PLAZA MAYOR

Una sección de Francisco Arias
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CUESTIÓN DE ORTOGRAFÍA


Hace unos días leíamos en el periódico que algunos participantes en unas oposiciones a ordenanza en el Ayuntamiento de Sevilla habían impugnado las calificaciones de los exámenes porque los correctores habían aplicado erróneamente algunas normas de Ortografía, y, por lo tanto, habían señalado faltas inexistentes y  pasado por alto otras que sí lo eran. Y es que resulta que los componentes del tribunal habían elegido un texto periodístico para el dictado y, bien por ligereza o bien por desconocimiento, vaya usted a saber, cometieron el error de confiar incautamente en la ortografía del tal periódico, sin darse cuanta de que, en los tiempos que corren, no se puede uno fiar de las cosas que dicen los periódicos y, mucho menos, de cómo las escriben. Bueno, como es de suponer, en este caso no se trata de errores ortográficos tremendos, que, gracias a Dios, ahí están los procesadores de textos que los evitan, sino de algunas faltas de Ortografía, como el uso de mayúsculas y otros aspectos que se le escapan al corrector informático.

         Hay que tener en cuenta que, en lo que respecta al contenido de los periódicos, es normal que se encuentren distintos puntos de vista y análisis diferentes, y que nosotros hemos de tener el suficiente espíritu crítico para interpretar las distintas opiniones. Esto es así, ha sido y deberá serlo siempre, ya que, contrariamente a lo que algunos piensan, la prensa, como todos los medios de comunicación, tiene como finalidad informar y, también, opinar. Lo único que se ha de exigir siempre es que no nos engañen y que las informaciones y las opiniones se produzcan en un ambiente de total libertad y honestidad. Hecha esta aclaración, lo que parece evidente es que las cosas han cambiado y están cambiando mucho en estos últimos tiempos. En parte, en lo que se refiere al contenido, pues cada día las verdades parecen más sospechosas o, al menos, más dudosas; pero, sobre todo, de lo que no podemos fiarnos casi nada es de la corrección con la que se escribe.

         Antes la letra impresa tenía un gran prestigio. Al menos se podía uno fiar del buen uso de la Gramática y de la Ortografía. Incluso, cuando la gente quería alardear de lo bien que leían los niños se decía “Mi hijo ya sabe leer en el peródico”, aceptando que los escritos periodísticos eran un buen modelo de expresión escrita. Hoy es diferente; nos podemos encontrar con errores de bulto en cualquier periódico, y hasta en algunos libros; y eso dejando aparte, como caso perdido, algunos rótulos y subtitulados de la televisión y, sobre todo, muchos de los escritos que circulan por Internet y por los teléfonos móviles.

         Ya saben que no es mi estilo hacer una crítica exacerbada ni lacerar a nadie con mis palabras. En cuestión de Ortografía debemos ser comprensivos con los pequeños errores. A cualquiera se le puede escapar algún detalle. Pero lo que no se puede aceptar es que las personas que tienen una máxima responsabilidad es este campo, como profesores, periodistas, escritores, etc., se dejen llevar de esta corriente de pereza mental y de pobreza cultural que hoy nos envuelven y cometan el error de olvidar o de menospreciar las normas ortográficas. Para nada debemos caer en la trampa de pensar que la Ortografía es un detalle sin importancia. En primer lugar, porque las cosas, por muy importantes y complejas que sean, están hechas de detalles, y si vamos prescindiendo de esos detalles, al final nos quedamos sin nada. Y, en segundo lugar, porque la Ortografía no es un simple adorno o floritura, sino un claro exponente de nuestro nivel cultural; además, el dominio de la lengua, tanto hablada como escrita, nos ayuda a ser más competentes, social y culturalmente, pues casi todo lo que somos, pensamos y sentimos, lo tenemos que transmitir a través de las palabras.

Todos sabemos que nuestros niños y jóvenes sufren actualmente la mala influencia de la comunicación a través de los mensajes de Internet y del teléfono móvil, que en nada ayudan a una correcta expresión escrita. Si nosotros también perdemos las riendas en este sentido, si vamos cediendo poco a poco en las exigencias de la cultura, estaremos reforzando esa pereza y pobreza mentales que tienen una pésima repercusión en todos los ámbitos docentes y culturales. Porque ya se sabe, ocurre igual en todos los órdenes de la vida, se empieza por olvidar lo poco y se termina por abandonar lo mucho.

Luego nos extrañamos del bajo nivel de la enseñanza en nuestros días. Pero, si nos dejamos llevar cada vez más de esta comodidad, de esta falta de rigor y de esfuerzo, ¿cómo le vamos a exigir después a nuestros alumnos? Dentro de unos años no sé por dónde andarán los niveles. Quién sabe; a lo mejor estamos equivocados y lo que tenemos que hacer es olvidarnos de los conocimientos que hoy se enseñan: Historia, Física, Lengua, Filosofía, etc., y quedarnos solamente con enseñanzas de Informática, de playstation, de teléfonos móviles, de algunos deportes, de motos y alguna cosa más.  No se sorprendan; si la enseñanza y la cultura siguen por estos derroteros de comodidad y superficialidad, tarde o temprano nos lo tendremos que plantear. Ya lo verán