PLAZA MAYOR

Una sección de Francisco Arias
Para remitir sus comentarios, clique AQUÍ

INTERÉS NACIONAL


         Hola, amigos. Aquí estamos de nuevo, una temporada más, en esta nuestra Plaza Mayor, de la Casa de Baza. Ante todo, mi más afectuoso saludo y el deseo de que todos ustedes hayan pasado un buen verano. Para aquellos que hayan o hayamos tenido que vivir malos momentos, que de todo hay en la vida, pues mucho ánimo, paciencia y a seguir adelante. La vida sigue, y nosotros, si el de arriba lo permite y los de abajo y las circunstancias no lo impiden, pues seguiremos también con el encuentro  semanal de esta Plaza Mayor.

         Y bien, repasando los acontecimientos de estos últimos días, tenemos que hacer una referencia especial a nuestra fiesta del Cascamorras; este año ha sido, sin duda, excepcional, sobre todo por la impresionante participación que, según las apreciaciones, ha batido todos los records. Y así tenía que ser, teniendo en cuenta que estrenábamos reconocimiento como fiesta de interés turístico nacional. Sí señor, por fin ha sido reconocida como una fiesta importante para todos los españoles. Claro que, después de esto, podemos preguntarnos: y ahora ¿qué?... Pues ahora, que ya es una fiesta de interés turístico nacional, nos corresponde a nosotros la misión de captar el interés de los turistas nacionales. Es verdad que, con el reconocimiento, las posibilidades de darla a conocer son mucho más amplias y que tendremos una mayor ayuda de las instituciones y de los medios de comunicación, pero una parte muy importante de la labor sigue estando en nuestras manos. Fíjense, sin ir más lejos, en los paupérrimos y despistados reportajes que han ofrecido Canal Sur y TVE. Da la impresión de que siguen sin enterarse de que la carrera no se debe grabar a pie de calle, donde sólo se recogen cuatro impresiones que suelen aportar muy poco, y desde donde únicamente se captan imágenes periféricas que no reflejan para nada la grandiosidad y la emoción de la fiesta. Si a eso le añadimos las desafortunadas explicaciones de los comentaristas, que no hacen más que abundar en luchas y rivalidades, pues ya me dirán ustedes qué impresión puede sacar la audiencia de las retransmisiones del Cascamorras. También es cierto que siempre hay alguna excepción que confirman la regla; en este caso, el acertado reportaje que ha realizado este año Localia  TV.

         Pero si el tema de los medios de comunicación es importante, no lo es menos el asunto del aceite quemado. Me parece que será difícil ensalzar nuestra fiesta y darla a conocer debidamente mientras continúe la presencia de un elemento tan molesto, tan perjudicial y tan sucio como es el aceite. Yo no sé cómo todavía hay gente que lo sigue utilizando. Es verdad que el Ayuntamiento está realizando un gran esfuerzo para convencer a los más jóvenes, pero, tal vez, a los consejos habría que añadir algunas medidas más severas, con el fin de impedir que nadie suba a las Arrodeas con aceite quemado. Es lamentable comprobar cómo sigue habiendo hijos de…, pues no se le puede llamar de otra manera, que se dedican a lanzar trapos, a manchar a los espectadores y las paredes, incluso rompiendo los plásticos protectores, y a dejar nuestras calles hechas una calamidad.

         Otro aspecto que, al menos a mí, me preocupa bastante es que cada vez son más las personas que van a pintar al Cascamorras con unas cuantas copas de más. Yo estoy convencido de que la Virgen de la Piedad vigila la fiesta y protege a todos los participantes, ya que resulta casi milagroso que nunca haya habido ningún problema serio. Sin embargo, el número de asistentes se está incrementando de tal manera que cabe la posibilidad de que en cualquier momento surja algún contratiempo. Imagínense quién podría controlar a miles y miles de personas si se produjese algún accidente o incidente importante. Y, si a un acto tan multitudinario se le añade el peligro de demasiadas copas de más, la situación puede llegar a complicaciones imprevisibles. Yo creo que, aunque sigamos confiando en la protección de la Virgen, es mejor no tentar la suerte y seguir la máxima de: “si bebes, no pintes al Cascamorras”, no sea que algún día, entre las apreturas y las copas, ocurra algo que nos dé que sentir; alguna zapatiesta que empañe la  emoción y la grandiosidad de nuestra entrañable fiesta, y que frene, en consecuencia,  el interés nacional que está despertando.

Pero bueno, tampoco nos vamos a poner en plan pesimista. Es preferible no jugar con los malos augurios. Confiemos en que todo irá por el buen camino y que nuestro Cascamorras alcanzará la dimensión y la proyección que todos deseamos, especialmente, si nos esforzamos para que las cosas salgan cada vez mejor. No olvidemos que nosotros somos lo primeros interesados en que esta fiesta de interés nacional alcance su mayor esplendor y que, en definitiva, interese de verdad a un número interesante de  turistas españoles.