PLAZA MAYOR

Una sección de Francisco Arias
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CUARESMA

La verdad es que, cuando se habla de temas como la Cuaresma o la Semana Santa, uno alberga siempre el temor de hacer comentarios o valoraciones que pueden parecer poco acertadas o, lo que es lo mismo, católicamente incorrectas, y que esas valoraciones se interpreten como una desviación del auténtico sentido de estas celebraciones religiosas. Sin embargo, a mí me parece que en la mayoría de los casos no se trata tanto de desviaciones, sino, más bien, de los distintos niveles o del grado de profundidad con el que cada uno vive o se acerca a la Cuaresma y a la Semana Santa. No cabe duda de que, en su sentido más profundo, la Cuaresma es un periodo de conversión, de arrepentimiento, de sacrificio y oración, para prepararnos para la Pascua, la celebración más importante del año cristiano. Ya en el siglo IV se fijó en cuarenta días la duración de la Cuaresma (el nombre de Cuaresma viene de quadragesima, que significa cuarenta en latín), imitando así los cuarentas días que Jesús ayunó en el desierto. Como los domingos son días en los que se celebra especialmente la fiesta del Señor, éstos se consideran excluidos de esos cuarenta días de penitencia; por eso, en realidad, desde el Miércoles de Ceniza, día en que empieza la Cuaresma, hasta el Domingo de Resurrección van cuarenta y seis días, pues de éstos hay que descontar seis domingos.

Nos aclara la Iglesia que la Cuaresma no tiene por qué ser un tiempo triste, sino de reflexión y cambio; la conversión y la rectificación de nuestros errores, nos invitan más al optimismo y a la esperanza que al pesimismo y a la tristeza.

Pero, claro, como yo decía antes, estas celebraciones de la Cuaresma y de la Semana Santa, como la mayoría de las vivencias religiosas, son tan ricas y tan profundas que se prestan a las más diversas consideraciones y apreciaciones, y cada uno es libre, creo yo, de acercarse hasta ellas con la profundidad que su fe y su conciencia le exijan. Algunos se quedarán en los aspectos más externos; es decir, valorarán sólo las manifestaciones exteriores como fenómenos estéticos y culturales, lo que tampoco hay que considerar como algo negativo; dejando por sentado que las hermandades y cofradías son parte integrante de la Iglesia y, por lo tanto, no pueden entenderse al margen de la fe, es también evidente que la Semana Santa reúne una serie de importantes valores sociales, culturales y estéticos que pueden interesar y conmover a cualquiera, al igual que cualquiera puede disfrutar escuchando, o, incluso, interpretando un concierto de música religiosa sin tener que hacer profesión de su fe antes de entrar en la sala. Por eso, creo yo, que en estas cosas, lo verdaderamente importante es la sinceridad y el respeto hacia nosotros mismos y hacia los demás.

Dicho lo cual, ya que hablamos de la Cuaresma y fijándonos en otros aspectos, a mí me gustaría destacar la riqueza y la intensidad con que está transcurriendo esta Cuaresma bastetana. Hace algunos años, nos quejábamos de que la actividad de nuestras hermandades y cofradías se reducía a sacar una procesión al año. Está claro que han cambiado mucho las cosas. Son más de 70 los actos que se han programado para estos días cuaresmales por las distintas cofradías y por la propia Federación. Actos que, cuando menos, suponen una riqueza impresionante para nuestra ciudad en todos los aspectos: religioso, cultural, literario, musical, etc. Ahí están los distintos pregones, conciertos, exposiciones, cenas de hermandad, levantás, charlas, triduos, novenas, y tantas y tantas cosas que hace unos años hubieran sido impensables. Por cierto que, hablando de actos culturales, no quiero dejar de mencionar, aunque sólo sea de paso, el gran acontecimiento musical que está preparando la Asociación “José Salinas”, para el Domingo de Ramos, a las 8’30, en la iglesia de Santiago. Podremos escuchar el Réquiem de Mozart, a cargo del Coro Alcazaba, los solistas Violeta du Souich, Isabel Egea, Pablo Martín y José Simón Millán, y una orquesta del Conservatorio de Granada, todos ellos dirigidos por el gran músico bastetano Ramón Domingo Llorente Bastidas. No se lo pierdan.

Tras este inciso y siguiendo con el tema, el hecho es que las hermandades y cofradías, aparte de que, en mayor o menor medida, están madurando en el sentido espiritual, no reducen ya sus actividades a un desfile procesional, sino que su labor se ha enriquecido y ampliado, y se desarrolla, prácticamente, a los largo de todo el año. En consecuencia, los ciudadanos en general y, especialmente, los que disfrutamos con esas actividades, debemos ser conscientes del gran esfuerzo que los integrantes de las cofradías y de la Federación están realizando. Y por eso, llegados ya a los últimos días de la Cuaresma y a punto de adentrarnos en la Semana Mayor, quiero aprovechar estas líneas para destacar y agradecer la magnífica tarea y el admirable esfuerzo que realizan ese puñado, cada vez más numeroso, de hombres y mujeres que mantienen viva y engrandecen cada año la Semana Santa bastetana. Merecen, sin ninguna duda, que hagamos todos un esfuerzo para corresponder a su trabajo con nuestro apoyo, nuestro reconocimiento y, sobre todo, con nuestra presencia en los actos y en los desfiles procesionales de estos días.

Esta Plaza Mayor, como de costumbre, hará un pequeño descanso para vivir con toda intensidad nuestra Semana Santa. Así que mis mejores deseos para las hermandades y cofradías; que el tiempo acompañe, y que todos podamos disfrutar en esta próxima semana de las más hermosas y profundas vivencias.