PLAZA MAYOR

Una sección de Francisco Arias
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CRISPACIÓN

Que digo yo que estamos más atacados de la cuenta, que los nervios están a flor de piel, que saltamos por todo, que nos peleamos por tonterías, que la gente roba y mata con más descaro que nunca, que los padres matan a los hijos, que los hijos matan a los padres, así, como si nada… Ya sé que siempre han pasado cosas, que las personas somos muy complicadas, o muy simples, pero a mí me da la impresión de que estamos más tensionados que nunca. Uno se queda espantado, por ejemplo, cuando ve esas tremendas peleas de jóvenes, que en algunos casos terminan a navajazos, y luego el agresor se justifica diciendo que lo han mirado o que han mirado a su chica… Se ve que algunos tienen una forma de mirar terrible, porque no creo yo que ni los padres ni los colegios les hayan inculcado a las criaturas que cuando alguien los mire lo cosan a navajazos. No sé ustedes, pero yo, por si acaso, cuando paso al lado de gente con pinta amenazadora, lo hago mirando al frente, vaya que se imaginen cualquier cosa o no les agrade mi forma de mirar y tengamos alguna historia.

Es triste, pero es así. Cada día hay que andar con más cuidado porque la agresividad y la violencia se desbordan por todas partes. A mí me da la impresión de que la gente no vive feliz y quiere disimularlo de cualquier manera y a cualquier precio. Unas veces lo intentan haciendo que la vida sea una continua fiesta; es decir, utilizando el jolgorio y la bebida como remedios contra la insatisfacción. De ahí la proliferación y el éxito de los macrobotellones, macrofiestas…; macrodiversión, en definitiva. Y otras veces, intentan colmar sus aspiraciones metiéndose con los demás, provocando, haciendo daño, que, por lo visto, tiene su morbo y su punto, que hay que ver lo importantes que se sienten algunos humillando y dañando a las personas, sobre todo, los que no sirven para otra cosa.

Y, como era de suponer, la tensión social está invadiendo, también, de forma alarmante los ambientes políticos, provocando unos modales y unos ataques de mala educación cada vez más fuera de lugar y de razón. Y es que resulta muy preocupante que los políticos pierdan el control, ya que se supone que son ellos los que deben gobernar y controlar a los demás, y si la brújula se vuelve loca, pues puede que terminemos todos por perder el norte. Hace unos días, el PSOE bastetano emitía un comunicado invitando a los políticos locales a actuar con serenidad y moderación. La idea me ha parecido muy positiva, y lo será mucho más si ellos se deciden a predicar con el ejemplo y consiguen arrastrar a los demás. Para nuestra ciudad, que tantas atenciones necesita, sería muy beneficioso que no se perdiera tanto tiempo y energía en disputas estériles y se aunaran algo más las voluntades de todos para solucionar nuestros problemas. Tiempo habrá para otras actitudes más belicosas cuando llegue la campaña electoral.

La cuestión es que unos dicen que los culpables y los descontrolados son los otros, y los otros dicen que son los unos. Pues bueno, si les sirve de consuelo, mejor para ellos; a mí no me consuela en absoluto, y supongo que habrá mucha gente que piense como yo. Hablando a nivel general, me pregunto si de verdad creerán los políticos que con esos enfrentamientos van a convencer a la gente y van a ganar votos. Pensar que con esos ataques virulentos van a sumar adeptos me parece a mí que es menospreciar la inteligencia de la gente. Lo único que consiguen es encender los ánimos de los seguidores acérrimos y generar una espiral de crispación, odio y violencia partidista que puede tener unas consecuencias imprevisibles. Lo que está claro es que, si los políticos continúan en esta tesitura, provocarán tal estado de decepción y desencanto en los ciudadanos que el interés por la política y la participación en los procesos electorales se reducirán a niveles insignificantes.

El caso es que uno se pregunta hasta qué punto compensan los cargos políticos para pelearse de esa manera. Algunos dicen que la “erótica del poder” es muy fuerte, pero tiene que haber muchas cosas más. Miren, si no, como nadie quiere esos cargos donde hay muy pocas o ninguna compensación, como ocurre en las comunidades de vecinos, en los centros educativos, en la mayoría de las asociaciones culturales, etc., y tienen que poner a la gente a la pura fuerza, o hacer los cargos rotativos y obligatorios para que no se queden vacantes. En estos puestos sí que se daría, en mi opinión, la pura “erótica del poder” y, ya ven, en realidad, no atraen a casi nadie. Qué sé yo, a lo mejor si la política tuviese algunas compensaciones menos, la gente se tomaba las cosas con más tranquilidad e, incluso, llegado el momento de las elecciones, los de la oposición decían a los gobernantes: “Venga, seguid vosotros unos cuantos años más, que lo estáis haciendo muy bien”, como suele ocurrir en tantas ocasiones en las asociaciones antes mencionadas.

Bueno, puede que yo también esté perdiendo el norte y que todo esto no sean más que simplezas, pero, qué quieren que les diga, son ideas que se me escapan sin querer, quizás con el vano y buen deseo de intentar comprender algunas cosas que realmente son incomprensibles…