PLAZA MAYOR

Una sección de Francisco Arias
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LA CALMA

Como suele suceder, después de la tempestad llega la calma, así que, tras la inmensa nevada del pasado fin de semana, parece que las cosas vuelven a la normalidad. La verdad es que, en estas situaciones tan extremas, suelen producirse  conflictos y acontecimientos negativos, muchos de ellos inevitables, que provocan malas experiencias y hacen que algunas personas lo pasen mal; en esta ocasión, por ejemplo, la incomunicación y algunos accidentes provocados por la nieve, así como los cortes de agua y de electricidad. Pero, al mismo tiempo, en estas situaciones se suelen poner a prueba muchas cosas; así, hemos podido comprobar el buen funcionamiento del plan de emergencia, el buen hacer de todos los cuerpos e instituciones que han prestado su ayuda en estos momentos tan complicados, destacando la disponibilidad  de todos los integrantes de los servicios municipales, y de muchos ciudadanos que han colaborado, dando entre todos un ejemplo de eficacia y de solidaridad. Vaya por delante, pues, nuestra felicitación y agradecimiento a todos ellos.

Hay quizás algunos incidentes que a mí me parecen menos justificables, o, incluso, totalmente imperdonables, como son los prolongados cortes de suministro eléctrico, que tanta complicación han proporcionado a pueblos enteros, ya que, en mi opinión, en situaciones anormales como la que hemos vivido, serían comprensibles algunas incidencias, pero tantas torretas y tantos cables caídos son consecuencia de que las líneas no se encuentran en las debidas condiciones; no sé, es como si pensara la compañía eléctrica que los consumidores de los pueblos de nuestra comarca son de menor importancia, o que pagan más barata que los demás la electricidad que consumen. Algo habrá que hacer, digo yo, para evitar que se repita este tipo de cosas.  

         Por lo demás, salvando algunos problemas concretos, se puede decir que la nieve ha sido bien recibida por todos, como un hermoso y fenomenal regalo para nuestra sedienta tierra. Eso sí, no ha habido unanimidad en las diversas apreciaciones sobre la nieve caída en Baza; unos dicen que un metro; otros, que ochenta centímetros, y otros, que entre sesenta y setenta. Claro, que, muy probablemente, todo dependa de la zona donde se haya medido, y, si hacemos caso a estos cálculos, está claro es que la media, en general, ha sido de más de ochenta centímetros, que ya son centímetros de nieve.

         Otro hecho curioso que hemos podido comprobar en estos días, aunque de naturaleza bien distinta, es la ignorancia de algunos periodistas de las cadenas de televisión. Ya sabemos que los periodistas y las periodistas no tienen que conocerse los nombres de todos los pueblos de España, pero, al menos, podían documentarse y asegurarse antes de decir algunos de los disparates que hemos escuchado en los noticiarios, como “Puerto Lumbreros”, el “Puerto de las Lumbreras” o la localidad almeriense de “Chirimbel”, que no sabe uno si es que se toman las cosas a cachondeo o que les importa tres pepinos cómo se llamen los lugares y poblaciones de esta zona. Al menos, los enviados que vienen por aquí a cubrir las noticias podían anotar y transmitir correctamente los datos y los nombres, que para eso vienen. De modo parecido, una joven informadora, no recuerdo de qué cadena, comentaba con admiración que había nevado nada menos que en la provincia de Almería, dejando patente su desconocimiento de que en Almería, igual que en Granada y en gran parte de las provincias costeras, existe una zona interior, se mayor altitud, donde el clima puede ser tan continental y tan frío como en el mismísimo centro de España. Pero, bueno, tampoco vamos a generalizar ni a ensañarnos con los informadores televisivos; al fin y al cabo, tampoco tienen ellos toda la culpa, que muchas de estas lagunas culturales probablemente sean una lógica consecuencia de la calidad de los sistemas educativos.

Volviendo a la nieve, otra apreciación, un tanto confusa, se ha producido al determinar desde cuándo no caía aquí un nevazo semejante. Para mí, si no estoy confundido, hace unos cincuenta y pocos años, cayó una cantidad de nieve muy similar, con la particularidad de que fue en el mes de abril. Sí recuerdo que, en aquel entonces, las personas mayores decían que  nunca habían visto nada igual, con lo que podemos concluir que aquella fue la nevada más grande del siglo XX y que ésta puede que sea la mayor del siglo XXI. Ya veremos, porque, con estos desajustes del cambio climático, no sabemos lo que tendremos que ver. Si las cosas suceden según las previsiones, lo más seguro es que cada vez haga menos frío y que disminuyan las nevadas y las lluvias, con lo que avanzará irremisiblemente la desertización, y, se cumplirá, por lo tanto, el que ésta sea la mayor nevada del siglo XXI. Y así parece que será, pues, incomprensiblemente, los gobiernos de las naciones, sobre todo de las más poderosas, no acaban de concienciarse de la necesidad de actuar con la máxima urgencia para frenar el actual deterioro ecológico. Lástima que los seres humanos seamos tan cerriles, con lo bien que estaba funcionando hasta ahora la Naturaleza, con lo bien que hemos estado siempre nosotros con nuestros inviernos fríos con algunas nevadas, y nuestros veranos cálidos con noches agradables; con lo bonita que es la nieve, y el frío, y el agua, y la vida…