PLAZA MAYOR

Una sección de Francisco Arias
Para remitir sus comentarios, clique AQUÍ

NEGOCIOS MUY RENTABLES

         Ya “El Lazarillo de Tormes”, en siglo XVI, nos hacía ver que la movilidad social no existía; haciendo gala de una filosofía determinista, defendía que el que nacía pobre irremisiblemente moría pobre. El ascenso social era imposible en aquel tiempo. Llegados a nuestros días, en pleno siglo XXI, si analizamos la situación, nos damos cuenta de que no han cambiado tanto las cosas, ya que actualmente, resulta muy difícil, más de lo que parece, mejorar la condición social sin salirse del buen camino. Eso sí, en el siglo XVI, la única posibilidad de lograr un importante ascenso social era conseguir un cargo eclesiástico. Hoy tenemos dos posibilidades: el famoseo y la delincuencia, ambas, en ocasiones, íntimamente relacionadas. Es verdad que existen algunas excepciones de personas que atesoran unas cualidades extraordinarias, o que son muy afortunadas, y prosperan muchísimo por la vía legal, pero ¡qué poquitos son! Y si la movilidad social, hoy en día resulta bastante dudosa, la que es prácticamente inexistente es la movilidad moral; es decir, que el que nace sinvergüenza se muere sinvergüenza. Y si cambia algo, será para peor. 

El otro día, sin ir más lejos, detuvieron en la autovía, cerca de Baza, a una banda de atracadores especializados en bancos y joyerías. Por suerte, no eran ladrones que operasen en nuestra ciudad, como algunos entendieron, sino que se trata de parte de una banda que fue detenida por Venta Quemada, cuando iban de paso, mientras que el resto de los atracadores fueron detenidos en Madrid. Los “pobrecillos” habían conseguido reunir, en los últimos cuatro meses, un botín nada más y nada menos que de unos 500.000 €. ¡Casi nada! Con la de trabajadores y años de trabajo que habría que sumar para conseguir esa cantidad de dinero de una forma honesta; y ellos, ya lo ven, cuatro apañillos por aquí, y unos golpecillos por allá y ya está: 500.000 €.

         No sé cómo lo verán ustedes, pero, con estas cosas, a veces da la impresión de que la gente que trabaja honradamente es tonta. Toda la vida sacrificados, trabajando duramente, algunos, de sol a sol, o incluso más, y al final, ¿para qué?... Para no salir  nunca de pobres. Y otros consiguiendo los millones sin despeinarse, ni por fuera ni por dentro. Por fuera, porque no dan ni golpe, aunque se pasen la vida dando golpes. Y por dentro, porque no tienen cabellos en el alma (entiéndase: moralidad o escrúpulos) susceptibles de ser despeinados. Y claro, con estas situaciones tan anormales, algunas personas de conciencia ligera se animan y prueban suerte en negocios de esos que son tan rentables y tan poco recomendables. Y es que, pensándolo fríamente, es una tentación bastante irresistible, sobre todo, si tenemos en cuenta que en nuestra sociedad se están perdiendo los principios éticos y morales a marchas forzadas, y cada vez hay menos integridad y menos honradez; así que qué importa de dónde venga el dinero si se consigue mucho y rápido, y todavía más, si las leyes son débiles y permisivas. Fíjense, si no, lo que está pasando con muchos políticos, que en cuanto se ha tirado de la manta, están apareciendo embolaos por todos sitios. Verdaderamente, cada día cuesta más trabajo seguir confiando en la bondad de las personas… y hasta en nosotros mismos, pues, donde menos te esperas, salta la liebre. Confiemos en que podamos seguir contando con muchos y buenos ejemplos, que afortunadamente también los hay, que nos ayuden a mantener la fe; que la justicia se emplee a fondo para acabar con la corrupción, y que se apliquen medidas ejemplares, lo suficientemente duras, para que se convenzan los delincuentes, y los indecisos de moral dudosa, de que “el crimen no vale la pena”.

         Por cierto, ya que hablamos de políticos, quiero mencionar algo, que, a modo de oasis reconfortante,  puede aportarnos un poco de luz en medio de este panorama desolador; y tengo la satisfacción de poder poner como ejemplo positivo a los candidatos a la alcaldía de nuestra ciudad. La semana pasada asistí al debate que celebraron en el IES “Pedro Jiménez Montoya” y, sinceramente, me causaron una muy buena impresión. Creo que son cuatro políticos serios, íntegros y preparados. Cada uno con su estilo, como es lógico, pero los cuatros me parecieron unos dignos aspirantes que honran y enaltecen el nombre de nuestra ciudad. No está mal, para empezar. Confiemos en que después sean capaces, cada uno en el puesto que le asigne la decisión popular, de mantener su buen estilo y de dedicar todas sus fuerzas, con la máxima unión posible, a solucionar los problemas de nuestra ciudad, y que sólo pierdan la energía mínima e imprescindible en pelear entre ellos. Ya sé que puede parecer una utopía, y que el consenso político actualmente no está considerado como un negocio demasiado rentable, pero tenemos que confiar en que existe otro modo de hacer política, y que ese nuevo estilo se podría imponer, en principio, en el ámbito municipal, a ver si los demás aprenden. En Baza, tengo el convencimiento de que contamos con buenas mimbres; veremos después cómo nos sale el cesto.