles y los armarios,
destrozaron tres esqueletos para arrancar sus dientes de oro.
Ya no me encontraron.
¿No me encontraron?
No. No me encontraron.
Pero se supo que la sexta luna huyó torrente arriba,
y que el mar recordó ¡de pronto!
los nombres de todos sus ahogados.

Imposible dejar de lamentar el asesinato de Federico García Lorca, pues mataron injustamente a un creador inconmensurable, pero también porque con él enterraron el futuro, amén de la misma poesía, como diría Machado. Tras la búsqueda en Alfacar de sus restos mortales en la fosa en la que supuestamente le mataron junto a tres hombres más, no los han hallado, concluyendo que probablemente sus cuerpos fueron exhumados y trasladados a otro lugar. Leyendo la numerosa documentación de lo que ocurrió en aquellos días de agosto del 36, sólo he logrado una tristeza casi infinita, no ya únicamente por el poeta, sino por los miles de fusilados, sólo en Granada, cuando apenas hacía un mes del golpe de Estado que dio lugar al inicio de la vergonzosa Guerra Civil española. Recuerdo que en mis años de estudiante en la capital, se hablaba de que Federico fue desenterrado por la familia y trasladado a los huertos de la Huerta de San Vicente; mucho más recientemente escuché que sus restos habían acabado en Nueva York, lo cual me parece demasiado romántico para ser cierto en tema tan trágico y desgraciado.

Lorca es un poeta maravilloso, y como dramaturgo es único e incomparable. Si alguna persona rechazó alguna vez el teatro como expresión artística, le bastará adentrarse en su trilogía para mutar tal rechazo por pura atracción. Ésta está compuesta por Bodas de sangre, Yerma, y La Casa de Bernarda Alba, casi nada...  Tres obras maestras por las que no pasa el tiempo, como no sea para engrandecer su importancia, la última de ellas escrita pocos meses antes de ser vilmente asesinado. No puedo sino preguntarme qué otros títulos fascinantes hemos dejado de leer y disfrutar, pues su genio quedó igualmente atrapado en una fosa para toda la eternidad. No tengo ni idea de dónde estará Federico, y si su propia familia no desea que sus restos sean buscados, tampoco tiene demasiada razón de ser la necesidad de respuestas. Sólo nos queda un gigantesco dolor, y sus versos, y cada una de sus palabras editadas; y en ellos hay tanta vida, que son más que suficientes para tratar de ignorar el negro absoluto de su ausencia, y al mismo tiempo para evitar el olvido por los siglos de los siglos.