PLAZA MAYOR

Una sección de Francisco Arias
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¿PUNTO LIMPIO?

Se habla en estos últimos días sobre los diagnósticos ambientales de las ciudades adscritas al programa Ciudad 21, entre las que se encuentra Baza. El programa Ciudad 21, promovido por la Junta de Andalucía, la Diputación y los propios ayuntamientos, tiene como objetivo el mejorar la calidad del medio ambiente urbano. Entre las principales deficiencias detectadas en esos diagnósticos, se encuentra, sobre todo, la gestión de residuos, especialmente de los residuos procedentes de la construcción.  La verdad es que, revisando los problemas del medio ambiente, en general, y teniendo en cuenta la próxima puesta en funcionamiento del Punto Limpio de Baza, un servicio que se encargará de la recogida y reciclaje de residuos y escombros, yo creo que la situación de nuestra ciudad en el aspecto medioambiental va a estar bastante bien, en líneas generales. Y digo en líneas generales porque hay una línea en la que las cosas en Baza no funcionan demasiado bien. Me refiero, como ya se pueden imaginar, a la limpieza. Yo no sé en qué grado repercutirá el aseo urbano a la hora de medir la calidad ambiental, pero a mí me parece un parámetro muy importante y muy significativo para valorar la preocupación medioambiental de los ayuntamientos y de los ciudadanos.

El tema de la limpieza se utiliza, con demasiada frecuencia, como arma arrojadiza para criticar a los ayuntamientos, olvidando, en la mayoría de los casos, que el aseo de una ciudad es una responsabilidad tanto de los ayuntamientos como de los propios ciudadanos. Me imagino que estarán de acuerdo conmigo en que, si digo que Baza no es una ciudad limpia, no estoy exagerando ni levantando falsos testimonios. La culpa, pues ya se sabe: el Ayuntamiento tiene que limpiar más y los bastetanos tenemos que ensuciar menos. Lo del Ayuntamiento  tiene fácil solución; es cuestión de dedicar más atención, más recursos y más personal al asunto. Algo más complicado me parece a mí el mentalizar a los ciudadanos para que muestren una mayor preocupación por la limpieza urbana. No quiero yo decir que los bastetanos seamos menos limpios que los demás, pero sí es cierto que tendremos que esforzarnos un poco más si queremos mejorar el aspecto de nuestra ciudad. A veces pensamos que los pequeños detalles no tienen importancia, y, es precisamente la suma de esos pequeños detalles la que determina el estado de cuido y de limpieza de pueblos y ciudades. Podríamos, por ejemplo, habituarnos al uso de las papeleras y no arrojar nunca nada al suelo, como envoltorios, cáscaras de pipas, papeles, colillas, etc. En este sentido, resulta especialmente descriptivo ese gesto, tantas veces presenciado, de un papá o una mamá que le da a su pequeño una golosina y tira la envoltura al suelo, seguramente para inculcar en el niño un buen ejemplo de civismo. Deberíamos, también, respetar rigurosamente la normativa municipal y no dejar la basura a cualquier hora y de cualquier manera. Otra cosa que resulta un tanto incomprensible es esa costumbre medieval de arrojar los cubos de agua sucia a la calle; afortunadamente, no se lanzan desde las ventanas y no hay que avisar a los transeúntes con aquello de “¡Agua va!”, pero no sé por qué, después de limpiar los portales y los bajos, hay gente que suele tirar el agua sucia, con detergentes y lejías, a la mitad de la calle; lo mismo piensan que la calle está más sucia que el agua y así la lavan un poco.

Entre otros detalles de la limpieza de las calles y plazas, hay uno que, en principio puede pasar inadvertido, pero que, en cuanto reparas en él, ya no lo puedes apartar de la vista. Me refiero a los chicles. ¿Ustedes se han fijado en cómo están las calles, y sobre todo, la calle de La Cabeza, salpicadas de miles de ellos? Pues, cuando llueve y se oscurecen las manchas, el aspecto es todavía más lamentable. Y claro, esas manchas son muy difíciles de quitar. Según he oído, hay unas máquinas especiales para ello, así que no estaría mal que alguna de ellas viniera alguna vez por aquí. ¿Cómo podemos ser tan descuidados para escupir los chicles al suelo? Es verdad que yo le tengo un poco de manía a esta costumbre tan americana de mascar chicle, quizás porque, cuando pisas uno fresco, resulta muy difícil y repugnante arrancarlo de la suela del zapato. No me extraña que en algunos países hayan prohibido comer chicle por la calle…

Pero no cabe duda de que, entre todos los aspectos, hay uno especialmente importante y preocupante: los restos de pintura de la fiesta del Cascamorras. Habrá, pues, que controlar de alguna manera a los irresponsables, y continuar, al mismo tiempo, en el empeño de concienciar a la gente y de poner los medios necesarios para evitar esos resultados tan negativos que todos conocemos. Lo demás, como dije antes, no son más que detalles que podemos ir solucionando entre todos. Especialmente, debemos inculcar en nuestros niños y niñas los hábitos adecuados para ir mejorando, día a día, ese aspecto externo de Baza que tanto nos preocupa. No olvidemos que, por mucho que limpie el Ayuntamiento, la ciudad nunca estará limpia del todo si los ciudadanos no colaboramos en la tarea. Hagamos, pues, lo posible para que Baza se relacione con pleno derecho con el Punto Limpio, en todos los sentidos; que nadie haga bromas por ahí diciendo que se está instalando un Punto Limpio en una ciudad sucia. Y lo dicho: a ensuciar menos y a limpiar más.