PLAZA MAYOR

Una sección de Francisco Arias
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¿QUÉ COMEMOS HOY?

Pues no, no se trata de un nuevo programa televisivo, de esos de cocina que proliferan en las distintas cadenas y que, según parece, tienen una gran aceptación, bien porque sea cierto eso de que todos llevamos dentro un cocinero más o menos frustrado, o, más bien, porque el contemplar la elaboración de tanto plato suculento es como si, de alguna manera, nos alimentara y nos sirviera de gran consuelo, dadas las restricciones alimentarias que nos imponemos un gran número de personas para mantenernos en nuestro peso; bueno, más que en nuestro peso, en el peso de otros, que el peso que de verdad es nuestro lo tenemos a cada instante, aunque nos pese.

Por otra parte, cuando digo “¿qué comemos hoy?”, con el “hoy” no me estoy refiriendo al día concreto de la fecha, sino a la época actual; así que, en realidad, con este título formulo una verdadera pregunta o, más bien, una especie de interrogación retórica en la que ya va implícita la respuesta. En definitiva, que, al preguntar “¿Qué comemos hoy?”, la respuesta esperada es: “porquería”, por decirlo de una manera fina y no utilizar la palabra que normalmente se dice.

Y la respuesta es bastante acertada si pensamos, ante todo, en los actuales hábitos y tendencias que se están imponiendo a la hora de comer, así como las manipulaciones de todo tipo que sufren la mayoría de los alimentos, tanto de origen vegetal como animal. Todos dudamos de la salubridad de esa comida, llamada rápida, que parecellevar más plástico que comida; todos conocemos, también,los grandes riesgos que suponen las alteraciones genéticas y ecológicas a las que son sometidos animales y plantas con la finalidad de alcanzar la máxima rentabilidad a la hora de comercializar los productos. Es lógico que ensalcemos, cada día más, las excelencias de la cocina mediterránea, pues es evidente que es mucho más sana y más sabrosa. Hablando del tema, a mí me gustaría dejar muy claro que somos injustos cuando decimos que la cocina mediterránea está desapareciendo. No es exactamente así. Lo que realmente está desapareciendo es la cocinera mediterránea. No quiero que se me tache de machista, pero está claro que el progreso tiene sus ventajas y también algunos inconvenientes. La incorporación de la mujer al mercado laboral, totalmente justa y necesaria, está llevando consigo la paulatina desaparición de esasmagníficas cocineras, que eran las madres y las abuelas de antes, todavía quedan algunas, cuyo papel en la cocina ha sido y será insustituible. Ellas, con su dura y apreciable labor doméstica y culinaria, eran las verdaderas artífices de las excelencias de nuestra dieta. Ya sé que no es argumento, en absoluto, para mantener a la mujer en la cocina, pero sí creo que entre todos, amas y amos de casa, restaurantes, cocineros y cocineras en general, deberíamos tomar el relevo de aquellas sufridas y amorosas cocineras, capaces de preparar los más exquisitos platos con los más sencillos ingredientes, utilizando, aparte del maravilloso aceite de oliva, los contados recursos que producían la huerta y el corral. Por mi parte, me considero defensor de igualdades y enemigo de discriminaciones, pero, aun a riesgo de parecer anacrónico o, incluso, de ser malinterpretado, yo quiero aprovechar este espacio, con el permiso de todos ustedes, para rendir un sencillo y cálido homenaje a las generosas y abnegadas amas de casa de nuestra tierra, que han sido, y a las que todavía son, excelentes cocineras, verdaderas creadoras de nuestra sabia y valiosa dieta. Al mismo tiempo, deberíamos esforzarnos por mantener esas antiguas recetas, hoy en peligro de extinción, e inculcar en nuestros niños y jóvenes, que en muchas ocasiones se dejan arrastrar por el esnobismo de la repelente cocina americana, los hábitos alimenticios y las ventajas de la dieta mediterránea.

Pero fíjense, que estamos llegando al final, y charla que charla, casi me olvido del principal argumento que ha motivado mi pregunta de qué comemos hoy. Y es que, hasta que no se lleve a cabo la actuación prevista por al Ayuntamiento para acabar con los regadíos con aguas fecales que se vienen haciendo en una gran zona de nuestra vega, no nos queda más remedio que responder que en Baza, al menos en algunas ocasiones, comemos porquería, en el sentido más exacto y literal de la palabra; y ya saben que, por finura, digo “porquería” y no la expresión que todos estamos pensando. Realmente, yo no entiendo cómo se ha mantenido esta situación durante tanto tiempo. Menos mal que, por fin, el Ayuntamiento y los propios regantes quieren poner remedio y, según hemos leído, pronto va a quedar solucionado este problema. Ya que las condiciones socioeconómicas y culturales, para bien o para mal, permiten que en nuestra ciudad disfrutemos de muy buena cocina y, todavía, de excelentes cocineras, no sigamos cometiendo el error de auto-contaminarnos con nuestros propios residuos. Sería como la pescadilla que se muerde la cola; en este caso, una pescadilla un tanto simple e inconsciente, ¿no les parece?

Pues nada, a ver si ahora que parece que se van a solucionar los problemas de regadío (por lo menos eso dicen) y habrá agua limpia y sana para todos, se acaba cuanto antes con este sucio tema, se sella ese colector de aguas residuales, al que, con gran benevolencia y optimismo, seguimos llamando balsa de Vergara, y se organiza adecuadamente el riego de esa zona de la vega bastetana. Otras carencias tendremos, pero una vez solucionado este asunto, podemos sentirnos más que satisfechos y decir, a boca llena, que en nuestra tierra, comemos y bebemos gloria bendita. Y si alguien lo duda, que venga por aquí y lo compruebe personalmente; seguro que repetirá.