PLAZA MAYOR

Una sección de Francisco Arias
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PRIMAVERA

Por muy poco romántico que sea uno, la estación florida siempre merece algún pequeño comentario. Es verdad que la primavera la sangre altera, pero esa alteración no tiene por qué ser perjudicial, sino que, generalmente, se trata de un efluvio vitalista que anima y enternece el espíritu. Bueno, es verdad que también existen casos en que esa alteración de la sangre ataca en exceso y puede generar algunos estados patológicos. Nosotros intentaremos tomarnos las cosas con un poco de filosofía y vivir esta primavera con todo el romanticismo y la alegría que nos permitan los acontecimientos. Afortunadamente, en estas fechas, a poco que nos esforcemos, podemos encontrar argumentos suficientes para sentirnos contentos y animosos.

Por ejemplo, en el terreno deportivo, y para empezar, el Baza nos dio el pasado domingo motivos para el optimismo y de ¡qué manera! Nunca podíamos imaginar que a nosotros nos pudieran suceder cosas así, que, en dos minutos y con el tiempo cumplido, nuestro equipo le diera la vuelta al marcador; y eso después de jugar un mal partido y de que los jugadores locales se empeñaran en transmitirnos la impresión de que, esa tarde, eran incapaces de colar un gol en la Puerta del Sol. Y, además, jugando contra un buen equipo de fútbol y contra un mal equipo arbitral. Ciertamente, hay que ser prudentes en este asunto de los árbitros y concederles siempre el beneficio de la duda; seguramente uno se ofusca y ve fantasmas donde no los hay, pero es que a mí me dio la impresión, y solamente la impresión, de que los señores de negro preferían la derrota del Baza, vaya usted a saber por qué. Afortunadamente, las cosas terminaron mejor de lo que nadie podía esperar. Sin restarle mérito a nadie y reconociendo el esfuerzo y pundonor de los locales, tenemos que confesar que el resultado final a todos nos pareció un milagro de la primavera, como decía Machado. Si continúan los buenos resultados y, además, tal como parece, se solucionan los problemas económicos, pues lo mismo se consuma definitivamente el milagro de la permanencia.

Pero tenemos más motivos, aunque de índole diferente, para el optimismo. Según el comunicado de los parlamentarios Escudero y Giralte, el reconocimiento del Cascamorras como fiesta de interés turístico nacional está prácticamente conseguido y la declaración oficial se producirá en cuestión de semanas. Lo que quiere decir que la fiesta del Cascamorras alcanzará un mayor relieve e importancia y ello ayudará, sin duda, a una mejor promoción de las ciudades de Baza y Guadix.

Claro, que la euforia desbordada tampoco es buena; por lo tanto es conveniente que tengamos los pies en el suelo y que no olvidemos nuestras grandes preocupaciones. Me refiero a las cuestiones que tenemos pendientes de revisión en el famoso POTA. Y éstos sí que son temas importantes. Veremos si, al final, no nos dejan con dos palmos de narices, condenados a la ciudadanía de segunda categoría, abandonados a nuestra suerte y, encima, sin tren para toda la vida. Yo supongo que, desde nuestros estamentos sociales y políticos estarán negociando y presionando para que se nos escuche y se nos atienda debidamente, porque como estén esperando a verlas venir, estamos arreglados. Imagino, también, que nuestros políticos municipales no se despistarán demasiado con las controversias en las que andan metidos, seguramente alimentadas por las alteraciones primaverales, y que reservarán suficientes fuerzas e ilusión para defender conjuntamente lo que verdaderamente nos interesa a todos los bastetanos. Pues, seamos optimistas y confiemos en que todo vaya bien, que estamos en primavera; ¿por qué no puede ocurrir otro milagro?...

En espera, pues, de que sea así, cambiamos de tema para hacer referencia a un acontecimiento ineludible en estas fechas: la Semana Santa; una celebración que florece cada primavera con la fuerza y la belleza del más hermoso de los milagros. Una Semana Santa que ha adquirido especiales dimensiones en nuestra ciudad en estos últimos años y que está dando muestras de franca recuperación y profunda vitalidad. Así lo demuestran los numerosos e interesantes actos organizados por las hermandades, cofradía, y Federación. Quiero destacar, especialmente, el Pregón oficial, que tuvo lugar el pasado domingo. David Rodríguez nos obsequió con un pregón muy bien escrito y, sobre todo, magníficamente dicho. El acto, finalizado con una inspirada actuación de nuestra Banda de Música, resultó brillante y emotivo. Lástima que no se llenara el aforo del Auditorio Enrique Pareja; es algo que nos parece penoso e incomprensible. Por lo visto, una gran mayoría de hermanos y cofrades bastetanos no asume que el pregón oficial es uno de los momentos más importantes de la Semana Santa. Yo respeto la opinión y la libertad de cada cual, pero considero que se trata de un acontecimiento emocionante y muy recomendable para todas aquellas personas que viven y aman la Semana Santa. No quiero restar importancia a los entrañables pregones particulares de las cofradías; en absoluto; pero me da la impresión, y perdónenme si no es así, de que las hermandades y cofradías están dando, una vez más, muestras de un acentuado individualismo y se están identificando mucho, como debe ser, con los pregones particulares y muy poco, o casi nada, con el Pregón oficial, que, al fin y al cabo, es el pregón de todos y, en definitiva, el pregón de la Semana Santa bastetana. Ésa, al menos, es mi impresión; corríjanme si me equivoco.

Pues, nada más. Por nuestra parte, aprovechando las fechas, daremos un pequeño descanso a esta Plaza Mayor. Así que nos reencontramos, queridos amigos y lectores, después de la Semana Santa. Que ustedes la vivan intensamente y que disfruten de las más hermosas sensaciones y vivencias. Ah, y que la primavera altere su sangre, pero no demasiado, sino lo justo e imprescindible para que sean inmensamente felices.