PLAZA MAYOR

Una sección de Francisco Arias
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REBAJAS

Yo recuerdo que, en mis tiempos de estudiante, un curso era un curso, y aprobar un curso, tanto en bachillerato como en la carrera, se le llamaba a aprobar todas las asignaturas, y cada curso tenía un número razonable de asignaturas como para poder aprobarlas en un año; eso sí, dedicándoles un tiempo y un esfuerzo razonables, que tampoco había que matarse.

Ya hace años que cambiaron las cosas, especialmente en la Universidad, donde el concepto tradicional de curso prácticamente ha desaparecido. Ahora ya nadie estudia 2º o 3º de tal o cual carrera. Cuando se les pregunta a los universitarios sobre qué curso estudian, suelen contestar que están matriculados en dos asignaturas de primero, tres de segundo y dos de tercero, y cosas así por el estilo. Tampoco les preocupa, a la mayoría, los años que tarden en terminar la carrera. Generalmente, dicen que una licenciatura de cuatro años no quiere decir que se tenga que hacer en cuatro años, sino que lo normal es hacerla en seis, siete o más. Y digo yo que por qué pondrán tantas asignaturas en cada curso, que, salvo algunos estudiantes excepcionales, ninguno puede ir a curso por año. Es posible que a las facultades universitarias les interese que los estudiantes se matriculen muchas veces para asegurar el trabajo y para engrosar las arcas, o puede ser que los estudiantes de ahora sepan vivir bastante mejor que los de antes y no se dan mala vuelta por nada. Y como la beca paterna no la pierden cuando suspenden, pues tampoco hay por qué darse mucha prisa. Y que conste que hablo de los estudiantes medianamente buenos, de los que terminan.

Pues ahora, estas rebajas en el nivel de esfuerzo parece que se quieren aplicar también a los años de bachillerato. Se va a permitir que los alumnos pasen de primero a segundo con casi la mitad de las asignaturas suspensas, así que, aprobando más de la mitad de las materias, no tendrán que repetir, sino que podrán hacer un curso con las asignaturas suspensas de primero y otras cuantas de segundo; vaya, como en la Universidad. Dicen las autoridades educativas que es para que los alumnos no se aburran repitiendo asignaturas que ya tienen aprobadas. Como si los alumnos que suspenden la mitad del curso superaran las otras asignaturas con sobresaliente y les resultara totalmente inútil insistir en ellas. Pero en fin, doctores tiene la Iglesia… Quiero aclarar que, como docente que soy, no estoy en contra de ayudar todo lo posible al alumnado que, por causas ajenas a su voluntad, necesite de apoyos y medidas especiales. Pero es que resulta que esos casos son los menos, además de que, lógicamente, en el Bachillerato, esas ayudas especiales deberían de aplicarse mucho menos que en la Enseñanza Secundaria Obligatoria.

Y la verdad es que, si se piensa fríamente, tampoco es para poner el grito en el cielo. Al fin y al cabo, esta medida de fraccionar los cursos, como ya hemos visto, se viene aplicando normalmente en la Universidad; así que, a primera vista, no sería nada disparatado que los estudiantes iniciasen esta dinámica en los cursos de bachillerato. Pero es que, por tratarse precisamente de esta etapa, la situación resulta muy diferente. En primer lugar, porque los estudiantes universitarios se supone que son hombres y mujeres hechos y derechos, mientras que, en 1º de Bachillerato son más inmaduros y aún están en una fase en la que las deficiencias educativas pueden resultarles definitivas e insalvables. Y en segundo lugar, porque el bachillerato del sistema español, de dos años de duración, es demasiado corto y, por lo tanto, ya es lo suficientemente pobre como para recortar ni un ápice de su capacidad formativa.

Por todo ello, pienso yo que, más que rebajar niveles, lo conveniente sería establecer un bachillerato de tres años, restándole un año a la ESO, algo que se puede hacer manteniendo la obligatoriedad de la enseñanza hasta los dieciséis años, pues los alumnos con quince años que, al terminar 3º de ESO, no hicieran bachillerato estarían obligados a realizar un curso de iniciación profesional antes de abandonar el sistema educativo.

Lo que está muy claro es que no podemos seguir con las rebajas en la enseñanza, y con el empeño de evitar el fracaso escolar bajando niveles y adaptando las exigencias a la flojera y al desinterés de los alumnos desmotivados. Creo que ya es hora de que el sistema educativo dedique menos tiempo, menos esfuerzo y menos recursos a los malos alumnos y se acuerde un poco de los buenos, de los que se toman las cosas en serio y se esfuerzan, que también los hay, afortunadamente; aunque, si las cosas siguen por estos derroteros, cada vez habrá menos de estos últimos si es que no acaban desapareciendo. Pero, que quién sabe; a veces da la impresión de que es justamente eso lo que se pretende.