PLAZA MAYOR

Una sección de Francisco Arias
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CRUCES MOJADAS 

         Me van a permitir que, antes de entrar en asuntos más domésticos, haga una breve referencia a una persona que poco o nada tiene que ver, a primera vista, con nuestra Plaza Mayor, pero es que, aparte de haberse convertido en un tema casi obligado en estos últimos días, puede servirnos para extraer algunas interesantes conclusiones para todos nosotros. Pues sí, con su permiso, estimados amigos, voy a hacer unas reflexiones, nada más y nada menos, que sobre Isabel Pantoja.

         Antes de nada, un par de cuestiones. No sé por qué les ha dado a todos por aplicar a la cantante el calificativo de “tonadillera”, designación tan despectiva como equivocada, ya que una tonadillera es, según el diccionario, la persona que compone o canta tonadillas. Y una tonadilla es una canción ligera y alegre, normalmente ligada al teatro y a la revista. Es verdad que el tipo de temas que canta la Pantoja, y los cantantes en general, se les suele aplicar la denominación de canción ligera, para distinguirlos de las canciones de la música clásica, pero los temas de la copla, o canción española, suelen tener muy poco de alegres y festivos, creo yo, como para identificarlos con tonadillas. Así que mucho mejor llamarle cantante, y problema resuelto.

         Otra cuestión que despierta mi curiosidad es saber si la madre de Isabel Pantoja ya era “Doña” antes de que triunfara su hija. Y no es que yo tenga nada en contra de esta señora, lo que pasa es que si ha sido el éxito de la hija el que ha proporcionado el “Doña” a la madre, me resulta inevitable recordar tiempos y costumbres que yo ya consideraba superados. El caso es que todos los periodistas están continuamente con Doña Ana por aquí, Doña Ana por allá… Y es curioso que, en éste nuestro país, nos refiramos con la mayor naturalidad del mundo al Rey Juan Carlos, al Príncipe Felipe, a la Reina Sofía, y a DOÑA ANA; igual que el coto.

         Lo que sí me parece más significativo es la coincidencia de que detuvieran a la cantante el día de la fiesta del trabajo. Nada tengo que objetar al trabajo profesional de la Pantoja, al contrario, creo que es una gran artista; sin embargo, lo que ya es otro cantar son esas presuntas irregularidades en las que, según parece, se habría involucrado en los últimos años, arrastrada, tal vez, por la fuerzas ciegas y procelosas del amor. Actividades presuntas, en el caso de la cantante, pero confirmadas en tantísimos otros casos, que son un canto a la pillería y al pelotazo, a la fortuna fácil y a la desvergüenza, que suponen un desprecio total al esfuerzo y a la honradez, y una burla hacia todos los trabajadores que se dejan la piel y la vida desempeñando una labor social y profesional como Dios manda. Luego queremos que nuestros niños y jóvenes se tomen el estudio, el trabajo y la formación como imprescindibles para forjarse un porvenir. Tal como están las cosas y con los numerosos ejemplos que reciben cada día del mundo del chabacaneo, va a ser difícil convencerlos.

         Y ¡cómo lloraba el cielo de mayo!... No sabemos si por la detención de la cantante o porque, inoportunamente la lluvia quiso acercarse a visitar las cruces. Sea como sea, la fiesta de la Cruz estuvo pasada por agua y totalmente deslucida en dos de sus tres días. Lástima, porque las cruces valían la pena; creo que estaban muy bien, en general, aunque confieso que me gustan especialmente las que mantienen ese sabor tradicional, a base de cobre, cerámica, mantones, flores, etc., que recuerda a las cruces de antaño. Claro, que todo es cuestión de gustos; también hemos visto otros estilos novedosos muy interesantes. Por cierto, me parece estupenda esa buena costumbre de vestir cruces en los patios. A ver si cunde el ejemplo y se incentiva esta modalidad tan atractiva y pintoresca.

         Con respecto a la fiesta de la Cruz, algo que no me ha parecido acertado es fijar los días de celebración en medio de la semana; la fiesta sería mucho más intensa y participativa coincidiendo con un fin de semana, y los que trabajan duramente para sacar un dinerillo verían sus esfuerzos mejor recompensados. Sinceramente, a mí me parece que esa medida no perjudica tanto a los bares, y que me perdonen si me equivoco. Al fin y al cabo, las cruces lo que hacen es invitar a la gente a salir a la calle y, en definitiva, eso es algo que puede beneficiar a todo el mundo.

         Pues nada, qué se le va a hacer; está más que visto que nunca llueve a gusto de todos. Así que, ánimo; nuestra felicitación a todos los que han colaborado en las cruces, especialmente a los que han ganado los premios. Que el año que viene sea mejor y, sobre todo, que no volvamos a tener cruces mojadas. Ah, y un último deseo: que no sea nada lo de Isabel Pantoja.