PLAZA MAYOR

Una sección de Francisco Arias
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EL QUE NO LLORA…

Todos estamos de acuerdo en que las cosas no caen del cielo. Y también en que los gobernantes no administran los fondos públicos repartiendo a cada cual lo que necesita. Eso es imposible. Y no tanto porque sean malos gobernantes, sino porque, como no hay dinero para todos, se ven obligados a recortar y a hacer restricciones, así que siempre hay alguien que recibe menos de lo que le corresponde y, sobre todo, mucho menos de lo que necesita; vaya que es como repartir cinco caramelos entre diez personas. O partes los caramelos por la mitad, o dejas a cinco sin nada: y no digamos si encima le das a alguien dos caramelos… Pues eso es lo que pasa, que los que reparten, para que parezca que todo va bien, se las ingenian para convencerte de que no necesitas más; o te conforman diciéndote que te darán más la próxima vez; o intentan coger a alguno descuidado para que se le pase el reparto sin enterarse; o simplemente, le dan más a los que están más enchufados, a los que más chillan, o a los que tienen posibilidades de crear mayores problemas.

A mi siempre me ha parecido que los bastetanos hemos sido y estamos siendo de los más perjudicados en este asunto de los repartos, por lo menos hasta ahora. Y más nos vale espabilarnos, que si uno se descuida, acaba pasándole como a ese tercer polluelo de los nidos, débil y apocado, al que los otros dos poyuelos, más fuertes y más decididos, no dejan comer y termina muriendo de hambre. Pues miren ustedes, yo creo que va siendo hora de que no nos dejemos comer el terreno, y de que nos abramos sitio, a codazos si es necesario; no olvidemos aquel sabio refrán de que “el que no llora… no pilla ni un euro”. Así que, a llorar y a desjarnatarnos vivos, si es menester.

Por supuesto que con tesón se consiguen las cosas; si no todas, muchas. Miren por donde, la Autovía del Mármol, que parecía que no iba a llegar nunca a Baza, ahora, según asegura la Consejera de Obras Públicas, se ha convertido en un tema prioritario. Algo o mucho habrán tenido que ver las reivindicaciones y las protestas de los políticos y los ciudadanos de nuestra tierra reclamando la terminación de dicha autovía.

Pues ahora tenemos una segunda parte más que interesante: conseguir que también se considere prioritaria la línea de ferrocarril que nos una al Levante. Es penoso que los políticos incumplan sus promesas de una forma tan descarada. Prometieron un estudio de viabilidad como primer paso para la reapertura de la línea, y ahora resulta que nada de nada. ¿Y eso por qué?... Pues miren, entre otras cosas, porque en la manifestación que se convocó el año pasado para reclamar la vuelta del tren, nos juntamos apenas unas cincuenta personas. Como si fuese un tema que no nos importara gran cosa. El caso es que luego decían algunos paisanos que eso era una tontería, que el tren no iba a volver aquí nunca, que era perder el tiempo, y cosas así, por el estilo. A mi esa actitud me parece penosa, ilógica y decepcionante. Como no va a volver nunca es si damos a entender que no lo necesitamos, que nos da igual y, sobre todo, que no va a haber ningún problema si nos dejen sin tren. Aquella fue una muestra más de esa actitud de conformismo, de resignación y de apatía que tanto nos perjudica a los bastetanos. No me cabe la menor duda de que las cosas hubieran sido muy diferentes si en aquella manifestación se hubieran juntado varios miles de personas, de Baza y de la comarca; el acto habría tenido una amplia repercusión y habría influido, con plena seguridad, en la posterior toma de decisiones. Es verdad que el desarrollo de nuestra ciudad y de nuestra comarca depende fundamentalmente de nosotros mismos, de la valentía y del espíritu emprendedor con que afrontemos el futuro; pero las vías de comunicación, especialmente el ferrocarril, son un elemento imprescindible para el impulso de ese desarrollo. Está claro que somos una zona deprimida; no lo digo yo, lo dicen todas las estadísticas; precisamente por eso, necesitamos contar con todos los apoyos posibles y no podemos, de ninguna de las maneras, perder el tren definitivamente. No quiero volver a lo mismo de siempre, a repudiar aquella cantinela insolidaria de que no somos rentables. Pues si no somos rentables, por lo menos gritemos bien alto para que nos escuchen. Si no hay dinero, que ajusten los presupuestos. De sobra sabemos la cantidad de millones que se despilfarran en otros asuntos, muchos de ellos de menor importancia.

Y, ahora que hay algunos grupos políticos y sociales de la zona que están reivindicando la vuelta del tren, creo que es un buen momento para unir nuestras voces, aunque tengamos que olvidarnos por un momento de partidismos políticos, y para que todos juntos pongamos nuestro empeño en este importantísimo asunto de la reapertura de la vía férrea. No debemos dejar escapar esta oportunidad. Hagamos todo lo que esté en nuestras manos y, si se convocan marchas, manifestaciones, cualquier tipo de acto, para reclamar el regreso del tren, estemos allí, apoyando y defendiendo nuestros derechos y nuestro futuro. Tenemos que volver a ganar aquel último tren que perdimos hace ya veintitantos años. Y no nos olvidemos de que el que no llora… se queda sin tren.