PLAZA MAYOR

Una sección de Francisco Arias
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CARNAVAL

Llegó el Carnaval y, un año más, los bastetanos celebraron esta alegre y burlesca fiesta, aunque es cierto que, en esta ocasión, la climatología no ha querido colaborar demasiado y vino hasta nosotros disfrazada de invitada inoportuna y desapacible. No obstante, como dice el refrán, no hay mal que por bien no venga; así que la ciudad de Baza ha aprovechado las circunstancias meteorológicas y, aunque de forma intermitente, quiso participar en la fiesta carnavalera vistiéndose con un hermoso traje de novia, blanco y frío, como la misma nieve. Disfraz acuoso que siempre es bien venido, aunque desluzca un tanto la vistosidad y la alegría del Carnaval, hasta el punto de que obligó a posponer la jornada festiva de los más pequeños. Pero, mal que bien, ahí han estado todos, que nuestra gente, cuando se lo propone, también sabe ser firme y constante, sobre todo para las fiestas, y, como está mandado, han sido fieles, en estos días, a esa cita con el equívoco y la broma, con el transformismo y el jolgorio carnavalero.

Es verdad que nuestro Carnaval ha perdido intensidad en los últimos años, pero ahí continua, un tanto indeciso, como esperando nuevas pautas o nuevos derroteros por donde encauzarse y expandirse. Yo, por mi parte, sigo echando de menos el concurso de coros y chirigotas, que tan alto nivel había alcanzado y que, como tantas otras cosas, llegó, triunfó y se fue diluyendo, poco a poco, hasta desaparecer. Según parece, las agrupaciones escolares de chirigotas se están celebrando con muy buena acogida y con notable éxito. Ésa es una actividad que hay que mantener y promocionar, pues será, sin duda una excelente semilla para que, muy pronto vuelva a brillar este concurso en el Carnaval de Baza.

Dicen que esos vaivenes en las costumbres y en las modas son una muestra de la inconstancia de los bastetanos, que nos tomamos las cosas a arrebatos y luego nos cansamos y, de la noche a la mañana, las abandonamos. Es posible que haya algo de eso, que cuando el río suena, agua lleva. De todos modos, el pueblo es soberano y, en este sentido, hace y deshace según le interesa, y de nada vale intentar mantener las costumbres a la pura fuerza. Ahora bien, quede claro que una cosa son las fiestas y otra muy distinta las que podríamos llamar “cosas de comer”, con las que, ya se sabe, que no hay que jugar. Así que, bueno está que seamos mudables en determinados aspectos de menor transcendencia, pero, de ninguna manera debemos permitir que la supuesta inconstancia del alma bastetana aproveche la fiesta carnavalesca para invitarnos a disfrazar nuestras necesidades de sueños imposibles y a olvidarnos de ellas. Quiero decir que tenemos que continuar con la lucha diaria que hemos emprendido para sacar adelante esa serie de aspiraciones tan importantes para nosotros, como son, entre otras, el tren, la autovía del Mármol y el regreso de la Dama. Y aquí sí que tenemos que ser constantes, que en estas cosas, el que parpadea pierde; es evidente que hay que seguir “erre que erre”, sin cejar en el empeño, sin bajar la guardia en ningún momento. No basta con pedirlas y ya está; hay que seguir insistiendo sin descanso ni desaliento. Tengamos en cuenta que la Administración es dura de oído, le gusta hacerse de rogar y, al final, tapa las bocas que más gritan, o, como tantas veces se nos ha dicho, llena las bocas más rentables, es decir, las que menos hambre tienen. Así que no hay que dejar de echar leña al fuego, para que las decisiones que se tomen en el POTA, en el PEIT, y donde corresponda, sean aquellas que deseamos y necesitamos.

No tenemos que dejarnos convencer por los que aseguran que nuestras aspiraciones son imposibles o muy difíciles. Castillos más grandes han caído. Precisamente, yo recuerdo que, en alguna ocasión, he escuchado decir a personas relevantes y puestas en el tema que en tal o cual ciudad habían construido un instituto “político”, o un hospital “político”. Y al preguntar sobre el significado exacto que el término político tiene en estos casos, se me explicó que se trataba de centros educativos o sanitarios que no eran muy necesarios en esas ciudades, pero que se habían conseguido con presiones sociales y, sobre todo, con estrategias políticas. Y con esto no deseo criticar ni a tales ni a cuales, que estas son cosas comprensibles que ocurren y han ocurrido en todo tiempo y lugar; yo sólo quiero utilizarlas como argumento para convencer a pesimistas e incrédulos, pues, si con tesón y negociaciones políticas se pueden conseguir incluso cosas que no son de primera necesidad, ¿por qué no vamos nosotros a lograr que se atiendan unas reivindicaciones totalmente justas y necesarias? Tampoco quiere eso decir que haya que tener todo en la mano, al momento, pero, poco a poco y con paciencia, hasta las verdes caen. Ya les digo, yo tengo muy claro que los logros que se alcancen en este sentido van a depender, muy mucho, del empeño de todos nosotros y,especialmente, de la habilidad de nuestros políticos.

Por eso considero que éste es un buen momento para dar ejemplo de unión y de constancia en la defensa de nuestros intereses. Debemos hacer un esfuerzo para exigir demostrar que, en contra de lo que opinan algunos, lo justo, lo normal y lo razonable es que las comunidades y las zonas más pobres crezcan a un ritmo mayor que las más ricas. No sé si se habrán dado cuenta de que ésta es la única forma de corregir las profundas desigualdades que nos envuelven.

Y estos asuntos son, como decía, cosas de comer y no admiten desánimo ni olvido; no se pueden comparar al hecho de que tengamos un Carnaval más o menos lucido, aunque, no vamos a negar que esto último también tiene su importancia, que a nosotros nos interesa que todas nuestras cosas vayan siempre lo mejor posible; también la celebración carnavalera. Así que ánimo y a defender lo nuestro. Y ánimo a los amantes del Carnaval, a mantener y a engrandecer la fiesta. Por cierto, mi enhorabuena a los ganadores del concurso de disfraces. Ah, y este año yo pediría un premio especial del jurado para la ciudad de Baza, por el efímero y hermoso vestido de novia con que nos ha sorprendido a todos.